Amor, Austria 2012

Publicado el 21 noviembre 2012 por Cineinvisible @cineinvisib

Quien bien te quiere, te hará llorar. Cada vez que pienso en Michael Haneke, recuerdo este proverbio popular que acumula tanta verdad como cualquiera de sus películas: el conjunto más equilibrado y espectacular de la filmografía europea de los últimos 30 años. La “escuela Haneke o el nuevo cine austriaco” se percibe en innumerables cineastas, inspirados por uno de los maestros del cine actual, y su sombre es más alargada que la del ciprés, puesto que su talento no sólo se desarrolla en altura sino también en anchura.Tras los agitados 70 y 80 en que el cineasta trabaja para la televisión (por cierto sería una idea fabulosa que alguna distribuidora, por piedad, piense en editar toda esta primera etapa totalmente desconocida), el rechazo por parte de la pequeña pantalla de su proyecto de El séptimo continente (1989), impulsa al cineasta a presentar su obra en el cine.El impacto es inmediato. Quien ha visto esta primera película de Haneke, no la olvida jamás. Todavía recuerdo el malestar, la angustia e, incluso, el horror que me provocó. Y aunque enmarcada dentro de los excesivos y felices 80, esta historia de una familia que se retira de la sociedad, lanzaba un grito de seria advertencia: algo va mal. Entre El séptimo continente (1989) de Michael Haneke y La historia de Ronald el payaso de McDonalds (2003), del dramaturgo argentino Rodrigo García (no confundirlo con su tocayo cineasta), me han traumatizado de por vida y cada vez que veo una pecera empiezo a temblar.Por si fuera poco, el genial austriaco decide completar su primera película con  El video de Benny (1992) y 71 fragmentos de una cronología del azar (1994) para realizar su trilogía de la “glaciación emocional” (él, tan divertido y dicharachero como siempre) sobre la violencia social imperante, familias desintegradas y padres ausentes y una inquietante omnipresencia de los medios de comunicación (anticipando la denuncia, en cierta manera, de lo que vendría y empeoraría con los años).En 1997 golpea fuerte, otra vez, con Funny Games (Juegos divertidos), obsérvese el cinismo de todos sus títulos porque será importante para comprender Amor. Y como le va la caña y quiere que también los americanos comprendan su discurso, diez años después, filma la misma película, fotograma por fotograma, con actores americanos.Si Juliette Binoche le ayudará a darse a conocer con Código desconocido ya en el nuevo siglo y en Caché (Escondido) de 2005, será su encuentro con la “otra alegre y dicharachera” del cine  mundial, Isabelle Huppert (las malas lenguas dicen que se rio en una ocasión y yo soy testigo de que en una ocasión le vi hacer un gesto que se asemejaba a una sonrisa). Actriz con la que realizará tres películas, hasta la fecha, La pianista (2001), retrato visceral de una morbosidad extremadamente elevada, El tiempo del Lobo (2003) y su último trabajo, Amour.En 2009 Michael Haneke, abonado a los premios del festival de Cannes, realiza una unánime obra maestra, La cinta blanca. Hoy vuelve con un relato, que debía titularse en un principio, Esos seres, sobre la decadencia física de una pareja y los límites que el amor puede soportar. Con su habitual sadismo, el director nos tortura con una historia al límite de lo soportable que se ha convertido en la preferida de los vendedores de pañuelos de papel.El cineasta ha reproducido el apartamento burgués de sus padres y dirigido a una paloma (escena del “espíritu que deja la casa pero no logra encontrar la salida”) tan magistralmente como a Emmanuelle Riva o Jean-Louis Trintignant. El resultado me emociona menos que La  cinta blanca, dado que  yo no he visto tanto amor. Michael Haneke, como siempre, no engaña: en la primera escena, se fuerza una puerta de un domicilio privado, hemos entrado cometiendo una infracción y lo vamos a pagar caro.Quizás no haya amor, o sí, pero esta película contiene tanto cine que nadie debería perdérsela. Qué mejor manera de comenzar el Festival 4 más 1 que con Amour, con tanto amor y tanto cine. Buen festival a todos/as.