Análisis de un documento histórico: “Escritura de fundación del Patronato Laycal y memorias del Exmo. Sr. D. Manuel Ventura de Figueroa”

Publicado el 28 mayo 2015 por Debarbasyboinas @DeBarbasYBoinas

El documento histórico que analizamos hoy es el testamento del señor Manuel Ventura de Figueroa y las escrituras de su fundación pía, instrumento casi imprescindible para poder llevar a cabo las últimas voluntades posteriores a su fallecimiento.
Manuel Ventura Figueroa (Santiago de Compostela, 1708 – Madrid, 1783), a pesar de ser de familia pobre, ascendió socialmente, y a lo largo de su vida ocupó diversos cargos religiosos y de la Administración real, destacando especialmente los de patriarca de las Indias Occidentales, arzobispo de Laodicea, fundador del Banco Nacional de San Carlos, y gobernador del Consejo y de la Cámara de Castilla, además de ser el encargado de la negociación del Concordato de 1753 entre el monarca Fernando VI de España y el Papa Benedicto XIV.
El documento que estamos analizando es de carácter oficial, es un documento que relata las últimas voluntades de un individuo en caso de que falleciese, en especial, en lo referente al reparto de las riquezas del individuo entre los herederos, las donaciones, y los oficios religiosos a realizar por su fallecimiento.
Uno de los requerimientos necesarios para que cualquier testamento de este tipo sea válido y tenga efectos prácticos, es el nombramiento de varios individuos como testamentarios, es decir, individuos que se encarguen de llevar a cabo lo estipulado en el testamento del fallecido.
Los testamentarios de Manuel Ventura Figueroa, sociológicamente hablando, serían todos personajes importantes de la época y procedentes de un mismo sector: la nobleza y la burguesía ilustrada, es decir, las élites intelectuales de la época, que cuentan generalmente con formación universitaria. En el caso de Manuel Ventura Figueroa, llama mucho la atención que muchos testamentarios formasen parte del gobierno del conde de Floridablanca (del cual formó parte el propio Manuel Ventura Figueroa) durante el reinado de Carlos III (incluyendo al propio conde de Floridablanca), destacando especialmente el destacado papel del conde de Campomanes, ministro de hacienda en este gobierno anteriormente citado. Otros testamentarios destacados serían Juan Acedo Rico, primer conde de la Cañada, y Vicente Rodríguez de Rivas, director de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas (una de las sociedades mercantiles más poderosas de la España del siglo XVIII, que en aquel momento tenía el monopolio del comercio europeo con Venezuela (que en aquel momento todavía estaba bajo el dominio colonial español y se denominaba Provincia de Venezuela)).
Si miramos las cláusulas del testamento, la primera que aparece en el testamento de Manuel Ventura Figueroa es la que dice que Manuel Ventura Figueroa donaba toda su biblioteca personal, y sus manuscritos, a la Universidad de Santiago de Compostela.
Esta práctica era muy habitual entre los hombres ilustrados del siglo XVIII que tuvieron una formación universitaria, por la cual donaban parcial o totalmente su biblioteca personal a la universidad en la que se formaron, práctica que podría estar relacionada con una motivación sentimental de “deuda con la tierra de origen”.
En el caso de Manuel Ventura Figueroa, la donación de su biblioteca personal a la Universidad de Santiago de Compostela, fue considerada como una de las más importantes de su tiempo para dicha institución, no tanto por la cantidad numérica de títulos y volúmenes, sino más bien por su cantidad en cuanto a la variedad temática y la procedencia de los mismos, destacando su importante contribución a la “biblioteca de los prohibidos” de la Universidad de Santiago de Compostela, biblioteca compuesta por los libros señalados como “peligrosos” por la Inquisición (no es un hecho exclusivo de la donación de Manuel Ventura Figueroa, sino que es algo generalizado en las grandes donaciones ilustradas a la Universidad de Santiago de Compostela en el siglo XVIII).
