Amparo Rivelles

Publicado el 08 noviembre 2013 por Juliobravo
En diciembre de 1988, la Compañía Nacional de Teatro Clásico ensayaba, en un antiguo cine en Vallecas (no soy capaz de recordar el nombre), una producción de «La Celestina». Yo había ido allí para entrevistar a su protagonista, Amparo Rivelles, a quien se le iba a rendir homenaje con motivo de sus bodas de oro con la profesión. Estuve esperando a que se produjera un descanso; cuando llegó el momento, Amparo salió, creo recordar que caracterizada, o al menos con el vestuario de la función; tenía que volver enseguida al ensayo, y yo quería hacerle una entrevista larga, así que me citó para hablar un par de días más tarde en su casa.
Fui a verla, de eso estoy seguro, un sábado por la tarde a su casa, a espaldas de la Gran Vía. Iba con cierto «susto» porque tenía la sensación de que era una mujer muy seria, y temía no estar a la altura de lo que para mí era «un acontecimiento»: entrevistar a Amparo Rivelles, todo un mito del teatro, el cine y la televisión. Mi madre,profunda admiradora de la actriz, se había encargado además de avivar el fuego de mis nervios subrayándome lo importante -además de guapa- que era aquella artista.

Me impresionó aquella casa, que en mi memoria aparece oscura y llena de recuerdos, que no sé si se corresponde, con la realidad. Guardo de ella la imagen de una mujer exquisita, amable y educada. Poco más puedo decir. Gerardo Vera me decía ayer, apenas un par de horas después de su muerte, que era una de las personas más divertidas que él había conocido, y Luis Merlo ha dicho algo similar hoy. Quiero creer que pasé un buen rato entrevistándola.

He recuperado de la hemeroteca la publicación de la entrevista, y debió ser entretenida a tenor de sus respuestas. Evocaba su debut en el teatro, en enero de 1939. «La obra fue "El compañero Pérez", y la representaba la compañía de mi madre en Barcelona. No tenía ni que hablar, solo salía a escena un momentito, pero recuerdo que aquello suponía casi jugarme la vida. Después me fui acostumbrando. Mi madre me daba papelitos pequeños, de frases... Estuve casi dos años haciendo papelitos de nada». 

Leo la entrevista y me doy cuenta de que debimos hablar mucho, y de muchas cosas, entre ellas de su visión del momento actual (bueno, el de hace veinticinco años) en comparación con los principios de su carrera. «Hay menos autores que antes. Los pocos buenos dramaturgos son muy perezosos, y escriben muy de vez en vez». Sobre los actores me decía que «andamos muy escasos. Y como con los autores los hay que quieren trabajar cada vez menos. Actrices somos más... E internamente, antes había más contacto entre nosotros. Terminabas la función, y sabías que en determinados lugares te encontrabas a muchos compañeros. Ahora, con la televisión y el vídeo, cada uno se va a su casa... Es otro ritmo de vida». Y concluía: «A mí me gusta todo lo concerniente a mi profesión, pero el teatro... Sobre un escenario me siento mucho más libre, mucho más yo».


Unos días más tarde, fui con mi madre al estreno de «La Celestina» en el teatro de La Comedia, tras el cual se le rindió homenaje sobre el escenario. Era la primera vez que la veía actuar en el teatro. La última, también acompañado de mi madre, fue en el teatro de La Latina, en la obra «Paseando a Miss Daisy», bajo la dirección de mi buen amigo Luis Olmos. De ambas funciones tengo el recuerdo de una actriz de mucha categoría, firme y convincente, llena de recursos expresivos, y muy, muy emocionante. Descanse en paz
La primera imagen es de «Paseando a Miss Daisy». La segunda la he encontrado en el Archivo de ABC, y es una postal dedicada por ella a sus admiradores de Cifesa. Una joya