Me encantan las sesiones fotográficas de embarazada, para mí tienen un significado muy especial porque hacia donde hay que apuntar es muy hacia adentro, y lo digo casi en sentido literal . La naturalidad, la espontaneidad, el sosiego con el que se debe afrontar una sesión de embarazo termina por encontrar una creatividad diferente, más calmada, sutil, elegante. Una fotografía silenciosa, de mirar más allá. Ya había hecho otras fotografías de embarazo (podeis ver una aquí) pero esta fue muy especial para mí.
Ana vive en el Pirineo, por lo tanto había montañas obviamente, y por si no os habiaís percatado, me fascinan las montañas. La luz entraba sin pedir permiso, como siempre, entraba suave, envolvente. Ana y yo estuvimos una tarde, una ratico simplemente observando y charlando. A veces Jose, el padre de la criatura, nos venía a ver y de pensar éstos qué harán?? pasó a ser uno más y se sentó con Ana, y yo sin decir nada más seguía disparando. Después hicimos fotos al aire libre recorriendo caminos preciosos que Ana me iba mostrando con orgullo. Como veis no es que fuera fácil, es que era un privilegio. Estas fotografías quedarán para siempre, y nunca se sabe lo que en el futuro pasará, pero algún día alguien verá estas imágenes un día cualquiera y ese día os aseguro que algo se le moverá por dentro. Y por eso hago fotografías, así de simple y de importante.
Os dejo con las imágenes, disfrutarlas con tiempo, es una orden.
Fotografías: Carlos Canales