Mi amigo Eusebio explica la crisis como una importante batalla en la guerra que libran, desde siempre, los opresores y los oprimidos, los amos y los esclavos. Voy a intentar resumir su tesis:
Los poderosos están tensando la cuerda hasta colocarla al borde de la ruptura. La actual crisis no es otra cosa que un intento desesperado de los amos de siempre por mantener su poder, utilizando esta vez la estrategia del desastre, llevando a los pueblos hasta el límite para poder así justificar la existencia de gobiernos fuertes y poderes especiales, suprimiendo derechos y conquistas históricas populares.
La guerra entre opresores y oprimidos tiene batallas visibles y abiertas, como las recientes o actuales de Egipto, Túnez, Libia, Siria y Yemen, y otras más ocultas y silenciosas, como las que se desarrollan en países como Gracia, España y muchos países de todo el mundo, entre los cuales hay no pocos que se autotitulan democráticos pero que, en realidad, son dictaduras camufladas de partidos políticos, profesionales de la política y grandes corporaciones que sustentan el dominio y el expolio de las sociedades.
Ante las rebeliones desatadas en todo el mundo, donde los ciudadanos quieren sacudirse el dominio de sus ineptos e injustos amos para instaurar, en lugar de las tiranías camufladas de democracia, verdaderas democracias de ciudadanos, sometidas a control cívico y al imperio de la ley, los dominadores responden, a través de los mercados y de los gobiernos que controlan, cunduciendo a las sociedades hasta la crisis, la pobreza y el caos, para que el mismo pueblo reclame poderes especiales que impongan disciplina y restaure el ancestral dominio de los amos sobre los esclavos. La corrupción extrema de los gogernantes, el endeudamiento extremo, el despilfarro y el expolio de las arcas públicas no son otra cosas que estrategias de los dominadores y explotadores para ganar la guerra contra el pueblo rebelde que quiere justicia y decencia.
En mi libro "Peridistas sometidos, los perros del poder" (Almuzara, 2009), hay un párrafo que dice: "La tozudez enfermiza del poder, que se ha negado a introducir en el sistema las reformas que exigen el ciudadano y la decencia, nos está llevando hasta las puertas del enfrentamiento. Hay muchos filósofos y politólogos que opinan que la Tercera guerra mundial será la de los ciudadanos, cansados de mentiras, manipulaciones y mal gobierno, contra gobiernos a los que considera opresores. La insolencia y la arrogancia de los poderosos están llevando a la sociedad hacia el desastre".
En el mismo libro se dice: "Los nuestros son tiempos de rebelión: rebelión de los oprimidos frente a los opresores; rebelión de los pobres frente a los plutócratas; rebelión de los receptores de mensajes frente a los que engañan y degradan". La crisis mundial, con su inmenso pánico y las agresiones que conlleva (pobreza, desempleo, desconfianza, etc.) no es otra cosa que un intento desesperado de los grandes poderes mundiales, herederos de la opresión histórica perpetrada por faraones, emperadores, reyes, sátrapas, plutócratas y otros tipos de explotadores, por cambiar el rumbo de una Tercera Guerra Mundial que se estaba inclinando, peligrosamente, del lado del ciudadano, de la libertad, la justicia y la decencia.
La actual guerra se está librando entre los ciudadanos y sus vampiros; entre los esclavos milenarios contra los amos de siempre, entre las muchedumbres planetarias contra los usurpadores de los medios de vida de la civilización humana. Es un proceso que cada día resulta más evidente, a pesar de su ocultación mediática y de las mentiras por parte de los poderosos.
A lo largo de toda la Historia de la Humanidad, el miedo ha sido utilizado siempre por los poderosos para reforzar y mantener el poder: miedo a lo desconocido, a la naturelaza, a los dioses, a los invasores, a los desastres, al enemigo, etc.. Durante la segunda mitad del siglo XX, el poder mundial opresor se mantuvo con firmeza gracias al miedo al comunismo y a la doctrina de la seguridad nacional. Una vez derrumbado el Muro de Berlín y desaparecido el fantasma comunista, los poderosos hipertrofiaron la amenaza del terrorismo para justificar su dominio injusto y antinatural sobre hombres y mujeres y la supresión de la libertad y los derechos fundamentales. Pero la amenaza terrorista se ha esfumado y ya no asusta a nadie. Se experimentó con la amenaza de nuevos virus y gripes mortíferas, pero esas experiencias fracasaron. La actual crisis económica mundial sí parece que les funciona y está siendo mantenida, a pesar de sus enormes costes y traumas, para que el poder mundial de siempre mantenga su indecente y deleznable opresión.