Para tratarse de los canallas más famosos de todo Londres y dueños del club de juego más exclusivo, los cuatro ángeles caídos de la alta sociedad van cayendo -nunca mejor dicho- como moscas, uno detrás de otro, ante las mujeres de sus vidas. Si en el primer libro, Un canalla siempre es un canalla, fuimos testigos de la historia de amor de Michael, ahora le toca el turno al casi siempre inteligente Cross. Y digo casi siempre porque el pobre perderá el norte después de conocer a la peculiar Philippa Marbury ¡Y no es para menos! Continuaremos la historia justo en el mismo punto en que la dejamos en el epílogo del libro anterior, con la chocante propuesta de la dama al conocido libertino.Si bien ambos hacen sufrir al contrario con su tira y afloja durante todo el libro, yo tengo que reconocer que Cross es el que más pena me ha dado. El pobre no tiene escapatoria posible desde el momento en que la conoce, aunque lo intente con todas sus fuerzas. Pippa destaca por su gran inteligencia y mente analítica entre un mar de mujeres superficiales. Necesita comprender todo lo que le ocurre y le rodea, y más en el caso de su inminente intimidad dentro del matrimonio. Sólo le quedan quince días antes de su boda y tiene mucho que aprender, y para ello no hay mejor profesor que el mujeriego número uno entre los círculos femeninos. Lo que comienza como un supuesto estudio científico irá evolucionando poco a poco hacia una relación imposible por muchas razones. En primer lugar, y lo más evidente, es el compromiso matrimonial de ella, si bien es con un hombre con pocas luces. El segundo, y quizá más importante, es el tormentoso pasado de Cross y la incapacidad de éste para superarlo. Y por último, también tropezaremos con una trama secundaria que dificultará aún más ese esperado final feliz. Pero si hay algo que compensa todas estas dificultades y que me ha encantado, es la forma tan especial en la que Cross comprende a Pippa, consiguiendo que no se sienta un bicho raro a su lado. Destacaría eso incluso más que el cambio que ella produce en él. Nos encontramos ante una novela que si bien no nos presenta nada que no hayamos visto ya en el género, tiene el inconfundible toque de Sarah MacLean, el cual consigue hacerla especial. Una historia de amor divertida, apasionada, con ciertas sorpresas inesperadas, momentos tiernos, emotivos, tristes, e incluso algunos extravagante debido a nuestra protagonista femenina. Los secundarios serán pocos pero de gran importancia, ya que iremos conociendo más a los dos próximos protagonistas: Temple y Chade. Eso sí, me habría gustado que la familia de ella, hermanas y cuñados entre otros, tuvieran más peso en la trama, sobre todo hacia el final del libro. Como parte mala, destacaría lo lento que se me hizo el libro en un principio; parece que a la autora le cuesta arrancar y da vueltas al mismo tema durante unos cuantos capítulos. Quizá por ello, en mi caso, me haya gustado algo menos que Un canalla siempre es un canalla y de ahí que tenga algo menos de nota. Por otro lado, aunque Cross me ha encantado, se ve algo eclipsado por Pippa, impidiendo así que me llegara a convencer tanto como en su día lo hizo Michael. También decir que no entiendo que cierta trama -relativa a su pasado- quede en el aire y no tenga un final apropiado. Sin embargo, dejando de lado estos pequeños puntos negativos, sigo diciendo que es un libro estupendo que recomiendo muchísimo. Hoy en día es difícil encontrar novelas románticas que puedan hacerle sombra a Sarah MacLean. Eso es así. Espero con muchísimas ganas la historia de Temple que podremos tener entre nuestras manos en marzo del año que viene. + Mostrar información del libro ▼▲
·Editorial: Versátil
·Publicación: Noviembre 2014
·Precio: 18,90€
·ISBN: 9788494225727
·Páginas: 405
·Serie: Las reglas de los canallas #2
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