ANÁLISIS: Metal Hellsinger

Publicado el 16 septiembre 2022 por Raúl Vázquez Santos @Generacionpixel

¡Los infiernos del Metal!

Cómo buen metalero, amante de los juegos rítmicos, y seguidor de la casquería infernal, ha sido imposible resistirse a formar parte de una de las experiencias de acción más brutales y divertidas con la que me he encontrado en los últimos tiempos.

Y es que uno se viene muy arriba cuando en un juego empiezan a sonar los primeros riffs de guitarra, los cantos guturales y los dobles bombos. Y se nos plantan delante, hordas de monstruos y demonios, bajo el papel de otro demonio. Y esas son las demenciales sensaciones y premisas que os vengo a dar a conocer bajo el nombre de Metal: Hellsinger

EL RITMO DE LA DESTRUCCIÓN

Empezar a disfrutar de esta particular experiencia. Es empezar a meter el ritmo en tu cuerpo, a mover la cabeza, y empezar a entender como un juego de acción en primera persona se coordina y acompasa con la música que está sonando. Y cómo notar y disfrutar cuando uno comienza a progresar a medida que machacamos toda clase de criaturas infernales.

Y es que Metal: Hellsinger comienza dejando bien claro su planteamiento, que en inicio uno no se espera, y menos cuando llegan unos momentos de calibración de nuestros mandos, esenciales para que la experiencia tenga sentido. A lo que le seguirá un perfecto tutorial, que comienza a abrirnos los ojos y los oídos, y que nos enseña las bases de un juego rítmico escondido tras una capa de juego de acción en primera persona. En donde el golpeó cuerpo a cuerpo, cualidades de esquiva, capacidades de disparo la larga distancia, o las brutales ejecuciones, se irán entrelazando para llegar a momentos de total euforia, armas de locura, y un demencial frenesí entre los miembros cercenados de demonios y monstruos de todo los tipos, formas y tamaños con los que nos topamos.

Todo ello bajo un concepto de mapeado bastante esquemático. En el que zonas delimitadas, tendrán que ser limpiadas para darnos acceso a lo siguiente que se nos viene encima. Y donde los multiplicadores a base de combos, irán entrelazando los diferentes instrumentos e incluso las voces de las canciones que nos acompañan. Motivando todo ello a escuchar la canción en su plenitud, y de disfrutar de brutales temazos.

Una experiencia jugable que se ha colado e mi cabeza, bajo el concepto de tener que estar centrado en el ritmo de la música a la hora de machacar, disparar, o incluso recargar. Y dejar de un lado el apuntado y disparo clásico. Por lo que puede que nos resulte complejo en inicio, pero una vez cogido el concepto y el ritmo a cada acción, e incluso a cada tipo de arma, consigue sacar de su interior una brutal experiencia para nuestros metaleros sentidos.

Por último, y más allá de la dificultad inicial. Este se vuelve adictivo gracias al sistema de puntuación que posee cada zona. En la que un ranking mundial, una serie de retos, y las cualidades desafiantes que desembocan en nuevas potenciaciones, que nos motivan a repetir y repetir cada zona como alma que nos lleva el demonio.

DESTACADO JUGABLE

A nivel narrativo me ha sorprendido como el juego tiene una curiosa y demoníaca base, que da cierto sentido a nuestro camino, a nuestro personaje, y como no, a ese mundo que quiere entrelazar en el camino de venganza, destrucción y sufrimiento. Y aunque se siente potente a nivel de guión en los primeros momentos, termina por diluirse y quedar con ello como muy secundaria. Pese a ello se disfruta, y creo que interviene en su justa medida dentro del tipo de juego tan dinámico que es.

APARTADO TÉCNICO

CONCLUSIÓN NUESTRA FORMA DE VALORAR LOS JUEGOS Código digital proporcionado por BestVision PR