‘Amor’, la vida, tal cual, ante nuestros ojos

Publicado el 13 enero 2013 por Cinemalights @CinemaLights


Parece un poco tópico, a veces, decir que una película es “realista”. ¿Qué es, en verdad, una película realista? ¿Aquélla que está bien ambientada? ¿La que sigue fielmente unos hechos históricos o actuales determinados? O ¿La que mejor sabe capturar la complejidad e irracionalidad del alma humana? En este caso, voy a quedarme con la última, porque el Amor de Michael Haneke es un fiel, honesto, tierno y triste retrato de la última etapa de la vida. Tan real, que parece una ventana a un futuro que, antes o después, acabará por llegar. Ahí está, como si lo estuviéramos leyendo en las encíclicas cantadas de Melquíades.
El último film del director de Cachéy La cinta blanca es una conmovedora y a la vez escalofriante historia de amor que llega a su fin por causas naturales: la vejez. Después de sufrir un ataque, Anne, una profesora de música clásica jubilada, vuelve del hospital con medio cuerpo paralizado. A partir de entonces, el amor que siempre la ha unido con su marido George será puesto a prueba y se irá degradando poco a poco, a medida que lo haga el cuerpo y la mente de la protagonista.
A pesar de tratarse de una producción, aparentemente, más pequeña que los anteriores proyectos del austríaco, la narración de Haneke vuelve a llegar, como siempre, hasta lo más hondo del espectador. La misma perturbadora reacción que había conseguido con las atroces acciones de un bate de béisbol, así como con la maldad escondida en la simple muerte de un canario, esta vez la genera con la desesperación de un hombre que ve cómo el amor de su vida se pierde en la oscuridad de una vejez cruel, que se lleva lo más preciado de una persona y aquello que le da su dignidad: la cabeza. Por otra parte, quizás sea la falta de exagerada ambición  —vista en según qué directores últimamente— lo que hace más grande este último trabajo de Michael Haneke y le posibilita captar algo tan sencillo y a la vez tan complejo como es el amor y la muerte psíquica, emotiva y física que acaban con él.
Los protagonistas de Amor son un matrimonio de ochenta años, jubilados y melómanos. No estamos hablando de personajes extravagantes, especiales ni con una particularidad específica, no. Son dos personas normales, diríamos, como cualquiera de nosotros a su edad. Esos son los más complicados de interpretar, porque no hay ninguna adicción, indumentaria o ideología de la que partir. Cuesta más llegar al alma de estos personajes y transmitirla al espectador. Sin embargo, eso es lo que hacen Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva, magistrales en sus papeles y capaces de regalarnos escenas deternura y verdadero horror como la visita del pupilo, las imaginaciones en la mente de Trintignant o la desesperación en el rostro de Isabelle Huppert al ver a su madre.

De todas las excelentes críticas que ha recibido la película, una decía que, con ella, Haneke interpreta un réquiem para el amor.Muy acertado, la verdad.Schubert, Beethoven y Bach son, en este caso, los encargados de componer esta fabulosa y tristísima pieza en honor a la defunción de toda una vida, reducida a una cama y un cuentagotas.
Lo mejor: la narración de Haneke y los dos protagonistas, inmensamente reales y conmovedores.
Lo peor: que la depresión continúa amarrada en el cuerpo al cabo de una semana, y de dos, y de tres…
Nota: 9
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