La perspectiva de la autora es biológica, es decir, Fisher sostiene que todos nuestros comportamientos sexuales están influenciados por nuestro pasado evolutivo. No se trata de una defensa a ultranza de un determinismo genético, sino de mostrar como la biología nos empuja a tener determinados comportamientos. Al mismo tiempo la cultura puede reforzar o suavizar dichos comportamientos, por ejemplo, Fisher nos cuenta como la vida basada en la agricultura, lo cual es un rasgo cultural, sirvió para reforzar la monogamia.
A través de las páginas del libro descubrimos los distintos comportamientos sexuales de los seres humanos, podemos ver que comportamientos se dan en otras sociedades distintas a la nuestra, y también podemos ver cómo otras sociedades tratan temas como el adulterio.
El libro es realmente interesante a la vez que ilustrativo una lectura más que recomendable.