El novelista y ensayista libanés Amin Maalouf, crítico implacable tanto del mundo occidental como del árabe, ha sido reconocido este año con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, tras un reñido proceso de selección en el que tuvo de adversarios a literatos como el Nobel portugués José Saramago, Ana María Matute, John Le Carré y Nicanor Parra.
Amin Maalouf nació en Beirut en febrero de 1949 y siendo un bebé se fue con sus padres a vivir a Egipto. Apenas tenía 3 años cuando la revolución triunfó en El Cairo, las propiedades de su familia fueron nacionalizadas y todos emprendieron el camino de regreso a Líbano. En 1976, cuando estalló la guerra civil en su país, Maalouf marchó de nuevo al exilio, esta vez hacia París. Sin haber cumplido los 30 años, Maalouf era un experto en desgarros vitales, políticos y culturales. A nadie debe extrañar que su literatura esté teñida por el afán de explicar que la convivencia entre culturas es posible e imprescindible. Y que el pasado ha marcado a fuego el presente.
En la Universidad francesa de Beirut, Amin Maalouf estudió Economía y Sociología, una formación muy útil para la crítica del mundo actual que realiza en libros y periódicos desde hace décadas. Porque al final se inclinaría por el periodismo como actividad principal, una vez que hubo de abandonar su país, ensangrentado por una guerra civil que de forma larvada se ha prolongado hasta hoy. En París trabajó como redactor jefe de “Jeune Afrique” y pronto publicó su primer libro: “Las cruzadas vistas por los árabes”, una verdadera declaración de intenciones, porque contaba un episodio histórico muy conocido, pero dando voz a la otra parte. A partir de ahí, toda su literatura ha sido una exploración de la historia, las religiones, las culturas y las identidades. Así sucedió con “León el Africano”, su novela más conocida en España. En ella, el protagonista, que ha nacido en la Granada nazarí poco antes de su caída en manos cristianas, vive una gran aventura en la que dos mundos se disputan el dominio del Mediterráneo.
Los personajes de profundo significado histórico pueblan la mayor parte de sus títulos. En “Samarcanda”, se trata del poeta Omar Khayyam, el autor de “Rubaiyat”, que estará acompañado del creador de la secta de los Asesinos. En “Los jardines de luz”, en fin, presenta a un hombre nacido en las orillas del Tigris y bautizado con el nombre de Mani, que fundará una doctrina capaz de aunar las tres grandes religiones con una visión tan humana que terminará siendo perseguido por todos los imperios de aquel tiempo. No es su novela más conocida, al menos en España, pero quizá sea la más ambiciosa ya que tras la historia narrada hay un verdadero planteamiento político, ético y religioso, que ha sido desarrollado de manera más argumentativa en sus ensayos y textos periodísticos.
En Identidades asesinas (1999) hace un repaso general de la historia de las religiones, de la filosofía y de las culturas para apuntar soluciones a los enfrentamientos por motivos de identidad, sea ésta nacional, religiosa o cultural. En El desajuste del mundo. Cuando las civilizaciones se agotan (2009), el autor libanés reconocía que el sueño de un panarabismo tolerante está muy lejos.
Además, ha escrito el libreto de la ópera L’amour de loin, de la compositora finlandesa Kaija Saariaho, estrenada en el Festival de Salzburgo del año 2000. Ha recibido, entre otros galardones, el Premio Goncourt por La roca de Tanios (1993), el Prix Mediterranée y la Medalla de Oro de Andalucía. Es doctor honoris causa por la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona.