Hace ya algunos años que visité Ampudia. No está lejos de Palencia y es un referente -recién estrenado su nombramiento- como uno de los pueblos más bonitos de España. Uno de los motivos para visitarlo es su castillo, temprano ejemplo de palacio señorial castellano, que presenta un magnífico estado gracias a la restauración acometida por Eugenio Fontaneda a mediados del pasado siglo, conservando sus torreones y salvado su foso con un puente levadizo, amén de toda la colección que guarda dentro: estelas, miliarios, útiles de guerra, mobiliarios y otros elementos arquitectónicos.
El municipio comprende poblaciones que no conocía, donde antaño había más de 15.000 cabezas de ganado lanar, como la Dehesilla, Esquileo de Abajo, Monte la Torre, Rayaces, los despoblados de Esquileo de Arriba y Valdebustos y el único que me sonaba de haberlo oído nombrar muchas veces: Valoria de Alcor, que fue municipio independiente hasta 1971. En general, no sabemos nada de nada. No conocemos nada. Pequeños apuntes, pequeñas historias; algún conocimiento adquieres caminando, pero un botón de muestra de lo que ocupa a los cientos de pequeños pueblos que nos rodean. Tenemos mil cosas que aprender y cada día estamos más entretenidos en otras lecturas, en otras historias, en otros mundos, sin entender ni participar en la vida de estos pueblos cuya belleza nos vienen a descubrir y a premiar desde tan lejos. Lo cierto es que en algún momento de la historia Ampudia se repobló y volvió a despoblarse, quedando siempre restos y culturas de quienes anduvieron por ella. A doce kilómetros de la localidad y a pocos kilómetros de Villalba de los Alcores se puede visitar el despoblado Medieval de Fuenteungrillo (Valladolid), donde ha venido investigando la Universidad de Valladolid desde 1982. Aseguran que esa investigación viene a aclarar por qué se despobló la localidad a principios del siglo XV y encontrará allí acomodo un Aula Didáctica que recreará la vida de este poblado medieval.
Esto me parece curioso. Ahora vivimos para explicar cómo fue la vida en pueblos que desaparecieron, poco menos que mostrándoles a los miles de pueblos que están a un paso de ser devorados por el mismo mal, la condecoración con la que serán reconocidos en el futuro como lugares a los que fagocitó el dichoso progreso.
Menos mal que ya no estaremos para verlo.