Ha pasado un año de Gobierno del PP de Rajoy. Ha pasado el tiempo suficiente para poder hacer, ya no un balance (todos los datos son peores que hace un año), sino analizar aquellos aspectos que han caracterizado su primer año de mandato. A modo de resumen estos son las 10 características principales del primer “Año Mariano”
- La mentira electoral. La más evidente. No se conoce Presidente que en menos tiempo haya cometido más actuaciones contra su propio programa electoral. Sobre esta cuestión, Sr. Presidente, sólo existen dos explicaciones: o bien era un irresponsable cuando prometía lo que no se podía cumplir o era un mentiroso y el programa electoral era un mero instrumento para acceder al poder a sabiendas de la imposibilidad de su incumplimiento.
Conmigo bajará el paro….ya se ha visto
- Descontrol/improvisación. Las medidas del Gobierno van dando tumbos, en una sólo dirección sí, la derecha, pero de forma desordenada y faltas de criterios. La imagen de ir danto bandadas y de los ministros diciendo uno una cosa y a la tarde otro la contraria no es la mejor para la tan hablada “marca España”. Recordamos todo el rescate sí hoy, esta tarde no y mañana ya veremos. Es tal el sentimiento ciudadano que cada vez que sale un ministro diciendo que no se tiene pensado tomar una medida nos ponemos a temblar porque es más que probable que aparezca en el próximo BOE. Aunque para improvisada aquella rueda de prensa de Ana Mato en la decía cosas como que el Gobierno “ha universalizado la sanidad”, que “no hay cosa que tenga más valor que una medicina que cura enfermedades” o que “hemos aprobado una medida aprobada”.
- Desigual reparto de las medidas contra la crisis y aumento desigualdad social. En función de la llamada “herencia socialista” Rajoy y el PP articula todo un discurso que se resume en sólo hay una camino posible. Si se ha definido en muchas ocasiones ala política como el arte de lo posible y damos la anterior frase como válida Rajoy entonces hace lo que debe, pero eso no es así. Porque por mucho que se diga siempre hay otra opción posible, hay alternativas sólo es cuestión de medir las consecuencias y elegir aplicarlas. En este caso, el Gobierno lo tiene claro: la aplicación del libro neoliberal por el que se privatizan ganancias y socializan perdidas, medidas socialmente injustas que agravan la desigualdad social, en las que el gran perjudicado es el pueblo que soporta todo el peso de los recortes, frente al poder económico que sale beneficiado.
- Con la Iglesia hemos topado. Porque si alguien pensaba que en estos momentos de crisis la Iglesia sufriría los pertinentes recortes estatales está muy equivocado. No sólo se le ha mantenido la asignación anual, sino que además el Gobierno ha claudicado antes las reivindicaciones más radicales de la Iglesia. Aquí aparecen la supresión de la Educación para la Ciudadanía, el nuevo papel curricular de la asignatura religión, el poder de los colegios concertados en la nueva ley educativa (en su mayoría católicos) o la reforma de la ley del aborto a un tipo penal de hace 30 años.
- Revitalización de la España cañí. Sí, exactamente esa España orgullosa de su atraso cultural y económico, del viva la virgen, macho ibérico, la bandera, la patria y demás simbología retrograda y fascista. Quien no recuerda a Fátima Bañez apostando, en una intervención más propia de una Cofradia o Hermandad, por el “capote” de la Virgen del Rocío para salir de la crisis, a Gallardón denunciando una “violencia estructural” contra las mujeres que obliga a abortar, mujeres cuya única forma de realización personal es “la maternidad” o la sensibilidad hacia los nacionalismos de Wert y su “españolización de niños catalanes”.
- Cambio de modelo de convivencia social. Porque ese desigual reparto del peso de los recortes no es algo arbitrario, es algo dirigido y conllevan un cambio de modelo social, no se trata sólo de un ajuste presupuestario, es un ajuste ideológico. Sí. Se está diseñando una nueva sociedad en la que los derechos sociales desaparecen en pos de la privatización de todos los servicios públicos susceptibles de negocio y reformas legislativas que atentan los principios elementales de la convivencia en sociedad. Hablamos de educación, sanidad, dependencia, copagos varios (farmacéuticos, transporte sanitario y justicia) o el ámbito laboral donde, con la reforma realizada, se ha cambiado el marco de las relaciones laborales retrocediendo al SXIX. Todo ello configura una sociedad injusta socialmente, en la que cada vez los poderosos tendrán más riqueza y poder y los ciudadanos estarán mas desprotegidos e indefensos. Eso sí, todo ello bañado de olor a incienso Pascual.
