Te amé de tantas maneras y de tantas formas,de vida en vida, de época en época,Siempre…
Mi corazón hechizado,hizo una y otra vez un collar de cancionesque tomaste como un regaloy usaste alrededor de tu cuello,a tu modo y de tantas formas,de vida en vida, de época en época,Siempre…
Donde quiera que escucholas viejas historias de amor,su antiguo dolor y ese viejo cuentode estar juntos o separados,me detengo y una y otra vezmiro al pasado y al final de todo,emerges TÚ,revestida con la luz de una estrella polar,traspasando la oscuridad del tiempo,y te conviertes en una imágenque recordaré por siempre.
Tú y yo flotamos aquí,en la corriente de un corazón lleno de amorde uno por el otro.Jugamos al amoral lado de millones de amantes,hemos compartido la tímida dulzuradel primer encuentro,las mismas lágrimas de angustiaen cada despedida.
El viejo amor,el que se renueva una y otra vez,Siempre…Hoy, este amor está a tus pies,encontró su morada en tí.Ese amor,el amor cotidiano de todos los hombres,el amor del pasado, el amor de siempre,el regocijo universal, la pena universal,la Vida misma,la memoria de todos los hombres,las canciones de todos los poetasdel pasado y de siempre,se funden en este Amor,que es el Nuestro.
(Rabindranath Tagore)
También tenía Audrey, en plan más castizo, un refrán favorito. O eso dicen. Se trata de un refrán holandés: "“No te preocupes; pasará lo que tenga que pasar.” Pues eso.
Y aquí os dejo a Gregory Peck en la despedida de su íntima amiga. El sonido no es bueno, pero verlo tiene un punto fetichista: