Estaba en Irlanda del Norte viendo a donde podía ir después de Escocia. El mapa europeo que tenía enfrente estaba lleno de fantásticas posibilidades, todas relativamente cerca. Lo único que tenía claro es que en un mes quería estar en España para visitar a una parte de mi familia. Pero un mes en Europa me permitiría cruzar el continente una y otra vez cuantas veces quiera.
¿Qué tal volver a Francia e ir bajando lentamente hacia España? ¿O ir para Suiza, Austria o el norte de Italia? Chequeaba en Internet los precios a cada uno de estos lugares, casi horrorizado. Algunas opciones llegaban a las tres cifras (y en euros)!
En ese momento de frustradas búsquedas, me acordé de un comentario que me habían hecho unos días atrás.
- “Parece que el año que viene en Holanda no van a dejar entrar más a los turistas a los coffee shops”, había dicho un chico que conocí en un hostel.
Mmm… Holanda. ¿Interesante, no? De todos modos, click tras click, iba cambiando de fechas, horarios, lugares de origen pero las búsquedas siempre daban los mismos resultados: precios bien altos.
Ya casi por abandonar el intento, ocurrió lo inesperado. “De Londres a Ámsterdam por 5 libras”. ¿Qué? ¡No es posible! ¿5 libras? ¿Sólo 5 libras? ¡Pero si todo el resto de los pasajes no bajaban de las 40 libras!
Miré una y otra vez para ver si no me había equivocado. No. Efectivamente era verdad. Londres a Ámsterdam por 5 libras en una tarifa llamada “fanfare” (tarifa divertida). No lo pensé dos veces: ¡comprar, comprar, comprar!
Llegada a Ámsterdam:
Tenía que ir a Londres por unos días hasta el día de mi pasaje a Ámsterdam. Decidí aprovechar para pasar un día en la maravillosa ciudad universitaria de Oxford (una de la universidades más antiguas del mundo). Es un pueblo lleno de colegios y cada uno de sus edificios puede presumir de tener arquitecturas de lo más bellas. Próximamente vendrá algún post con fotos de este lugar porque realmente valen la pena.
Tras una nueva estadía en Londres y un día entero de viaje, llegué a la capital neerlandesa a eso de las 9pm. Había tratado de buscar un anfitrión en la ciudad pero la tarea no había sido fácil. Muchas negativas. Las únicas que me habían aceptado eran dos chicas que compartían un departamento en las afueras de la ciudad y sólo estaban disponibles a partir del otro día.
I amSterdam
Caminé hacia el centro buscando algún hostel donde pasar la noche. Era sábado así que las respuestas eran siempre las mismas: todo lleno. Para colmo, no tenía ningún mapa y la ciudad tiene un plano bastante complicado, lleno de canales y nombres de calles imposibles de pronunciar.
Oudezijds Achterburgwal
Ya había pasado un rato, estaba cansado y sin mucha esperanza. ¡Hey, pero era sábado a la noche y estaba la ciudad europea de la fiesta y el pecado! ¿¡En qué estaba pensando buscando un lugar donde dormir!?
Pregunté donde podía dejar momentáneamente mis cosas y me recomendaron ir a la estación central de trenes, así que me fuí directo a la terminal antes de que cierren. Redistribuí mis cosas entre las mochilas, dejé la grande en los lockers y salí, dispuesto a pasar una gran gran noche. “¡Jeje, a disfrutar Ámsterdam!”, pensé.
La Zona Roja:
Si al pensar en Ámsterdam alguno de ustedes está esperando leer sobre las pinturas de Vermeer, Van Gogh o Rembrandt, está en el lugar equivocado. Tenía solo unos días en Ámsterdam. ¡No había tiempo para eso!
Sabía que la noche de Ámsterdam ofrecía muchas posibilidades, y tenía horas y horas para descubrirlas. En realidad, seguiría recorriéndola las siguientes 3 noches también, quedándome más de lo que originalmente pensaba.