- Movilización ciudadana. Ese cambio de modelo social tiene respuesta ciudadana. Ya se sabe que toda acción tiene una reacción igual y opuesta, y este Gobierno puede presumir de haber sido el que más manifestaciones y huelgas ha sufrido y a más diversos colectivos ha movilizado en su contra (15M, 25S, 14N, 29 N, mareablanca, mareaverde, mareanegra…). Ante esto ¿cual ha sido la postura del PP? la criminalización de la protesta. Colectivos privilegiados, vagos y poco trabajadores, grupos antisistemas, rojos radicales, perroflautas, golpistas y todo tipo de tropelías han salido por boca de los responsables del PP para describir a los ciudadanos que se manifestaban.
Y yo, me fumo un puro
- Restricción de derechos y libertades fundamentales. Pero esa criminalización de la protesta no es baladí. Es el paso previo de la prohibición de la misma. Ya vimos como Cifuentes pidió cambios legales para “modular” el derecho de manifestación o, recientemente, Ignacio González solicitó regular el derecho a huelga ante su “uso abusivo”. Estas insinuaciones son la punta de lanza de lo que realmente se persigue: la limitación del derecho de reunión y huelga. Así, hemos visto como se multaba con 500€ a personas por el mero hecho de estar en el lugar de una manifestación o como lleva preso Alfon desde el 14N. El objetivo no es otro que amedrentar al ciudadano. Se le quita trabajo, las prestaciones y los derechos y si sale a reclamarlos ya sabe lo que le espera y a lo que debe atenerse. Y si va a la justicia tendrá que pagar por ello.
- Violencia policial. Y lo que debe atenerse no es otra cosa que una policía con “licencia para golpear”. La violencia policial ha aumentado considerablemente. Se han vivido escenas propias de otros momentos históricos pasados. A la ciudadanía se le han quedado grabadas, entre muchas, las imágenes de los antidisturbios en Atocha el 25S o la del apaleo a un menor en Barcelona. Ante esto el Gobierno lo que ha hecho es apoyar las actuaciones policiales, estudiar prohibir la difusión de imágenes de policías en internet, proteger la situación de “no identificación” de los policías y, en ultima instancia como ya hemos visto, el indulto.
- Desprecio hacia la ciudadanía y las instituciones democráticas. Porque lo que se esconde tras todo esto es un absoluto desprecio a los ciudadanos a los que sólo se acude en periodos electorales y con promesas falsas. Prometió consenso y dialogo y va a pasar a la historia como el Gobierno con mayor número de Decretos-ley sobre sus espaladas. Además, Rajoy ha pasado semanas sin hacer una declaración, sin aparecer por el Congreso y dando ruedas de prensa sin admitir preguntas. Todos recordamos a Rajoy huyendo de los periodistas en el Senado o en la rueda de prensa del rescate afirmando que “Me voy a la Eurocopa porque se ha resuelto la situación, la pena es que me perderé el partido de Nadal”. Viaje de que luego nos enteramos además lo que gastó en el avión en jamón ibérico de bellota a 190 euros el kilo y “extra de whisky y vino” mientras somete a la población a los mayores recortes sociales de su historia. También recordamos las risas de la vicepresidenta y los ministros antes de anunciar recortes cada viernes. O la imagen de Rajoy fumándose un puro en Nueva York mientras se rodeaba el Congreso. Otro ejemplo del respeto a la ciudadanía de PP, más reciente pero fuera del Gobierno de Rajoy, serían los dos diputados madrileños cazados jugando al ‘Apalabrados’ durante el pleno en el que se privatizaba la Sanidad. La realidad es que al PP no le importa la ciudadanía, sirve a unos intereses concretos, ahora lo hace ya a cara semidescubierta. La frase que mejor resume este desprecio es aquel “que se jodan” que lanzó Andrea Fabra cuando Rajoy hablaba del recorte de las prestaciones por desempleo. Para más sorna fue premiada por sus compañeros de partido con el premio “Emilio Castelar” (político español del siglo XIX que brilló por su elocuencia como orador) por “decir tanto en una sola frase”. Se mean sobre nosotros y nos dicen que llueve…
Sólo dijo lo que realmente pensaba. Se mean sobre nosotros y nos dicen que llueve