Supernatural se ha convertido recientemente para este redactor en una de las series imprescindibles de cualquier seriéfilo. Y es que la exitosa serie de la CW se desarrolla durante su primera temporada de una forma entretenida aunque sin llegar a cotas más altas para, a partir de la tercera entrega, despegar y alcanzar su perfección con la estupenda quinta temporada. Una serie que en un principio estaba pensada para terminar en la quinta entrega, pero como todos sabemos la televisión es un negocio y la cadena CW decidió alargar la vida de la serie. Con poca fortuna por desgracia..
Lo cierto es que lo tenían complicado a la hora de enfrentarse a la sexta temporada visto lo visto, porque ¿Qué hay más grande que enfrentarse a Lucifer y al Apocalipsis? Probablemente nada. Algo parecido sucedió con 24 y su brillante quinta temporada, que marcó el techo de la serie. Por lo que esta sexta entrega, sin llegar a ser mala, ha transmitido al espectador que en ocasiones los guionistas no sabían muy bien por donde querían desarrollar la historia. Por no hablar de los primeros capítulos de la temporada, muy lejos del nivel exigido.
Tras el salto comentamos la sexta temporada sin cortarnos en spoilers.
Tras quedar Sam atrapado en el infierno junto a Lucifer, pasado un tiempo volvió aunque sin una parte de sí mismo, su alma. Dean en cambio le vemos que ha sentado la cabeza y ha encontrado su pedacito de felicidad (Una familia que nunca ha llegado a cuajar del todo con el personaje) que jamás llegó a tener. Sin embargo, no pesará mucho en Dean tener que volver hacerse a la carretera al buen ritmo del Rock and Roll junto con su hermano pequeño. A partir de aquí, comenzará la búsqueda del alma de Sam, ya que sin ella el pequeño de los Winchester se ha convertido en un sicario sin escrúpulos.
En este momento Castiel es el absoluto protagonista de los últimos capítulos de la temporada, siendo su encarnizada lucha en el cielo lo que realmente prevalece en una temporada con demasiados frentes abiertos. Puede que el nuevo giro de guión (¡Y ya van tres!) sea una vez más difícil de creer conociendo al férreo y recto Castiel, un Ángel que nunca deja de sorprenderse de la conducta humana. Sin embargo, en el “6x20 The man who would be a King” nos dan las razones de los actos de Castiel siendo posiblemente el mejor capítulo de la temporada protagonizado por el personaje que en mi opinión supuso el incremento de calidad de Supernatural. Y es que puede resultar un poco irritante la cabezonería de los Winchester de no confiar en Castiel, sobretodo viendo el historial que tienen a la hora de hacer tratos con el Demonio.
Aunque la temporada nos deja la irremediable sensación de improvisación, lo cierto es que hemos disfrutado de grandes episodios además de los clásicos “chorriepisodios” (Lo que me pude reír con lo del Titanic) donde el llamado “humor-supernatural” brilla por doquier. Sin olvidar la vuelta de nuevo de La Muerte, un personaje con mucho más potencial para exprimir en siguientes entregas (¡Espero!), en un episodio de nuevo sobresaliente donde el ingenuo Dean comprobó en persona las consecuencias de cambiar el destino ya escrito. Por lo que salvo los primeros capítulos de la temporada que fueron realmente malos con todo lo que rodeaba al abuelo de los Winchester (personaje que nunca ha funcionado), en general capítulo a capítulo la sexta temporada se ha mantenido al nivel aunque argumentalmente haya decaído sensiblemente.
El final desde luego me ha resultado sorprendente aunque todavía no podemos afirmar si los responsables de Supernatural se han cargado el personaje de Castiel o quizás si plantean bien la siguiente temporada lo hayan mejorado. Y es que Castiel(personaje indispensable en Supernatural) ahora se ha proclamado el nuevo Dios del cielo y todo hace pensar que el trono se le ha subido a la cabeza. Lo cierto es que la temporada no ha estado a al nivel viendo como año tras año han subido el listón, no obstante no se puede decir que sea del todo desechable ni muchísimo menos. La sensación de improvisación de los guionistas y esos giros de guión más propios de Lost que de Supernatural son las señas de una temporada que quizás nunca debió existir a no ser que la séptima entrega nos diga lo contrario o nos reafirme que la serie de los hermanos Winchester debió haber acabado con el Apocalipsis.
PD: ¿Será por fin la séptima temporada donde el verdadero Dios del que tanto hemos oído hablar haga acto de presencia? Que mejor manera de volver al mismo nivel que cuando Lucifer caminaba entre nosotros.