Es la última parte del análisis y verificaremos el cumplimiento del recurrente patrón conforme al que Boca tuvo en el campeonato pasado serias y numerosas dificultades defensivas, ofensivas, y transicionales, necesitando de Riquelme para fungir por sí solo lo que Boca no pudo hacer como equipo. Incapacitado de salir jugando y de dar dos pases seguidos, necesitó que Riquelme retrocediera exageradamente a buscar la pelota en las inmediaciones del área propia en numerosas ocasiones. Boca no pudo ejercer la tenencia, realizar la transición, ni obtener ocasiones de gol sin la intervención de Riquelme salvo en esporádicas ocasiones.
En el siguiente video veremos hasta dónde está obligado a retroceder el 10 para lograr salidas limpias, la movilidad y el desgaste que tiene que hacer para ejercer la posesión y la transición, y la dinámica y la precisión normal de sus funciones ofensivas.
Para terminar, solamente marco unos pequeños detalles. Por un lado evidenciar la influencia de Riquelme en el juego más allá de sus intervenciones con o sin la pelota. En el detalle #1 se ve a Riquelme, que antes se había ubicado por izquierda hasta que Estudiantes decidió soltar en ataque al lateral izquierdo y entonces para impedírselo ahora el 10 se ubicaba por derecha, gesticular indicaciones al delantero que después roba la pelota. Por otro lado, en el detalle #2, la importancia de tener un jugador más apto para el Barcelona que para Boca, que devuelve al juego esas pelotas que van por el aire, a dividir, y que están practicamente perdidas. Eso que siempre valoramos en el mediocampo de Xavi, Busquets, y Andrés Iniesta.
Por último, señalar en el detalle #3, el excelente rendimiento físico de un jugador de 33 años que, como hemos estado viendo en el transcurso del análisis, es el jugador que más corre en el equipo, en un momento del partido en el que el decaimiento de las fuerzas están en el más alto nivel como ocurre en los últimos 8 minutos de un partido.