Ha comenzado la campaña electoral, que es tan innecesaria como molesta y costosa, máxime cuando los medios de comunicación se encargan de dar cuenta todos los días de lo noticioso. Y, sobre todo, que el elector sabe de sobra qué quiere y qué va a votar desde hace tiempo; ahí está como ejemplo fehaciente el varapalo sufrido por el PSOE, en los comicios del 22 de Mayo, que significa la gran hartura de este Gobierno de ZP que tiene la gente, la desesperanza en la que está sumida y el terrible daño que ha causado a España.
El Candidato Socialista no sale de la ventisca de adversidad que le persigue. Las encuestas y los acontecimientos lo hunden un poco más cada día, impulsado por el grave error de sus planteamientos y de las compañías que se busca. A veces, es mejor tener enemigos, que ciertos amigos; la compaña del otro día en Dos Hermanas le ha salido cara, muy cara; no debió de llevar esos dos personajes con formas y palabreríos del pasado caduco, como ha dicho de modo unánime toda la prensa, unas figuras ya momificadas por su mala gestión de gobierno, el paro y la corrupción. Sacaron de su vieja mochila malas maneras, pronunciaron su discurso con característico tono grosero, agrio y zafio; en forma y fondo era barriobajero, plagado de conceptos ya superados como lo de la lucha de clases, el enfrentamiento a odio entre derecha e izquierda, el recurso al desagradable argumento del terrorismo, tema gravísimo que nunca debe entrar en la campaña electoral; y, especialmente, usaron la ofensa y el insulto algo siempre rechazable.
Rubalcaba, eludiendo su responsabilidad, ha subrogado su candidatura en F. González, quien protagonizó su discurso mitinero sacando a pasear sus fantasmas rabiosos y furibundos, al dedicar entre su espumarajos dialécticos sus descalificaciones y agravios al director de ’El Mundo’ (el inmundo), al que llama: Ese desvergonzado y manipulador, que tiene mucho poder; y se pregunta: ¿Qué clase de poder tiene? Fue un mítin patético. Lamentable; una exhibición ridícula de musculatura electoral mezclada con las chulerías de González y los gritos de Guerra, telón de fondo del mitin.
El lema de Rubalcaba para las elecciones “Pelea por lo que quieres” invita a pelear y a querer. El elector se pregunta, qué es lo que quieren los socialistas, qué incitan a desear. Tal vez quieran el país que se parece a este que dejan tras su nefasto gobierno; o, por el contrario, la España Unida y Fuerte, que evita el derroche y la apropiación indebida, con pleno empleo, con una educación libre y de calidad, con una justicia independiente e igual para todos y con el cumplimiento integro de las penas en ciertos casos, con unas administraciones sin gastos enormes y sin corrupción. O bien, la España que quieren es la del enfrentamiento civil, la de cinco millones de parados y del 45% del paro juvenil, la del millón y medio de familias sin recursos; la de diez millones de personas en el umbral de la pobreza, la del auge de los nacionalismos soberanistas y el retorno a las instituciones de los proetarras.
Es una forma teatral de ocultar el dramático presente y el oscuro futuro de los socialistas. Lo tienen todo perdido, pero juegan a presentar un pasado idílico que nunca existió.
C. Mudarra