Quizás el área nocturna más conocida de la ciudad es la zona de “De Wallen”, más conocida como “La Zona Roja”. Así que tras dejar mi mochila en la terminal, el impulso de curiosidad me llevó definitivamente a conocerla primero.
En la famosa Zona Roja
En las dos calles principales y los pasajes que se cruzan con ellas, prácticamente cada ventana de las antiguas casas de la zona es una vidriera para la prostitución. Los marcos de neón rojo dan el famoso apodo al barrio.
La mitad de las ventanas tiene la cortina cerrada y eso puede significar dos cosas: o nadie está trabajando ahí ese día, o hay un cliente dentro, y ambas son igual de probables.
Es que tan solo desde afuera te das cuenta como funciona todo. Los pequeños cuartos tras las ventanas suelen tener una cama y una pequeña piletita para higienizarse. Todo pasa ahí dentro, como si fuera un trámite.
Aunque no estoy a favor de hacer uso de la profesión más antigua del mundo, pasear por las calles del barrio no deja de ser curioso. A tu paso, las chicas saben muy bien como tentarte. Para que las veas, hacen ruido en el vidrio con sus anillos o uñas, y te miran esperando tu reacción. Si atinás a frenar, ya estan con la mano en la manija (de la puerta, jeje) para abrirte y decirte el precio. Si no te acercás a hablarles, empiezan con toda una suerte de gestitos, guiños y ademanes para hacerte cambiar de opinión. Todo está estudiado y no hay que tomar la seducción como algo personal: van a hacer lo mismo a cada uno que pase.
Negociación de precios. Fuente: Wikipedia
Por curiosidad también anduve preguntando precios, y estoy seguro que también ustedes están queriendo saberlos, ¿no? Jeje, picarones/as…
Obviamente el precio depende de la chica. Las más lindas, y hay que admitir que son realmente muy bonitas, piden 50 euros por unos 20/25 minutos. Las no tan agraciadas, generalmente de países latinos o caribeños, pueden pedir 30 euros, pero no es lo más común. La mayoría de las mujeres muestran desde las ventanas la palma abierta de la mano con los 5 dedos, indicando que el precio es 50. Escuché por ahí que las chicas más lindas llegan a ganar ¡más de 1000 euros por noche!
Para el que está buscando pasar con alguna tiene que tener algo muy en cuenta, sobre todo si no está demasiado sobrio: las que tienen marco de neón azules no son justamente chicas.
Es común pero sorprendente ver durante el día a muchas familias con niños recorriendo el lugar, aún con las chicas en las vidrieras prácticamente desnudas. Es que si no querés que tus hijos vean eso, directamente no los lleves a Ámsterdam, porque toda la ciudad está repleta de imágenes y productos explícitamente sexuales, no importa el barrio por el que camines.
De hecho, la zona roja no es para nada un barrio de “trampas”. Es tan turístico que a toda hora gente sóla, parejas o grupos de amigos/as caminan por sus calles chusmeando por las vidrieras.
La famosa Zona Roja
Para los desconfiados, vuelvo a repetir que no pasé a visitar ninguna de las “camas en alquiler”, así que no hay relato al respecto. Pero si quieren anécdotas, sólo sigan leyendo…
La famosa Zona Roja
El sexo en Ámsterdam:
Como comenté, la sexualidad en Ámsterdam se ve en todos lados, sin distinguir entre barrios o zonas. Los negocios de souvenirs venden una gran cantidad de productos con las más graciosas formas como pueden ver:
Productos sexuales
En la zona roja hay shows de sexo en vivo, cabarets y negocios de venta de DVDs con cabinas privadas para verlos. Hay precios para todos los gustos, y quizás son el destino de muchos de los que no quieren pasar directamente con las chicas.
Shows en vivo en la Zona Roja
Un lugar muy particular al que decidí entrar es a uno de los “Sex Museums” de la ciudad.
Recorrí las salas del museo viendo muñecos teniendo sexo, desnudándose y haciéndote gemidos cuando pasas. Ves fotos y videos de todas las épocas y hasta hay un teléfono que al levantarlo podés escuchar una típica escena sexual. Definitivamente curioso.
