Amor es todo lo que necesitas (Den skaldede frisør; Dinamarca, 2012)

Publicado el 05 mayo 2013 por Manuelmarquez
DE QUÉ VA (SINOPSIS ARGUMENTAL).- Ida (Trine Dyrholm) no pasa por el mejor momento de su vida: recién superado un tratamiento oncológico prolongado, se encuentra con que Leif, su marido, la abandona por una jovencísima compañera de trabajo. Pero la boda en Italia de su hija, Astrid (Molly Blixt Egelind), la obliga a superar todas esas dificultades y embarcarse en un viaje en el que se encontrará con Philip (Pierce Brosnan), padre del novio, un hombre al que la pérdida hace más de veinte años de su esposa ha convertido en un adicto al trabajo huraño y en permanente conflicto con todo y todos los que le rodean. El viaje terminará convirtiéndose en algo más que un mero desplazamiento físico, y empujará a todos sus partícipes a una vorágine de sentimientos, encontronazos y desencuentros de final ¿sorprendente...?
EN UN PÁRRAFO (O DOS...).- Una vez más, la directora danesa Susanne Bier se sumerge, y sumerge a su espectador, en una historia de emociones intensas, al límite, que explota las complejidades y las contradicciones de las relaciones personales, sobre todo en el ámbito de la familia, y que incide especialmente en cómo los mecanismos del dolor condicionan y sobrevuelan todos los actos del personaje, impulsados a un tobogán en el que los claroscuros anímicos son la única constante que cabe esperar. Eso sí, en esta ocasión, y a diferencia de lo que había venido siendo el rasgo identificativo más marcado de su cine (una dureza de situaciones sin paliativo alguno), Bier atempera su trama con pinceladas de ligereza y humor, que dan un contrapunto de liviandad a una historia que, de esa forma, deviene menos densa y descorazonadora. ¿El peaje? Todo azúcar edulcora, es inevitable...
EN SU HABER.- 1, Que, pese a los múltiples elementos situacionales que su argumento pone sobre el tapete (infidelidad, enfermedad, adicción al trabajo, homosexualidad y un largo etcétera, cuya enumeración convertiría esta reseña en el índice de un manual de autoayuda...), el guión no acuse en ningún momento el más mínimo síntoma 'batiburríllico' (permitáseme el 'palabro'...), y se mantenga terso y claro, como soporte para una historia compacta y sin cabos sueltos; un magnífico trabajo conjunto de la directora y Anders Thomas Jenssen; y 2, el trabajo interpretativo de la protagonista femenina, Trine Dyrholm (que ya había protagonizado la anterior entrega de Bier, 'En un mundomejor'); sin desmerecer a su compañero de cabecera de cartel, un más que correcto Pierce Brosnan, hay que reconocer que el desempeño de Dyrholm, con ese personaje que, por momentos, se pasea en los márgenes de una Amèlie a ras de tierra, y, en otras ocasiones, se aferra a la cotidianidad más exasperante, no pierde en ningún momento el encanto de la naturalidad plena: la sencillez siempre parece sencilla, pero no lo es, en absoluto.
EN SU DEBE.- 1, Ya hablábamos de peajes en un párrafo anterior. Y es que los contrapuntos de liviandad y humor, amén de aligerar la trama, también incorporan una carga de previsibilidad a determinadas situaciones que puede resultar excesiva. Que Bier huya del efectismo que algunas situaciones argumentales (tan explosivas y furibundas) de sus films anteriores exhibían sin pudor alguno, no me parece mal, pero es probable que esta 'Amor es todo lo que necesitas' se presente, en algunos aspectos, con un regusto a dèja vu demasiado acusado; y 2, rodar en la costa de la Campania italiana y no 'tirar' de 'marco incomparable' podría haberle supuesto a Susanne Bier la acusación de sobrada, pero eso tampoco justifica un cierto abuso de los planos de transición dignos de postal cursi-setentera (que ya se llevan bastante poco, por cierto); habrá de perdonársele ante la falta de 'antecedentes penales', pero apuntado queda en su certificado...
UNA SECUENCIA.- Plano general de espaldas, con los dos protagonistas, hombro con hombro, sentados en un banco de piedra, y un inmenso mar al fondo. Ida entrega a Philip el sobre que ha recibido del hospital, con el diagnóstico sobre la evolución de su dolencia, para que éste lo abra y le diga qué es lo que ha de afrontar. La frase que Philip pronuncia antes de abrirlo (y que, por razones obvias, no reproduciré aquí...) es de un potencial lacrimógeno brutal. Sí, situaciones como ésta la hemos visto mil y una veces, pero, ¿cómo no estremecerse ante ellas, cuando están confeccionadas con mimo y sentimiento? Ah, por supuesto, no me pregunten si se me escapó alguna: los hombres duros, ya se sabe...
CALIFICACIÓN: 6,5 / 10.-