El Anillo no va a devolverte a tu amada Sofía - apunto con voz de funeral la dama Malina Valier, hermana menor del Gran Archiduque Kaligulag III, 'El Bello'. El hombre más poderoso del Reino.
El Archiduque era descendiente en línea directa de Vil Valier, que para aquel entonces luego de 300 años de haber sido enterrado, su historia ya se había convertido en leyendas del imaginario popular.
La vida de Kaligulag III, no era complicada, heredo bastante joven los vastos territorios y riquezas que había acumulado la dinastía Valier a lo largo de varios siglos.
- Si en la misma noche tú hubieras enviudado y perdido a tu primogénito comprenderías mejor mi situación - replico con voz grave y solemne el Archiduque.
- Entiendo perfectamente lo que te paso, pero solo tienes 22 años y existen muchas otras mujeres de alta alcurnia en el Reino, para que puedas escoger y casarte de nuevo - indico Malina - además ese anillo es peligroso, se dice que ni el mismo Vil Valier lo utilizo.
- Se han dicho tantas cosas del pasado que ya hoy no sabemos que es falso y que es verdad.
- Pero no puedes tomar riesgos, el objeto fue un artefacto de un hechicero y ninguno de nosotros tiene el conocimiento suficiente para controlarlo.
- Sé lo suficiente - dijo el Archiduque - el anillo permite entrar al mundo de lo invisible, como llamaban en la antigüedad al lugar en donde están los muertos, basta con que lo use al menos una sola vez y podre volver a estar aunque sea solo por unos instantes con mi amada Sofía.
- Está bien, sea lo que decidas no hagas esto solo, puedes contar conmigo, aunque reitero que no estoy de acuerdo con tu plan, porque estos artilugios mágicos del pasado son de cuidado y finalmente llevan a la tragedia cuando el usuario no es lo suficientemente versado en las lides propias de los brujos y magos.
- Que no se diga más, descendamos al panteón en donde está enterrada mi Sofía, prestémosle visita a mi amada dama y esposa.
Y dichas estas palabras en menos de lo que canta un gallo el par de nobles jóvenes se hallaban ante la tumba de Sofía.
- ¿ Y bien, en donde tienes el anillo?
- Es un secreto de aquellos que nos sentamos en el trono de Vil Valier que te voy a revelar: la empuñadura del cetro de mando, es hueca, basta con girarla y allí ha estado escondido por siglos el Anillo.
Dicho esto el joven archiduque procedió a girar la empuñadora y con cuidado deposito el anillo en su palma derecha. A los ojos de Malina no le pareció que fuera un objeto particularmente bello, es más se le antojó que era algo tosco.
Kaligulag tomo el anillo, lo contemplo fascinado, era consiente que quizás era el primer ser humano en usarlo después de milenios, tomo algo de aire y se lo coloco en el índice derecho. Malina dio un grito de sorpresa: Kaligulag había desaparecido ante ella, o mejor aún, el cuerpo de Kaligilag había desaparecido, pero no así sus vestidos que seguían visibles y en pie.
Por un instante, el joven se sintió algo confuso, pues ya no veía a su hermana, el haberse puesto el anillo le permitía ver el mundo de los muertos, pero le impedía ver el mundo de los vivos, percibía pues que estaba en un campo abierto aunque brumoso, como cualquier paraje tranquilo al amanecer. Miro en todas las direcciones y pudo ver que a lo lejos una persona vestida de blanco se acercaba.
- ¿Sofía? ¿Eres tú?
La figura desapareció de la lejanía, solo para aparecer instantáneamente en frente de él
- ¿Por qué has venido a buscarme? - dijo Sofía
- Mi amor por ti me ha traído aquí, dama mía
- Mi Señor debe tener cuidado con lo que hace, los vivos no pertenecen al mundo de los muertos, está prohibido y es abominación venir aquí usando artes de hechicero.
- Querida mía, sabías son tus palabras, aun así corrí el riesgo para poder estar contigo aunque fuera solo por un breve instante.
Sofía sonrió (o mejor dicho, el equivalente de Sofía en el aquel mundo de espíritus, fantasmas y espectros) y acerco su mano para tocar delicadamente rostro de su joven amante. Se miraron por unos segundos y sin decir palabra alguna, se abrazaron y besaron apasionadamente.
- Quiero estar contigo, así, para toda la eternidad, amada mía
- ¿ Y quién soy yo para contradecir los deseos de mi Joven esposo?
Al escuchar esto, Kaligulag se abrazó con más pasión de su amada Sofía, su deseo era permanecer de ese modo, en pleno amor y ella también estaba muy feliz de que ello pasara.
Malina volvió a gritar, asustada de horror, pues en ese mismo momento las vestiduras del archiduque cayeron al piso, junto con el anillo. El cuerpo de Kaligulag había desaparecido para siempre. En medio de lágrimas apenas acertó a tomar el anillo y depositarlo de nuevo en la empuñadura del cetro.
- Lo que no sabias, hermano mio, es que el anillo no solo se hizo para entrar al inframundo de los demonios, sino para obedecer a la voluntad y deseos del portador. Ahora sere nombrada Gran Archiduquesa Valier, Malina 'La Sutil', La dama más poderosa del Reino.
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