La poeta Ana Vega escribió, en su día, dos reseñas sobre mi antología El lenguaje de los puños. Las envió a cierto diario asturiano con el que colabora. Ni que decir tiene: No se las editaron. Debo ser el único poeta de Asturias al que le hacen cosas así. Pero bueno, nunca es tarde si la dicha es buena. Y ahora, más de un año después, aparece una de ellas en La República Cultural, y la otra en la revista digital Artes Hoy.
EL LENGUAJE DE LOS PUÑOS: PRECIPICIO INTERIOR, INDAGACIÓN Y CONOCIMIENTO EXACTO
José Ángel Barrueco presenta esta antología crítica de la obra del escritor asturiano David González de la mano de la editorial Origami. Cuántos nombres podrían soportar una edición como ésta, cabe preguntarse. Prueba de fuego para comprobar de un modo neutral si la obra de un autor ha logrado la relevancia necesaria para ser considerado, como señala Barrueco, "uno de los más grandes poetas contemporáneos". Un estudio abierto a todas las voces que en un momento u otro consideraron oportuno reseñar la obra de David González ("Nuestro cometido ha sido el de reunir las distintas voces que, durante estos años, se han pronunciado en la presa y en internet sobre la obra del poeta nacido en San Andrés de los Tacones. De tal modo que el libro no obedece al estudio escrito por un único autor, como viene siendo habitual en esta clase de ensayos críticos, sino que constituye una pluralidad de versiones y opiniones") y también el camino andado desde entonces, cómo su obra y escritura han sabido alcanzar un rigor que muchos pusieron en duda (y aún siguen) recurriendo a una marginalidad que sólo tiene cabida en cuanto a estar situada, escritura, visión, conciencia y propósito, al margen de lo establecido por la norma y el sistema o el modus operandi de quien se establece como ganador en una sociedad que defiende la cobardía en todos sus aspectos como claves fundamentales del éxito, mal visto entonces todo carácter ciertamente indómito, salvaje, feroz, o cualquier grado de autenticidad. SIGUE LEYENDO
ANTOLOGÍA CRÍTICA DE LA POESÍA DE DAVID GONZÁLEZ
Enfrentarse a la obra de David González exige buen diente, valor y cierta capacidad o deseo de ensuciarse, de arrojarse al precipicio, de reconocerse en los demonios ajenos y propios. Exige una sinceridad con uno mismo que a nada ni a nadie deja a salvo. "Escribo para limpiarme por dentro", insiste el autor, pero también el lector se siente arrastrado por dicha sentencia, formando parte de este intenso magma donde se funde con el autor, transformando conciencia y gesto a golpe de verso, porque realmente el golpe, el que se recibe y soporta y tolera pero sólo se devuelve de palabra -nunca con las manos manchadas de sangre- es el que revela la frontera entre un lado u otro de la vida, quién tiene el poder y quien lo sufre pues en la indefensión del otro se alimenta toda autoridad. Enfrentarse a la obra de David González exige comulgar con un pacto no escrito peor que se intuye, sólo aquellos y aquellas que deseen verse reflejados en el horror podrán salvarse. La redención implica la asunción de los crímenes cotidianos, vencer nuestro egocentrismo y establecer como única máxima un deseo de mejorar nuestra humanidad perdida, nuestra conciencia abierta hacia el otro, nuestro compromiso, la solidaridad que más allá del golpe de cheque o intervención cotidiana: siempre hay alguien que gime al lado, siempre hay alguien que sufre el golpe porque no posee a alguien cerca que lo devuelva por él... Imponer sólo voz frente a cualquier otra arma. Dejar testimonio escrito de la violencia máxima ejercida a lo largo de la historia. Ser testigo fiel de todo cuanto ocurre en nuestras vidas, a nuestro alrededor y la vida de otros. La sinceridad frente al silencio, la verdad como baluarte, única bandera con significado posible. SIGUE LEYENDO
Muchas Gracias, Ana :-)