Análisis: The Last Tinker City of Colors

Publicado el 01 junio 2014 por Raúl Vázquez Santos @Generacionpixel

Y seguimos anotando indies al carro de la generación, ni los chinos nos suponen una amenaza tan desproporcionada con respecto a la penetración en el mercado videojueguil por parte de la “industria” independiente del sector. Todo empezó como un mero juego de niños, la alucinación por parte del público con determinadas obras de bajo presupuesto, justo ahí sonó el pistoletazo de salida, sucediéndose uno tras otro, grandes ideas mezcladas con proyectos ambiciosos para los recursos de los que se disponen.

En este caso Mimimi productions (Imposible no leerlo con voz angelical) junto al motor Unity, nos traen uno de esos juegos que previamente a jugarlos ya sabes que te van a tocar la fibra sensible, nos vemos envueltos en un mundo donde la ricura y el olor intenso a acuarela se mezclan con uno de los mayores problemas de la sociedad actual, el racismo y una política corrupta, suavizados por unos cuantos pixeles a través de nuestras pantallas.

UNA REGIÓN MULTICOLOR

Tranquilos, no hemos saltado a analizar el argumento de la abeja maya, quizás sea hasta más adorable el mundo de City of Colours, una región dividida en distritos, cada una determinada por su color, el rojo el azul o el verde, antaño hermanados y unidos pero que hoy día vive uno de los peores momentos de la historia reciente, solo hace falta darse un pequeño paseo por el mercado, único lugar donde aún se mezclan distintas razas, y observar que los rifi rafes entre todos muestran los primeros brotes de odio. Comienzan las políticas más radicales, donde la implantación de altos impuestos en determinadas regiones para el resto de visitantes está a la orden del día.

Nosotros, ajenos a todo ello, encarnamos el papel de Koru, con su inseparable amigo y un tanto ocurrente en situaciones un tanto peliagudas, Tap. Nuestro protagonista, un aspecto un tanto opuesto a todos los habitantes de la ciudad, apariencias de simio que no hacen más que acentuar su desencajo en la región, lo que nuestro protagonista no sabe aún es que proviene del mundo de los Tinker, aún no sabemos cuántos pueden decir esto.

Tras una dura jornada de recados para conseguir competir en la carrera municipal, donde por obra y gracia de los asuntos de “altas esferas” ahora supone un desembolso de 500 cristales, nos disponemos a competir, no antes sin la previa vacilada del típico matón proveniente del barrio rojo, y con el cuál tendremos algún problema más grave durante la misma.

Todo este asunto acaba desembocando en asuntos más graves, asuntos que ni siquiera están al alcance de cualquier vecino de la ciudad de colores, y con ello Koru tomará el papel de protagonista clave en la historia, una historia de aventuras y fantasía al más puro estilo Disney.

ESPÍRITU AVENTURERO

Cuando tratamos The last Tinker, en un principio nos lo vendían como un plataformas, cosa para la cual no está en demasía centrado puesto que hablamos de una mecánica reducida al absurdo, donde la habilidad del jugador queda casi en segundo plano.

Encarnar a Koru no supone mucho reto, ni siquiera en su máximo nivel de dificultad, donde nos acojonan en un principio advirtiéndonos de que en un simple “toque” nos matan, bien es cierto que no mienten, pero de ahí a que nos lleguen a rozar puedes tirarte hasta la cuarta entrega del título.

El sistema de plataformeo es muy básico, Koru salta automáticamente a cualquier saliente, roca o planta flotante, donde lo único que tendremos que hacer es seguir avanzando enfocando con la cámara para que el personaje salte automáticamente el siguiente obstáculo. Quizás los paseos en las vías son lo que supone algo de desafío, teniendo que impulsar al personaje con el botón de salto para evitar ciertos objetos situados en medio del carril y si no calculamos bien comérnoslo sin compasión para volver a iniciar desde el punto de control.

El sistema de combate es algo más destacable, siendo el mismo llevado a cabo en juegos con tanto renombre como la saga batman, clicar el botón izquierdo del ratón de una manera coreografiada, ni antes ni después, para ir encajando combos e ir dejando a los enemigos en el suelo uno tras otro.

Tendremos algunas otras opciones que dejaremos que vayáis descubriendo por vosotros mismos, pero que dan algo más de variabilidad al juego, alejándolo un poco de la mecánica simple que impresiona en un principio y que en menor medida se va arrastrando durante el título.

Pese a la facilidad que pueda suponer el título, The last Tinker muestra una base solida teniendo en cuenta de que hablamos de un juego independiente, y que además puede hacer gozar a un gran abanico de jugadores, a los más jóvenes les supondrá un buen inicio y ampliar conocimiento de lo que jugábamos antaño, y a los más veteranos con unas amplias miras y que no se obcequen con triples A de turno, una grata sorpresa con una tocada monumental en la fibra sensible ante tanto amor desplegado.

LIENZO E IMAGINACIÓN

Simplemente con iniciar la creación con Unity, nos damos cuenta del cariño plasmado en el título, montando un dispositivo de emergencia para alcanzar a todo ser que le guste y aprecie de verdad este mundillo, observar un apartado artístico que roza lo sublime, donde en ocasiones parezca que estemos viendo un cuadro cobrar vida, una obra de autor.

Un aire caricaturesco que da galones y ganas de hablar a The Last Tinker, Koru y toda la región de colores muestran todo un poderío artístico que alegra e ilusiona al jugarlo, las palabras que pueden salirnos automáticamente de la boca al probarlo pueden ser: “Que bonito”

Pero no todo es alegría y color, tratando meramente el plano técnico, el juego en ocasiones, mucho más al principio del mismo padece de unas leves rascadas en la tasa de imágenes por segundo, sobre todo cuando tenemos que hacer movimientos bruscos de cámaras, cosa que quizás empañe la primera impresión, sobre todo en combates donde tienes que manejar al personaje mediante movimientos de cámara constantes.

NUESTRAS CONCLUSIONES

Poco más que añadir a todo lo dicho anteriormente, un juego realizado con mucho amor y cariño y que a los más nostálgicos le supondrá una pequeña inyección moral, sobre todo viendo el abuso de la industria independiente, donde ya no sale tanta calidad pero en cambio si muchísima cantidad que no siempre es buena.

Pese a las mecánicas facilonas es un juego muy disfrutable, con una historia que recuerda a esa “magia” Nintendera clásica, algo que se va percibiendo mientras se avanza en el título. Las alabanzas al apartado artístico han sido agotadas ya durante el transcurso del análisis.

LO MEJOR

-Apartado artístico

-Sistema de combate

-Amor desplegado

LO PEOR

-Ciertas rascadas en los movimientos de cámara

-Mecánica simplísima

-Excesivamente fácil (excepto ocasiones)

“Nuestra forma de valorar los juegos

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