El vicio de apoderarse de lo ajeno va mucho más lejos de los lances deportivos. El periodista J.J. Pérez Benlloch se refiere al PP como partido "agusanado por la cleptomanía", porque aunque es cierto que no hay todavía sentencia firme contra los altos cargos imputados desde Castellón hasta la Vega baja, un amplio muestrario de figuras delictivas tiene bajo sospecha desde el Presidente de la Comunidad Valenciana hasta concejales de segunda fila, pasando por Presidentes de Diputaciones y Consellers. No me negarán los lectores que el incidente de la Alcaldesa de Villena con una Concejal del Partido Popular, que se lleva una tortilla de patatas en cada mano de un vino de honor, llega a la categoría de esperpento.
Por cierto, he leído que fuentes del PP reconocen, en privado, que la estrategia de Camps pasa por dilatar la instrucción, con el objetivo de ganar tiempo para ver ratificada su candidatura a la presidencia de la Generalitat y buscar la exculpación en las urnas. Sin embargo, esta estrategia es vista con preocupación en otras instancias del PP, que creen que, de producirse esta dilación en la instrucción, Camps trasladaría el problema al propio Mariano Rajoy en vísperas de unas elecciones generales.
Todo esto demuestra que el cleptómano no tiene porqué ser gente pobre. Es más, entre los que le han pillado el gustillo al shoplifting hay mucha gente de clase media y alta. Algunos investigadores dicen que tiene que ver con problemas mentales, otros opinan que es un problema genético (hay un cromosoma adicional). Fraga lo resume muy bien: "Las tentaciones humanas existen". Lo que está claro es que el círculo de los afectados se ensancha peligrosamente.