La donación de Manuel Ventura Figueroa, junto con las donaciones de otros ilustrados gallegos a la Universidad de Santiago de Compostela, como la del artista Felipe de Castro o la del doctor José Carballo (el contenido de estas tres donaciones supuso aproximadamente el 40% de las existencias de la biblioteca de la Universidad de Santiago de Compostela en el año 1794), supuso un cambio en cuanto a la temática de los títulos y volúmenes que conformaban antiguamente la biblioteca de la Universidad de Santiago de Compostela (en el contenido temático de esta biblioteca previa a las mencionadas donaciones ilustradas, existía un predominio de los asuntos religiosos, debido, entre otros factores, a la asimilación de los fondos bibliotecarios jesuíticos, inmediatamente después de la expulsión de esta orden religiosa en 1767, la contribución de otras donaciones particulares de menor importancia, y la voluntad del Estado de incorporar ciertos libros a esta biblioteca).
Donaciones como la de Manuel Ventura Figueroa, supusieron una importante contribución para los títulos y volúmenes con una temática de carácter “profesional”, es decir, libros considerados como “herramientas de trabajo” para el ejercicio de ciertas profesiones, haciendo especial hincapié en el carácter “práctico” o “utilitario” de los mismos .
En el caso de Manuel Ventura Figueroa, hay un predominio de los libros de derecho, tanto de derecho canónico como de derecho civil, teniendo también un espacio importante la literatura moderna y la historia (tanto civil como eclesiástica). Hay que decir también que, en general, la composición de estas bibliotecas se encuentra muy marcada por los gustos particulares de cada uno de los donadores.
También hay que destacar la creciente presencia en estas donaciones de bibliotecas personales, de prensa periódica, una herramienta que facilitaba algo más el acceso a la cultura en general, ya que este tipo de publicaciones en esta época no servían tanto para contar noticias, informar de los acontecimientos que suceden en un lugar,… como para informar de la realización de eventos culturales (por ejemplo, anunciar la representación de obras teatrales) y tener acceso a recensiones y resúmenes de libros de diversa tipología.
Por otro lado, en el resto de cláusulas de dicho testamento, Manuel Ventura de Figueroa ordena que cuatro quintas partes de su riqueza sean empleadas para hacer dotes a parientes huérfanas, bien sea para casarse, bien sea para entrar en órdenes religiosas, y por otro lado, para alimentar a parientes huérfanos, muy especialmente para los que cursen estudios universitarios o de otro tipo (en ambos casos, con independencia de si el parentesco con Manuel Ventura Figueroa procede por línea matrilineal o patrilineal). Para poder cumplir esto, Manuel Ventura Figueroa ordena hacer una fundación pía, quedando la otra quinta parte de esta riqueza destinada a sufragar los gastos funerarios y religiosos, junto con limosnas y obras benéficas.
En el caso de las dotes femeninas, esta era una práctica con mucha importancia dentro del ámbito social y caritativo. Dependiendo de la situación familiar, estas prácticas sociales eran tremendamente costosas para las familias, llegando a ser en muchos casos casi inabordables económicamente para las familias de origen humilde.
Es por este motivo por lo que para una mujer huérfana es considerablemente dificultoso obtener dichas dotes si no se encontraban amparadas, como es el caso de este testamento, por un familiar (especialmente si tuvo cargos eclesiásticos, como es el caso de Ventura Figueroa) que a su muerte decida donar parte de su riqueza en asumir económicamente dichas dotes, un ejercicio que se considera propio de la caridad religiosa y que se asocia también con las donaciones a gente “pobre y honesta” de determinadas feligresías. En el caso de Manuel Ventura Figueroa, existe el ejemplo de la donación a su hermana, Ana María de Figueroa, religiosa residente en un convento en Redondela (Pontevedra), por una cantidad de 800 ducados anuales vitalicios.
Pero esto, en el conjunto de la Europa moderna, no es un encargo exclusivo de particulares, sino que es una práctica que puede ser asumida por parte de las instituciones religiosas e incluso, en algunos casos, por parte de las administraciones municipales .
En el resto del documento, se pueden ver los procedimientos necesarios para poder cumplir las últimas voluntades de Manuel Ventura Figueroa, en especial en lo referente a la fundación pía, y que serían llevados a cabo por los testamentarios nombrados previamente por Manuel Ventura Figueroa poco antes de fallecer.
