Nota: 5,5
La cadena ABC lleva tiempo intentando dar con la tecla indicada para conseguir otro bombazo como en su día lo fue la controvertida Lost o Mujeres Desesperadas (ahora agonizando en su última temporada). Para ello, en esta ocasión han contado con los antiguos productores de la serie isleña y los guionistas de la estupenda Tron Legacy, Adam Horowitz y Edward Kitsis, para dar de nuevo una vuelta de tuerca a los cuentos de hadas tradicionales que todos hemos conocido desde nuestra más tierna infancia. Y como toda historia de fantasía que se precie, contaremos con la magia y el misterio edulcorados con la clásica historia de amor del “vivieron felices y comieron felices”. O quizás no tanto... Más, tras el salto.
Durante el piloto, el desarrollo de la historia va intercalando el mundo de fantasía y el real del común de los mortales. Por un lado nos presentan la clásica historia de Blancanieves y su Príncipe Azul, cuyo idilio acaba una vez la despiadada reina maldice su felicidad hasta el fin de los días. Por el otro lado, nos presentan a Emma Swan (Jennifer Morrison) como una mujer solitaria a la que por sorpresa se le presenta un niño en su puerta llamado Henry Mills, que resulta ser el bebe que ella misma dio en adopción años atrás.
Henry trata hacer entender a Emma que es la única que puede salvar el mal que prevalece sobre todos los habitantes del mundo de fantasía atrapados en un pueblecito de Maine de nombre Storybrooke, donde viven atrapados sin recordar quienes son. Pepito Grillo, Caperucita Roja o Los Siete Enanitos son algunos de los muchos personajes de fábula que podremos encontrar en Once Upon a Time.
Nos encontramos con el clásico piloto que quiere abarcar demasiado y se queda corto en detalles. Evidentemente, a una serie no se le puede juzgar tan sólo por el piloto (sino mirad Spartacus) pero uno no puede evitar mencionar que las sensaciones encontradas han sido decepcionantes. Lo cierto es que desde un principio cuesta entrar en una historia que a pesar de sus nuevos matices nos la han contado hasta la saciedad. La perspectiva entre el bien y el mal llega a ser demasiado cansina otorgando uno roles demasiado obvios a los personajes y por lo tanto carentes de cualquier interés ya que poca o nada complejidad pueden llegar a asomar a la vista sus personajes.
Aunque si bien es cierto que si tomamos Once Upon a Time bajo la premisa de que es tan sólo una historia de hadas, entonces cumple su cometido narrando tan solo la eterna lucha entre el bien y el mal. Por lo tanto, la previsibilidad puede ser un factor demasiado agotador para una serie que con ya una segunda temporada bajo el brazo está programada para superar la veintena de episodios por entrega. No obstante, si eres de los que no les gusta que se mancillen los clásicos puede que la serie de la ABC te convenza, sin embargo si van a atreverse con una nueva versión de los cuentos de toda la vida, ¿Por qué no destruir los mitos? ¿Por qué no darle una perspectiva más real?
De hecho, quizás de eso se trate la maldición y me equivoque, de traer aquellos maravillosos personajes y dotarlos de las bondades y miserias de nuestro mundo, siendo tan honorables o canallas como cualquier persona pueda ser en el mundo real. ¿O quizás me estoy columpiando demasiado y Once Upon a Time es tan ligera como muestra su piloto? Probablemente sí.
En el apartado técnico, no podemos decir que los efectos especiales sean nada del otro mundo, aunque recordando los dinosaurios de Terra Nova ni tan mal. De entre el elenco de actores habría que destacar al carismático Robert Carlyle (Trainspoting) como un convincente Rumpelstiltskin y Lara Parrilla como la pérfida alcaldesa de Storybrooke. Jennifer Morrison, a la que recordaremos por su moralista papel en la serie House, nunca ha sido una actriz llamada a ganar ningún Oscar de la Academia, pero por lo menos en hace lo máximo que se puede esperar de ella, no molestar. Por cierto, recordar que Antena 3 compró sus derechos, ¿Encajará en el canal principal o más propia de Neox?