Aquel día supuso el punto de inflexión.
Tras años de dura pugna por dominar cada rincón de la mente y el corazón humanos, la locura y la cordura estaban exhaustas.
Sus fuerzas habían llegado al límite.
Ninguna había conseguido convencer a la otra sobre la certeza de sus ideales.
Pusieron arduo empeño, día tras día.
Esgrimieron sus mejores argumentos, a veces pausadamente, otras veces con desproporcionada pasión.
Más en aquel punto no quedaba nada que argumentar.
Fue entonces cuando bajaron la guardia y casi sin quererlo, cruzaron sus miradas.
Pudieron adivinar la profundidad de su sentir.
La nobleza de sus ideales.
La razón de su sentir.
Y en ese mágico y fugaz instante, tras un breve roce, nació el amor.
Esa es la razón por la que el amor es, sin duda, la más cuerda de las locuras.
Rafa Pérez Herrero.