Anatomía del odio

Publicado el 29 enero 2020 por Carlosgu82
En un pasaje de La forma de la espada, un personaje de Jorge Luis Borges critica a un marxista porque «hay infinitas razones para odiar a un hombre y ese miserable las reducía todas a un conflicto económico». Ciertamente los marxistas redujeron las causas de las guerras a motivos económicos. La secreta esperanza era que, distribuida la riqueza de manera equitativa, los conflictos religiosos, nacionalistas, étnicos, de género, etc. terminarían. La historia ha demostrado que eso no es cierto y que el personaje de Borges tenía razón. Los humanos se odian por infinidad de razones, pero quizá todas puedan reducirse a una: odiamos lo que nos disminuye, como dijo Spinoza, por eso detestamos todo lo que tememos, porque nada disminuye más a una persona que aquello a que teme. Erich Fromm hizo notar que un alemán durante la Segunda Guerra Mundial o poco antes, podía ser pobre en comparación con otros alemanes, pero al menos creía pertenecer a una raza privilegiada. No importaba recibir órdenes de otro alemán, lo impensable era recibirlas de un judío, un eslavo, un latino o un gitano. Ser el último de un grupo privilegiado era mejor que ser el primero entre los despreciados. Desmond Morris, el autor de El mono desnudo y el Zoo humano, dio una original explicación sobre la homofobia. No creo que se aplique a todos los casos pero puede que a algunos. En una sociedad machista, los machos dominantes basan su prestigio en el número de mujeres conquistadas y su potencia sexual. En una sociedad liberada sexualmente, en que incluso un gay tenga más parejas que él, el macho ha perdido aquello en que basaba su estatus así como el obrero alemán perdía su estatus cuando recibía órdenes de integrantes de etnias despreciadas. Obviamente, no hay que descartar los posibles impulsos homosexuales reprimidos del macho que estaba tan obligado a mostrar su hombría, pero la idea de Morris me parece digna de analizarse.