Sex Museum
Sex Museum
Sex Museum
La tolerancia a las drogas:
(¿Qué tal leer esta parte del relato con un reggaecito simple de fondo? ¡Creo que este de Linval Thompson va muy bien!)
Si recuerdan, la causa principal por la que estaba en Ámsterdam era por aquella noticia (de la que nadie supo confirmar su veracidad) acerca de la prohibición para los turistas de entrar a los coffee shops desde el año que viene.
Aún mas que por la zona roja, los quesos, los suecos de madera, los tulipanes o los molinos de viento, Holanda es muy conocida por su tolerancia con las llamadas “drogas suaves”.
Y es bueno aclarar que “tolerancia” no implica “legalidad”. En realidad, drogas como la marihuana o el hachís no son legales, pero nadie impide que la gente fume en las calles o en estos famosos negocios. Está básicamente “aceptado”.
Más allá de los coffee shops y al igual que con los productos sexuales, Ámsterdam está llena de negocios de souvenirs con los más variados recuerdos relacionados al cannabis. Hay muchos productos comúnes como llaveritos, gorros o remeras con la imagen de la hoja verde, pero también venden pipas, filtros o semillas para cultivar y fumar.
Souvenirs cannábicos
Y no sólo se vende marihuana. Hay locales que venden otras tantas drogas como salvia, “hongos mágicos”, “brownies espaciales”, “galletitas locas” y hasta cáctus de peyote.
De noche en la zona roja, hay unos cuantos tipos parados en la calle que aparentemente no hacen nada más que estar ahí, mirando a la gente pasar. Pero si los mirás, te susurran “¿coke?” (“¿cocaína?”). Nadie les contesta o a lo sumo les dicen que no, pero si llegas a preguntarles el precio, como hice yo en una ocasión, te siguen media cuadra y te muestran medio a escondidas lo que venden. No lo volví a hacer para no caer en alguna peligrosa, pero según dijo el tipo, son 60 euros los 100 gramos ó 100 euros los 200.
Hongos mágicos
Salvia y peyote
También había escuchado que había un “Colegio del Cannabis”, donde brindaban gratuitamente toda la información que uno quiere sobre el cultivo de la planta de marihuana, y dado mi relativa desconocimiento sobre el tema, decidí tomarme un rato y visitarlo.
Colegio de Cannabis
Allí, un joven que nunca dejó se sacó el faso de la boca mientras hablaba, supo explicarme con lujo de detalles todo el proceso de germinación, crecimiento y florecimiento del cannabis. Pude aprender muchísimo y comprender todos los increíbles usos que puede tener la planta, además de servir para fumar. Siempre pensé que la ilegalidad de la marihuana era una estupidez, pero terminé de confirmarlo al escuchar todo lo que me contaron allí. Inclusive me invitó a conocer el jardín que poseían en el colegio, pudiendo ver por primera vez personalmente algunas plantas de cannabis bien desarrolladas con sus flores de asombrosa belleza.
Plantas de Cannabis
Plantas de Cannabis
Mientras miraba un video sobre el cultivo, un muchacho estadounidense se sentó junto a mi. Se presentó como Adam, de Nebraska. También andaba viajando por Europa. Es un chico con una excelente filosofía de vida, y muchas cosas de las que dijo me sorprendieron muchísimo. Tras hablar de su casi vegetarianismo, de arte, de viajes, de buena música y por supuesto del cannabis, obviamente salió el tema:
- “Estamos en Ámsterdam, ¿y si vamos a un coffee shop?”
Claro que era una idea que ya había pensado y me resultaba atractiva, pero no había terminado de decidirme. Además, la idea de ir sólo me parecía algo aburrida. Pero yendo de a dos, la cosa ya cambiaba. Así que un rato después, estabamos entrando a Green Point, uno de los tantos coffee shops de la ciudad.
Here you can Smook and Drink
Un viaje dentro de otro viaje:
Llegamos y miramos el menú. Vimos la columna izquierda, con los tipos de marihuana que se vendían, y la columna derecha, con los tipos de hachís, “brownies espaciales” y demás.
