Los notarios andaluces están alarmados por el número de herederos que renuncian a sus herencias y se las dejan al gobierno socialista andaluz porque no pueden pagar los impuestos de sucesión, a los que se unen los que penalizan las compras, las ventas y la posesión. Se pagan impuestos hasta tres veces por el mismo concepto: cuando lo compras, cuando lo posees y cuando lo vendes o transmites.
Si al expolio de los impuestos se agrega la densidad y el agobio del poder público andaluz, la región, antes paradigma de la vida alegre y desenfadada, bajo un clima benigno, es hoy un infierno del que huye todo el que puede porque el gobierno, en lugar de ayudarte a ser feliz, se ha convertido en tu peor pesadilla.
¿Y para qué necesitan tanto dinero? Se pregunta la gente en sus charlas como comensales, en las cafeterías y puestos de trabajo. La respuesta es sólo una: los socialistas, que gobiernan en coalición con Izquierda Unida, gastan demasiado porque son insaciables y demasiado codiciosos, ademas de pésimos administradores y demasiado dadivosos con sus propios intereses y con los de sus amigos y aliados. Han creado un Estado denso e incosteable, con diez veces mas políticos enchufados de los necesarios, con cientos de miles de amigos cobijados en lo público, cobrando sin ser necesarios para que la sociedad funcione y han llenado Andalucía de empresas públicas, observatorios, comisiones y otros muchos chiringuitos del poder que no tienen otro objetivo que colocar a sus amigos.
Todo ese montaje inútil y superfluo tiene que pagarse con los impuestos del ciudadano, a los que la Junta, sin piedad ni misericordia, mete las manos en el bolsillo para expoliarlo. La justificación es que el Estado de Bienestar es muy costoso y que los servicios públicos cuestan mucho dinero, pero esos servicios se están recortando y su calidad desciende cada día mas.
La verdad pura y dura es que construyeron un estado injusto y monstruoso en los tiempos de abundancia y ahora se niegan a desmontarlo porque eso implica desgaste y perdida de votos. Ante la situación, prefieren saquear al ciudadano con impuestos que, a todas luces, son desproporcionados y abusivos.
El IBI crece sin parar, a pesar de que el precio de las viviendas baja cada año. Las casas no pagan impuestos por su precio de venta, ni por lo que dicten los mercados, sino por unas listas de tasaciones que impone el gobierno andaluz, que valoran las viviendas casi siempre por encima de su precio real, otro abuso que no sería soportado en cualquier país europeo democrático y decente.
El poder socialista andaluz es enorme y sobrepasa todo lo prudente y decoroso. El brazo de la Junta llega a todos los rincones hasta el punto de que prácticamente no existe sociedad civil porque ha sido "ocupada" por el poder político andaluz, que domina, decide o influye en medios de comunicación, sindicatos, universidades, colegios profesionales, centros de enseñanza y hasta cofradías, asociaciones y fundaciones. Donde no pueden meterse directamente, controlan a través de subvenciones y concesiones. Para encontrar un gobierno tan denso y agobiante como el andaluz hay que remontarse a las antiguas repúblicas soviéticas en tiempos de Breznev, cuando el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y el gobierno del Kremlin lo controlaban todo, hasta la vida íntima de los ciudadanos.
Mas que un despegue económico, Andalucía necesita primero una perestroika y una profunda regeneración de la vida política, plagada de vicios, abusos e indecencias.
Esta es la Andalucía de los EREs delictivos y de las decenas de corrupciones ocultas que todavía no han salido a la luz, la que padecemos los andaluces por cobardes, por no haber sabido demostrar a nuestros políticos que somos nosotros, los ciudadanos, los que debemos tener el poder en democracia, no ellos, que, siendo empleados de la ciudadanía, se han convertido impúdicamente en "amos".