Si la semana pasada nos despedíamos anunciado casi a bombo y platillo grandes episodios por venir, esta semana toca comenzar admitiendo que nos equivocamos. Y es que, comparado con cualquier otro episodio de la cuarta temporada, ‘Mockingbird’ ha sido, si cabe, el más lento y aburrido de todos. ¡Y eso que no salía la trama de Bran! No obstante, el final del 4×07, sí que ha valido la pena, en cuanto a lo que sorpresas se refiere, que no a dramatización. Vayamos pues al grano, pero no sin antes pasar de puntillas por lo que ha sucedido en los Sietes Reinos y más allá del Mar Angosto. Porque que los guionistas se hayan permitido el lujo de aburriros un ratín, aquí, la que suscribe no está dispuesta a hacerlo. Desenfundemos los spoilers y ¡al grano!
Más Allá del Mar Angosto, el Muro y otros lares de Poniente
Normalmente, cuando Daenerys de la Tormenta aparece en pantalla, yo suelo echarme a temblar. Y eso que ya hemos comentado alguna que otra vez que la forma de llevar las páginas escritas por George RR Martin dedicadas a la khaleesi, llevadas a la pequeña pantalla ganan mucho. No obstante, eso no quita, que de aquí a que Daenerys se decida a cruzar el Mar Angosto y dirigirse con sus hombres a Poniente, parece quedar un rato. Y, claro, de mientras, la madre de dragones se tiene que entretener, ¿por qué no?, buscando un padre para tan entrañables bestias. Y eso es precisamente lo que hace en Mockingbird: apañarse un ligoteo y poner un poco celoso a ser Jorah. SIMPLEMENTE ESO. Bueno, eso, y apiadarse un poquito de sus enemigos. ¡Que no siempre hay que ser tan vengativa, mujer!
Mientras tanto, en nuestro querido Poniente, nos encontramos con que en el Muro, Jon regresa al Castillo Negro donde, contra todo pronóstico, nadie hace caso de sus sabios consejos y palabras. Porque, oye, cerrar el túnel que atraviesa el muro para evitar que pasen los salvajes pues no parece muy buena idea que digamos. Y, menos, si lo sugiere Jon Snow…
Al mismo tiempo, en otros rincones de Poniente tampoco sucede mucho: Melisandre se da un baño ante la atentísima mirada de la esposa de Stannis Baratheon; Arya y el Perro son protagonistas de una pequeña escaramuza de la que Gregor Clegane sale un poco malherido; y Brienne y el joven Podrick tienen un fortuito encuentro con nuestro antiguo amigo Pastel Caliente, aquel compañero de aventuras de Arry y que no tarda ni un minuto en decidir que la doncella de Tarth es alguien de fiar y digna de saber que la hija menor de Ned Stark sigue vivita y coleando. ¿A quién más se lo habrá soltado?
Desembarco del Rey
Y, por fin, en la Capital de los Siete Reinos, volvemos a donde lo dejamos la semana pasada. Después de que un Tyrion traicionado y despechado, nos mostrara no solo la grandeza de Peter Dinklage sino también ese rugido de león al que antes nos tenía acostumbrados, esta semana presenciamos una espera que si nos tortura a nosotros… ¡imaginemos a él! No solo tiene que enfrentarse a un juicio por combate que él mismo ha escogido y que puede suponer su propia muerte sino que, además, no tiene campeón que luche por él. Su hermano, desmembrando y sin coraje para enfrentarse a la Montaña, no es capaz de defenderle. Y su otra alternativa, su fiel amigo Bronn del Aguasnegras, le demuestra que no es tan fiel como pintaba. Las monedas lo son todo para un mercenario, y más aún si éstas vienen acompañadas de un castillo, las carnes de una mujer y una posible herencia.
Sin embargo, no todo esta perdido para nuestro león de Lannister. Y, aunque no sea por amistad ni por lazos de sangre, Tyrion cuenta con un aliado que ha llegado a Desembarco del Rey en busca de justicia. Justicia por un asesinato que se cometió años atrás cuando la esposa de Rhaegar Targaryen y sus hijos morían a manos de la Montaña. Por ello, el campeón de Tyrion no será otro que el hermano de Elia: el príncipe de Dorne, la víbora roja Oberyn Martell.
El Valle
Finalmente, en el valle de Arryn, Sansa Stark sigue viviendo de incógnito bajo las faldas de su tía, la protección de Lord Petyr y los llantos de Robalito. Durante dos temporadas y media, la hemos visto llorar por las esquinas, presa del miedo y presa de la pena. Pero ahora sí. Ahora por fin vemos a una Sansa que deslumbra con su belleza. Una Sansa que deja sin aliento al mismo Meñique . Una Sansa que, ni corta ni perezosa, es capaz de darle una bofetada a un niño enfermizo por destrozarle un castillo de nieve. Con él si puedes, ¿eh, bonita?
Sin embargo no todo pinta tan bien para la heredera de Invernalia y lo comprobamos justo en la siguiente escena. Pero no por la guantada que le ha dado al niño, sino por el beso que el nuevo señor del Valle le roba en un momento de descuido. Lysa Arryn está completamente enamorada de Lord Petyr, y ese amor enfermizo sobrepasa límites. Los sobrepasa del tal manera que es capaz de hacer volar a su sobrina por la Puerta de la Luna. ¿Quién le iba a decir a Lady Lysa que la única que caería al vacío esta noche sería ella? Ains, es que hay amores que matan. Y que se lo digan a Petyr.
Señoras, señores, esperemos que en el próximo episodio venga lo que tenga que venir. Que si para algo ha servido Mockingbird ha sido para sentar las bases de lo que está por llegar. Buena espera a todos y que el trono os acompañe. En dos semanas, más.
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