Menú del Green Point
Dentro de los tipos de marihuana, estaban las fuertes y las más suaves. “Si la hacemos, la hacemos bien”, coincidimos los dos y nos decidimos por “Pinneaple Haze”.
El vendedor pesó las flores de cannabis, las puso en un sobrecito y nos dió papel para armar y para filtro. El aspecto del bar era el de un bar cualquiera: silloncitos, luz ténue, televisores y música para relajarse.
Nuestro Pinneaple Haze
Tras encender nuestros cigarrillos, el efecto se manifestó enseguida. Risas incontenibles, relajo, filosofía barata (aunque también de la buena) con el amigo Adam, sensación atemporal, distracciones constantes, temas de conversación desconectados continuamente… ¡Más de 2 horas de un entretenido viaje dentro de otro viaje! Claro que no era la primera vez que probaba marihuana, pero el efecto nunca me había durado tanto y de forma tan pura e intensa.
Al irse terminando el trance, llegó el famoso “bajón hambriento” y al salir tuvimos la suerte de que unas chicas nos ofrecieron una pizza que no habían llegado a terminar. Tras clavarme la pizza que Adam no quiso, unas golosinas terminaron de aplacar el terrible hambre que de repente tenía.
Tras despedirnos y cruzar mails concluyendo así la constitución de la fugaz amistad, me sentí muy bien. Había sido una fantástica experiencia, muy divertida y que definitivamente no me hubiera gustado perderme. Agradecía que el muchacho norteamericano la haya propuesto y yo no me haya negado.
¡El divertido viaje mental en el coffee shop holandés sería una nuevo gran recuerdo que me voy a llevar de esta genial Odisea!
Adam y yo, al salir del Green Point
De paseo por la ciudad:
Obviamente Ámsterdam no es sólo sinónimo de drogas y sexo, aunque quizás sean los mayores responsables del turismo que la ciudad recibe. Tiene un mapa complejo y una serie de canales que atraviesan toda la ciudad, dando muy lindas vistas cada vez que se cruza uno de sus numerosos puentes.
Las bicisendas cubren casi todas las calles de la ciudad y es realmente increíble la cantidad de bicicletas que andan circulando. Son cientos y cientos por todos lados. ¡Hasta hay estacionamientos especiales para bicicletas!
Bicicletas por la ciudad
Es una ciudad con hermosos parques y aunque no fuí a ningun museo, me dijeron que los de pintura sobre Van Gogh o Rembrandt son muy recomendables.
Por ejemplo, también son destinos turísticos muy concurridos la fábrica de Heineken o la casa donde Ana Frank pasó sus días recluída en la ocupación nazi, pero como nunca leí su diario y no quería hacer turismo morboso, preferí no ir.
Además de las tiendas de souvenirs, también es muy interesante visitar las queserías para probar gratuitamente el rico queso holandés.
Mercados de flores con los tulipanes como protagonistas, numerosas iglesias y paseos en bote terminan de completar los motivos que hacen de Ámsterdam una ciudad muy recomendable para visitar… Y si les gustó la idea del coffee shop ¡apúrense a planear un viajecito! Digo, no sé… por si acaso, jeje.
Ámsterdam
Ámsterdam
Ámsterdam, la "venecia del norte"
Suecos de madera, típicos de Holanda
Queserías holandesas
Ámsterdam de noche
Ámsterdam de noche
Por primera vez en este viaje, los próximos pasos están más o menos definidos. Madrid es el objetivo dentro de casi un mes, así que supongo que los caminos me irán llevando hacia el sur, atravesando Bélgica, Francia y el País Vasco. Al pensar en estos lugares, se me vienen a la mente imagenes de sitios fantásticos.
Veremos que nuevas anécdotas me traen las rutas y pueblos europeos por dichos pagos…
Como siempre, espero sus comentarios, y el que se quiera y se anime, sería bueno que pueda compartir alguna buena anécdota cannábica que recuerde, ¿no?
¡Saludos a todos!