Si hace unas semanas ya os anunciábamos que nos íbamos de boda, en el capítulo de hoy de Juego de Tronos, Las lluvias de Castamere, hemos llegado, sin duda, a una de las esperadas. Cierto es que ya hemos asistido a la de Tyrion y Sansa, pero, ojo, ¿tiene ésta algo de comparable? Solo por el título y la letra de la canción, podemos entrever que algo oscuro se cierne sobre nosotros. Contengamos el aliento y veamos, pues, cómo ha evolucionado este episodio, antesala a la Season Finale de la tercera temporada de Game of Thrones y dejemos salir un par de maldiciones por nuestra boca. La ocasión lo merece y, aún más, para el espectador que no tenía ni idea y ni si quiera se olía lo que iba a pasar. No obstante, dejemos lo mejor para el final.
YUNKAI
EL NORTE
Más allá del Muro, varias tramas se cruzan en nuestro camino. Por un lado, nos encontramos a Sam y a Gilly quienes, después de haber escapado con vida y haber aniquilado a un caminante blanco, siguen marchando hacia el Muro. Y oigan, el bueno de Sam no iba a ser menos que Daenerys y también utilizará una entrada secreta para conseguir su objetivo: una puerta situada en el Fuerte de la Noche (uno de los muchos castillos abandonados de la Guardia de la Noche) y que solo se abre ante los hermanos juramentados. Toma ya.
Tormund ha ordenado asaltar la casa de un hombre para hacerse con su oro y con sus caballos. El objetivo es acabar también con la vida del viejo, algo con lo que no está de acuerdo el joven Nieve. Pueden robarle y, al mismo tiempo, perdonarle la vida, aunque esto no casa con la filosofía de los salvajes y las palabras de Jon caen en saco roto. No obstante, el bastardo de las ingenia para avisar al anciano y éste consigue huir en uno de sus caballos justo antes de que lleguen sus asesinos.
En su huida, pero perseguido por los salvajes, llega hasta la torre donde se ocultan Bran y los suyos. Una tormenta ha comenzado y Hodor entra en pánico por culpa de los truenos y los rayos. Sus “¡Hodor!” retumban fuera y dentro de su guarida y todos temen ser descubiertos a causa del estruendo. Entonces, Bran, hace algo que hasta ahora solo habíamos visto dentro de sus sueños. Con su mente, se introduce dentro del dulce gigante y consigue calmarlo ante la sorpresa de todos.
Se separa el grupo pero no solo el de Jon. Convencido de que debe seguir los consejos de Jojen, Bran decide hacer lo que en los libros ocurrió hace siglos: mandar a Osha y a Rickon a un lugar seguro y partir al que el cree que es su destino. Asistimos así a una última escena con el menor de los Stark y la salvaje quien, ni corta ni perezosa, obedece rápidamente a su joven señor y marcha hacia el hogar de la familia Umber. Esperamos volver a verlos antes de que el chico de el estirón…
LOS GEMELOS
El rey en el Norte y su séquito, con Talysa incluida (¿será éste un guiño a los lectores respecto al futuro de la misma en los libros?), llegan por fin a Los Gemelos, donde, según mandan las costumbres son recibidos con alimento y bebida, prueba de la hospitalidad y protección del Señor que los recibe. Lord Walder Frey acepta las disculpas de Robb, no sin antes dedicar algún que otro comentario hostil hacia el joven lobo y su esposa (¿Se referirá solo a sus pechos cuando habla de lo que esconde bajo su vestido?) y todo bajo la atenta mirada de Lord Edmure quien, curioso e intrigado, no puede dejar de preguntarse cuál de las “bellezas” que ha sido capaz de engendrar Lord Frey será la afortunada de ser su esposa.
De vuelta a Los Gemelos, asistimos por fin al desenlace. No solo Edmure descubre el rostro de la que será su compañera el resto de su vida, sino también nosotros. Y qué grata (y extraña) sorpresa descubrir que Roslin no tiene nada que ver con sus hermanas. Es una joven dulce y hermosa a la que Edmure está encantado de proteger con la capa que marca el inicio de su matrimonio.
Llega el banquete y con él, el encamamiento. Al ritmo de El oso y la doncella, Lord Edmure y Roslin son llevados en volandas a sus aposentos para que consumen su matrimonio. Todos ríen y disfrutan del momento. Los Stark, aún sin saberlo, nunca habían estado tan cerca unos de otros desde la muerte de Ned. Y todo son risas… hasta que se cierra una puerta.
Un momento imprevisible y que nadie se esperaba. Una boda teñida de sangre. Una boda… roja.
PD: Te odio, George R.R. Martin.