Los primeros procedimientos llevados a cabo por parte de estos testamentarios fueron tasar todos los bienes de Manuel Ventura Figueroa y formalizar todos los trámites necesarios para poder proceder al nacimiento y constitución de esta fundación pía, llamada Patronato Laycal.
El siguiente paso es nombrar a un administrador de este Patronato Laycal, que por vez primera cae en la figura de Juan Bautista de Valverde, y se establecen las cláusulas y exclusiones que condicionan el acceso a este puesto en el futuro, además de la existencia de un “juez protector” que supervise la gestión de esta fundación, percibiendo, en ambos casos, un salario por ejercer estos cargos. Además, se establece el capital necesario para la constitución de esta fundación, incluyendo la forma en la que se establece ese capital (por ejemplo, 5 millones de reales en acciones del Banco Nacional de San Carlos, o 1 millón de reales de las rentas del tabaco).
A continuación, se procede a la redacción de los objetivos de la fundación, siempre basándose en lo que escribió Manuel Ventura Figueroa en su testamento, si bien se matizan y se concretan las cláusulas puestas por Manuel Ventura Figueroa.
Para las donaciones femeninas destinadas a las mujeres huérfanas que se vayan a casar, se establece una dote mínima de 2.000 ducados por persona, mientras que para las mujeres que entren en órdenes religiosas, se estipula una dote de 11.000 reales de vellón por persona, además de otros 3.000 reales de vellón por persona, con el objetivo de sufragar ciertos gastos particulares que se producen cuando cualquier mujer entra en una orden religiosa en aquella época.
Para las donaciones masculinas para hombres huérfanos que quieran realizar sus estudios en las escuelas de primeras letras o de gramáticas, se establecen unas rentas de 150 ducados anuales por persona, mientras que para la carrera militar o el estudio de filosofía y de facultades mayores (teología, leyes, cánones, medicina y matemáticas), se asignan 3.300 reales anuales por persona, además de sufragar los costes de los grados en Bachiller y Licenciado, necesarios para poder acceder a estos estudios. Una vez terminados estos estudios, estos individuos recibían 6.000 reales de vellón, para que se pudieran asentar económicamente. Además, aquellos que se formasen en comercio al por mayor o en artes liberales (arquitectura, pintura y náutica), reciben 600 ducados anuales.
En caso de que no hubiese ningún tipo de huérfano o huérfana pariente de Manuel Ventura de Figueroa que se encontrase dentro de estas condiciones para recibir dinero del Patronato, pasarían a recibir dinero los huérfanos de las parroquias donde habían nacido los padres y abuelos tanto paternos como maternos de Manuel Ventura de Figueroa (las parroquias en cuestión serían: San Vicente de Vigo (Carral, A Coruña), Santa María de Xanza (Valga, Pontevedra), San Pedro de Tenorio y Santiago de Viascón (Cotobade, Pontevedra)).
El resto de cláusulas corresponden a procedimientos internos de funcionamiento del Patronato Laycal y a modificaciones posteriores de las cláusulas originales de esta Fundación, que matizan y modifican levemente lo dicho por Manuel Ventura Figueroa en su testamento.
Para concluir, decir que esta fundación pía aún existe a día de hoy, que sigue dando becas a estudiantes universitarios, y que las becas que otorga (y ha otorgado) esta fundación beneficiaron a personajes tan importantes de la cultura gallega como Álvaro Cunqueiro, Fermín Bouza Brey o Xosé Filgueira Valverde (autor conmemorado en el “Día das letras galegas” de este año 2015), entre otros gallegos, tanto conocidos como desconocidos (por ejemplo, el político Eugenio Montero Ríos, o la madre de Mariano Rajoy). Los descendientes de Manuel Ventura Figueroa se hacen llamar a sí mismos como “figueroístas”.

Simón de Eiré

Bibliografía
-S. Rial García, “Casar doncellas pobres”, paradigma de la caridad eclesiástica”, Obradoiro de historia moderna, Nº 3 (1994), pp. 71-85.
-O. Rey Castelao, “Las donaciones ilustradas a la Biblioteca de la Universidad de Santiago”, en Entre nós: estudios de arte, xeografía e historia, Santiago de Compostela, 2001, pp. 413-437.
-http://elpais.com/diario/2008/02/04/galicia/1202123903_850215.html

Enlace para descargar el documento analizado: http://www.galiciana.bibliotecadegalicia.xunta.es/es/consulta/resultados_navegacion.cmd?id=4063&posicion=1&forma=ficha