El gobierno niega que haya dejado morir a los viejos, pero los datos estadísticos son reveladores. Mas de 14.000 fallecidos en residencias, exactamente 14.863 hasta ayer, día 21 de abril, la mayoría en Madrid, Cataluña, Castilla y León y Castilla-La Mancha, aunque el gobierno reconoce que ese número puede ser mayor porque las estadísticas oficiales se quedan cortas. De las 17.084 personas de más de 80 años que fueron hospitalizadas por coronavirus, sólo el 1,4% accedió a una unidad de cuidados intensivos, según los propios datos del Ministerio de Sanidad. El mismo Ministerio emitió un documento donde marca cinco pautas para asignar los medios escasos, como las UCI o los respiradores y los cinco criterios convergen en concentrar los recursos escasos en aquellos pacientes con más esperanzas de recuperación.
Los datos son tan duros e insoportables que hasta la Fiscalía del Estado, al frente de la cual hay una persona muy cercana al gobierno, ha tenido que abrir una investigación en 86 las residencias de ancianos donde existen indicios de irregularidades o maltratos durante la crisis del coronavirus, 40 en Madrid y 20 en Cataluña.
Los pacientes por coronavirus de más de 80 años representan nada menos que el 25,4% de los hospitalizados -uno de cada cuatro contagiados que han entrado en un centro hospitalario-. Suman, por ahora, 13.205 personas hospitalizadas de 80 a 89 años, y 3.879 por encima de los 90 años. En total: 17.084 pacientes contagiados.
Los ancianos españoles han sido "sacrificados" por el sistema y esa tragedia ha adquirido su máxima expresión de crueldad y vergüenza en las residencias de ancianos, donde murieron como chinches, abandonados por sus familias, hoy llenas de arrepentimiento y dolor, y por el gobierno, que dejó de ocuparse de esas residencias, convertidas por dejadez y mal gobierno en tanatorios donde los pacientes morían indefensos, sin cuidados médicos, sin ser despedidos por los suyos y sin defensa alguna.
En ningún otro capítulo queda comprobada la insensatez, torpeza y baja calidad del gobierno de Sánchez e Iglesias como en el "sacrificio" masivo de los ancianos españoles. Ante el espectáculo triste y repugnante de las muertes en cadena, muchos se han escandalizado y otros han caído en la desesperación, afirmando, incluso, que el gobierno pretendía ahorrarse el pago de muchas pensiones dejando morir a los ancianos.
Lo ocurrido en España es aterrador: en los momentos más difíciles de la pandemia se les dejaba morir en las residencias, en sus casas o en los pasillos de los hospitales, sin respiradores, sin medicamentos apropiados, solo con morfina, si tenían suerte. Verlos ahogarse, buscando aire con los ojos desorbitados, fue una visión que nunca olvidarán miles de sanitarios.
España entera sale degradada y manchada de ignominia tras ese capítulo bochornoso de nuestra historia reciente, sobre todo el gobierno, principal responsable, y la clase política en general, incluyendo la Corona, las Fuerzas Armadas, la Justicia, el poder legislativo y el pueblo español, cobarde e indigno por haber permitido esa matanza llena de oprobio.
Cuando salgamos del azote del virus habrá que tomar medidas para que ignominias semejantes no vuelvan a ocurrir. Habrá que sustituir a los políticos actuales, insensibles, inútiles y sin conciencia ni valores por personas preparadas y generosas, capaces de servir a la sociedad en lugar de servirse de ella llenándose de dinero y privilegios, y habrá que dignificar las residencias de ancianos y asumir el deber, hasta ahora abandonado, de cuidarlas y dotarlas de dignidad y medios para que dejen de ser aparcamientos de viejos cadáveres ambulantes semi abandonados.
La tarea que nos espera cuando salgamos de esta tragedia en enorme. Habrá que cambiar tantas cosas que hasta abruma pensarlo. Y lo peor es que si no lo hacemos y dejamos que todo siga u¡igual, gobernados por miserables, arrogantes e ineptos, todos estaremos en peligro de esclavitud y muerte.
Francisco Rubiales