Un viaje que se estanca en el tiempo
Las concepciones narrativas que los videojuegos llevan proponiendo desde hace ya mucho tiempo, son bien sabidas que han alcanzado unos niveles de profundidad y consistencia a la altura de cualquier medio, siempre bajo esas cualidades únicas que posee el videojuego.
Por ello, hoy he querido traeros una de esas experiencia, donde esa narración, carga con gran parte de un universo donde el misterio, el tiempo, y la más pura experimentación, se entrelazan en la aventura que bajo el sello de Chaosmonger Studio no propone este Three Minutes to Eight
Como ya os digo, Three Minutes to Eight trae como base una importante parte basada en la historia, en el contexto, y en una bucle tempora l que nos va a llevar a conocer a nuestro protagonista. El cual se encuentra atrapado en ese compendio de espacio tiempo, donde solo tiene claro que está destinado a morir cuando el reloj marque las 19:57.
Un juego que bajo unas claras mecánicas de aventura gráfica. Nos lleva a mezclar con bastante buenas intenciones; mecánicas de exploración, relación con el entorno y los personajes que en él encontramos, y la adquisición de objetos y utilización de estos. Todo ello en un gran puzle global que nos quiere llevar a entender porque todo cambia cuando entramos y salimos de una habitación, y hasta donde nos puede llevar ese bucle temporal.
Una experiencia que curiosamente nos va a llevar por diferentes líneas temporales y con ello finales, según los actos que realicemos. Y es aquí donde por desgracia entrar el punto que lastra un poco la experiencia, que no es otro que lo parecido y lo fácil de deducir que puede llegar a ser, o hacernos pasar por situaciones que su resolución casi que no tienen ningún sentido. Tirando por tierra unas posibilidades que podrían haber dado mucho más de sí por culpa de una consistencia jugable que no motiva en exceso a repetir y buscar en sus diferentes hilos por su excesivo parecido.
En la parte meramente mecánica. Os vais a encontrar con los conceptos bases de un point and click de toda la vida. Donde el uso del cursor, una ágil y clara interfaz, y la fácil interacción con el entorno y objetos especialmente gracias a una señalización de con los que podremos hacerlo, consigue que nos metamos en la experiencia a los pocos segundos de entrar en ella.
Una pena que una trama tan intrigante se pierda en la falta de ejecuciones creativas, y en la incapacidad del juego para mantener viva la curiosidad del jugador a medida que avanza en el bucle temporal. Principalmente por culpa de su protagonista y esa poco motivadora repetición no tan bien llevada como en otros juegos bajo esta misma premisa. Y l o que para algunos se puede tornar en intriga y curiosidad, para otros se puede convertir en tedio y absurdez. Sinceramente me he quedado en duda de en qué bando me encuentro...
Conclusión
Al final de esta odisea temporal. Deciros que Three Minutes to Eight me ha dejado un sabor agridulce, tras un ilusionante inicio. Y es que es un juego que promete mucho en su apartado narrativo, en su sencilla jugabilidad, e incluso en su parte técnica. Pero que por desgracia, se termina de hacer bastante anodino, predecible, y demasiado repetitivo pese a que esa sea su concepción base. Pero sinceramente me he encontrado con otras experiencias que toman esa misma base que consiguen llevar con más soltura, y ante todo, interés.
Un juego que lo intenta. Que puede que en cierta medida motive. Así que si queréis una aventura con cierto corte clásico, y sopesáis en ese bucle jugable y temporal en el que vais a entrar, podéis darle una oportunidad que no os arrepentiréis, pero con muchos matices que he querido que entendierais con estas líneas algo complejas y difíciles de expresar.