Analizamos 'Frágiles', la nueva serie de Telecinco

Publicado el 11 agosto 2012 por Lapalomitamecanica
Buena premisa, mala ejecución

Nota: 4 La semana pasada se estrenó una de las nuevas apuestas por la ficción de Mediaset, Frágiles, con un reparto más sólido de lo habitual y un argumento que al menos provoca alguna curiosidad. No es ninguna novedad  que la cadena de Sálvame tiene un problema grave en este apartado, ya que hasta la fecha, las series patrias que ha estrenado se han contado por fracasos. El último caso reciente lo tenemos con La Fuga, una especie de Prison Break que como ya comentamos, dejaba mucho que desear. El problema que Telecinco tiene con las series viene relacionado con la mala imagen que la cadena ha ido adquiriendo con el paso de los años, basicamente, por ser una canal que progreviamente ha ido focalizando un target muy determinado cuyos gustos posiblemente estén lejos de la ficción. No obstante, lo que no pueden esperar es que el mismo grupo de espectadores que sucumbe a los encantos de Jorge Javier Vázquez en el inefable programa Tengo algo que decirte pueda apoyar propuestas más “innovadoras”.
Frágiles viene apadrinada por el relativo éxito de La Pecera de Eva, la serie de Alexandra Jiménez, ambas producidas por Isla Producciones y con una temática con no pocas similitutes. El análisis completo del primer episodio, tras el salto.
En Frágiles nos encontramos con Pablo, un fisioterapeuta de renombre que busca soluciones a los dolores que sufren sus pacientes aunque al final descubramos que el peor dolor no solo reside en el cuerpo.  Los padecimientos emocionales establecerán básicamente el vínculo de unión entre los pacientes y Pablo, y como éste, con métodos poco ortodoxos, intenta soliviantar las cicatrices que en ocasiones nunca cierran del todo. Santi Millán intenta esbozar un personaje con personalidad propia, sin embargo, consigue desdibujarse por completo con una caracterización que en ocasiones recuerda en exceso a las extravagancias del Doctor Gregory House, pero con una evidente falta de ingenio sobre todo en sus puntos cómicos.

Lamentablemente, lo que en un principio podría ser una propuestas interesante, lejos de los histrionismos como el remake de Cheers o el festival de disfraces llamado como Piratas, acaba tristemente naufragando por un guión que una vez más hace replantearnos la eterna pregunta ¿Qué ocurre con los guionistas españoles? Ya no es solo que los personajes disten bastante del realismo que requiere una serie que básicamente ha de sustentarse en actores convincentes y un guión sólido (sino véase la diferencia con En Terapia de la HBO), sino más bien  son una consecución de incongruencias que hace inverosímil lo que están intentando relatarte.

Un ejemplo claro lo tenemos con el personaje de Ruth Núnez, a la que recordamos por la simpática serie Yo soy Bea, remake de la famosa telenovela colombiana. Ruth, en esta ocasión, interpreta a una chica con el síndrome de Asperger, un trastorno de la personalidad que refleja de una manera muy sobreactuada consiguiendo que uno no pueda tomarse la serie en serio de primeras. Pero el mayor disparate viene a partir de una paciente con inmovilidad permanente por debajo de la cintura que acude a la terapia para buscar una solución a su continuo dolor de espalda. El caso es que después de un par de minutos de masajes de playa y un par de piropos de andamio, el protagonista de Frágiles consigue como si de un chamán se tratase  ya no solo cambiar el malhumorado humor de la paciente, sino incluso que mueva un dedo del pie milagrosamente. Por si fuera poco, la reacción de este fisioterapeuta que nos acompañará la noche de los jueves -si el público responde-, resulta aún más inverosímil viniendo de un profesional fomentando la esperanza de volver a caminar, en vez de andar con pies de polvorosa como supongo cualquier profesional en su sano juicio haría. Vamos, un disparate.
En conclusión, Frágiles podría haber sido una apuesta interesante de haberse centrado un poquito más en unos personajes algo más tridimensionales (los aspavientos de la Juani de Médico de Familia no tienen nombre) y en una historia donde los protagonista deberían de haber lucido con luz propia. Por desgracia, nos relatan una historia poco creíble buscando el efectismo de forma descarada donde los vínculos emocionales resultan demasiado intrascendentes no consiguiendo transmitir al espectador más exigente interés por las desventuras de los pacientes de Pablo. Además, Santi Millán todavía tiene que pulir sus dotes de actor -que no de showman-, ya que su personaje dista mucho de resultar carismático. Lo mejor, sin duda los títulos de crédito que me dieron la pequeña esperanza de poder estar ante algo diferente en lugar de frente a la quimera de siempre.