Foto de perfil por: Andres Rueda
Es sorprendente que alguien que ha obtenido recursos de forma fraudulenta tenga un beneficio económico respesto a los que han permanecido bajo los límites establecidos por la ley en materia de robo. Todo para que esos mismos recursos vuelvan a contabilizar para las arcas públicas, ahora que no hay (o eso parece) para invertir en inspectores de Hacienda. Es sorprendente que se haga beneficiando al ladrón por encima del buen y responsable trabajador, pero hoy lo he flipado en colores, y sólo he tenido que leer el periódico, en este caso, Expansión.
En su página 30 de ayer dice así:
"Una multitud de ciudadanos quieren ahora regularizar dinero en efectivo en la amnistía fiscal, que acaba mañana. La avalancha de última hora que preveía Hacienda se está produciendo pero, según cuentan los asesores fiscales, la gran mayoría de los que han esperado hasta el último momento no son propietarios de cuentas o bienes opacos sino de fajos de billetes y están planteando a los despachos numerosas dudas sobre el procedimiento."
Por lo tanto, no es que tenga ventajas traer el dinero de vuelta de los paraísos fiscales, que tengan que pagar el 10% de tributo aunque no le guste a Suiza, ni a sus bancos, mejor dicho. Pero la noticia sigue:
"Al principio, Hacienda excluyó del Decreto de marzo que lanzó la amnistía el dinero en efectivo pero, en la Orden Ministerial de 4 de junio que publicó el Modelo de declaración, lo incluyó."
Al parecer están teniendo dificultades por rellenar algunos formularios para aquellos blanqueos superiores a 100.000 euros, lo que provoque que algunos no tengan tiempo de declararlo todo, o al menos lo que sea más rentable declarar.
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