Analizamos la 4ª temporada de El Mentalista

Publicado el 14 junio 2012 por Lapalomitamecanica
Red John, ese grano en el culo que nunca se va del todo

Nota: 5
El año pasado, nada más terminar la tercera temporada, mi compañero Pablo definió muy bien lo que nos transmite a muchos esta serie al confesar su incredulidad por verse escribiendo una review de El Mentalista, ya que teniendo en cuenta el ajetreo diario y los temas pendientes (¿Alguien dijo Trono?), es evidente que la serie de Simon Baker no supone más aliciente al espectador que un mero pasatiempo. Y es que recordemos que hace 12 meses, la ficción del canal CBS terminó por todo lo alto con sorpresón mayúsculo: nada más ni menos que Patrick Jane disparando a quemarropa al mismísimo John El Rojo. Todos ansíabamos que el omnipresente asesino por fin se diera a conocer, y nuestras expectativas fueron más que satisfechas. No exagero si afirmo que los instantes previos a la consumación de la venganza de Jane fueron de lo mejor que nos ha regalado este procedimental con diferencia. Bueno, pues olvidar todo lo dicho por completo, porque desde el minuto uno de la cuarta temporada nos la meten doblada y sin vaselina.
Tenéis el relato de esta colonoscopia -también a quemarropa- que ha supuesto la cuarta temporada de El Mentalista, tras el salto.
The Mentalist, como decíamos, es una producción de baja exigencia enmarcada en ese género detectivesco que antaño se encontraba identificado con míticas glorias de la pequeña pantalla como Se ha Escrito Un Crimen (dios, que mal me caía la entrometida Señora Fletcher), Remington Steele o, por supuesto, Colombo. Ahora, en cambio, tenemos CSI y sus crías, a los militares de Navy: Investigación Criminal (con cifras de audiencia literalmente "increíbles" en USA), Castle, y por supuesto, El Mentalista. Todas utilizan la misma fórmula, que es basar su aspecto diferenciador en un envoltorio concreto para plantear un caso y atrapar al malo de turno en tiempo record. Series de formato casual donde las haya y con tramas autoconclusivas que en la mayoría de los casos resultan irrelevantes a lo largo de la temporadas.

Esa diferencia que hace de El Mentalista una serie potable es sin duda el carisma de su protagonista Patrick Jane, encarnado por el talentoso Simon Baker tras su anterior andadura televisiva en El Guardian, sin olvidar sus escasos (aunque acertados) pinitos en la gran pantalla como en la estupenda Margin Call y la no menos interesante Land Of The Dead. Su interpretación sigue siendo este año el pilar de la serie, aunque se sigue echando en falta que se intente explotar el pasado del Patrick estafador con algún currado flashback que profundize en el personaje. Ya sea sin esforzarse demasiado, esa chispa y simpatía que prodiga el actor australiano a su personaje es lo único que mantiene el interés de una serie que si de sus secundarios o guiones dependiera hace mucho que ya estaría cancelada. De hecho, si empezamos a ponernos quisquillosos con esa Brigada Criminal compuesta por un osazo bobalicón llamado Wayne Rigsby, el asiático Kimbal Choo y su interminable surtido de camiseta ajustadas, o  Grace Van Pelt como "la modelo que eligió mal su carrera", sin olvidarnos de la incompetente Lisbon, nos toparíamos con la cruda realidad de una banda más perdida que Jeff Bridges entre los cromas de Tron: Legacy.
Pero volviendo a la temporada en sí y reiterando lo dicho, ya empieza con mal pie desde el comienzo. No cabe duda que John El Rojo siempre ha sido el mayor foco de interés de la trama por la curiosidad de saber quién es el escurridizo asesino capaz de manipular a quien haga falta con tal de cumplir sus propósitos. Con un giro de guion chapucero (igualito que en la última temporada de Supernatural)  de ciento ochenta grados devuelven a Red John a la vida, intentándonos hacer creer que el personaje del centro comercial interpretado magníficamente por  Bradley Whitford, protagonista de El Ala Oeste y Estudio 60, no era más que otro esbirro del genio criminal que acabó con las vidas de la hija y mujer de nuestro Mentalista favorito (con permiso de Simon Silver, por supuesto).

A partir de este momento, la serie ha presionado el reset poniendo el contador a cero para volver a los mismos casos de siempre con pocas novedades sobre Red John salvo en los dos últimos capítulos, que si bien son curiosos (ver a Patrick moribundo siempre lo es) gracias al inusual salto temporal y la presencia de Emmanuelle Chriqui (Sloan de El Séquito), finalmente resultan la enésima tomadura de pelo de la serie de la CBS. En cambio, este año han apostado por ampliar las tramas de Rigsby, ahora padre calzonazos, y Choo, enamorado de su confidente y con una adicción a las pastillas de la que se olvidan a media temporada. Así, esto puede durar para siempre.
En definitiva, una entrega que vuelve a darnos esquinazo y que devuelve de nuevo a John El Rojo a nuestras vidas ante la nula capacidad de sus guionistas de inventar algo nuevo. En general, es difícil calificar una temporada de El Mentalista mejor que otra ya que parecen fabricadas en serie en una factoría automatizada, pero tras el coletazo de valentía de la pasada finale, casi que  el espectador esperaba algo más que un mero pasatiempo en busca del primer bostezo que preludie al sueño nocturno. Pero aunque ya sea un clásico que en esta serie nos den gato por liebre, eso no quita para que El Mentalista cumpla su propósito del entretenimiento encabezando el podio de la segunda liga televisiva, Baker mediante.