Ilustraciones: Irene M. De Torres Suela 2020
Editorial: Nocturna
Género: Novela (fantasía)
Lionheart es la primera novela de , pero no su primera publicación. Tras Hijas de la guerra y Larga vida a la reina (Cerbero), la salmantina se ha lanzado a la acción en unos inicios del siglo XIX con mucha magia.
El vuelo de la Lionheart
La novela empieza fuerte, en medio de una batalla aeronaval, nunca mejor dicho. Y es que en el universo que imagina Roux, la alquimia es capaz de reforzar materiales y hacer que los barcos se eleven por los cielos. El capitán de la Marina británica, Samuel Fellowes, está tratando de romper el bloqueo napoleónico que dura ya meses en una guerra por la supremacía del mundo. Un barco francés le persigue, le obliga a introducir la fragata en una tormenta... y acaba precipitándose hacia el océano.
Esta es la historia de cómo una tripulación queda varada en una isla no tan desierta, pues allí se encontrarán caras conocidas: Ellie, la hija del capitán Fellowes, también está allí después de que naufragara el barco con el que regresaba hacia Inglaterra. Y no le hace nada de gracia volver a ver a su padre. El capitán de la Lionheart es sumamente protector con su hija debido a la maldición que sufre la joven; sin embargo, durante las semanas que lleva en la isla, Ellie ha descubierto lo que es ser una mujer libre. Si su posición, su educación y sus circunstancias le habían dado la oportunidad de aprender muchas cosas que a las mujeres de su tiempo les estaban negadas, ser dueña de su vida es algo difícil de dejar a un lado.
La isla maldita
Con todo esto, podría dar la idea de que la novela es un dramón enorme, pero nada más lejos. Es verdad que hay varios enfrentamientos entre los Fellowes, también entre el capitán y Adelaide, y entre los marineros, a los que no les sienta nada bien estar en tierra. No obstante, todos tienen preocupaciones más acuciantes y ahí es donde la autora nos dirige: hay que sobrevivir y salir de la isla.
La trama no se lo va a poner nada fácil. Un ataque pirata, una tormenta que destruye una canalización, insubordinaciones, secretos, muchos secretos. Todo parece querer impedir que los náufragos abandonen la isla. De esta manera, nos encontramos con una novela llena de acción que, sin resultar agobiante, no baja el ritmo en todo el libro. Roux estructura los capítulos para dejarnos con una nueva sorpresa al final de cada uno y que nos obliga a seguir leyendo para descubrir de qué se trata.
En medio de todo este vendaval, conoceremos también a Thomas, un enorme irlandés con vértigo que intenta hacer lo que cree que es correcto, aunque se equivoque; a Nanette, la hija de Adelaide y amiga de Ellen, que irá cobrando importancia conforme avance la novela; a Hansford, amigo de la familia Fellowes y uno de los personajes más carismáticos de todo el libro. El elenco de secundarios es bastante amplio, y he de confesar que me confundía con algunos marineros, pero algunos como Singh, Cox o Atwood acaban siendo bastante reconocibles.
Como pez en el agua
Sin duda, uno de los grandes atractivos de Lionheart para mí es cómo bebe de sus fuentes y lo transmite para que podamos disfrutarlo. La novela sabe a mar, a sal, a arena. Aunque haya algo de magia de por medio, no es difícil transportarse a ese momento de la historia y a una isla perdida en el Caribe para vivir las aventuras de esta tripulación. Roux consigue que parezca fácil, pero no lo es.
Tampoco se olvida de problemas que nos pueden parecer muy actuales, pero que ya se daban en esa época. Hay que tener en cuenta que Mary Wollstonecraft falleció en 1797 y por esas fechas se situaría la trama de Lionheart. Las reflexiones de Ellen sobre por qué los hombres pueden hacer cosas que a las mujeres les están vedadas sin más motivo que "siempre se ha hecho así" hace mella. Y es que si algo demuestra nuestra protagonista es que puede defenderse, subirse a un andamio e incluso matar a un hombre sin apartar su lado más humano: no muestra la hosquedad y la lejanía de otras "heroínas" del siglo XXI, sino que también se permite ser vulnerable, aunque quiera ocultarlo, y eso la convierte en un personaje mucho más real.
Sin ahondar mucho en ello, también hay lugar para personajes homosexuales, y para denunciar la esclavitud. Sin salirse de las exigencias de la época, Roux consigue un retrato de la sociedad que muestra también sus sombras, y no solo lo que se acercaba a la normalidad.
... cuide mucho de sus amistades. Se pierden mucho más fácilmente de lo que se consiguen, y son de las pocas cosas que nos mantienen cuerdos.
A por el siguiente viaje
Además, como ya he comentado, la novela es un no parar. El narrador se va moviendo entre los personajes para hacernos un retrato completo de las escenas y, aunque en ocasiones resulta un poco confuso, hay pasajes en los que funciona muy bien este tipo de narrador. No me malinterpretéis, tampoco es que sea todo acción. También hay lugar para conversaciones más íntimas, reflexiones, miedos, pero no se encalla en ellas. Roux siempre da información nueva y mantiene viva la atención.
Si buscáis una lectura amena, entretenida, que no os deje en vilo, con sus dosis de handtouching y los comentarios jocosos de Hansford, Lionheart es vuestra novela. La banda sonora la sabréis cuando empecéis a leer. Yo ho yo ho...
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