Parlamento de Andalucía
En Andalucía debe comenzar un tiempo nuevo, distinto a lo acostumbrado, a partir del próximo 4 y 5 de mayo, fecha en la que el pleno del Parlamento de la Comunidad Autónoma celebra sesión para la investidura de la persona encargada de formar un Gobierno que responda a lo expresado y deseado por los ciudadanos en las urnas el pasado 22 de marzo. La única candidata dispuesta a asumir tal reto es Susana Díaz Pacheco, actual presidenta en funciones de la Juntade Andalucía, avalada por los 47 diputados conseguidos por la formación que lidera y que convierten al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en la minoría mayoritaria que, en teoría y aritméticamente, debe afrontar tal responsabilidad. No lo tiene fácil.En principio, y tras las semanas transcurridas desde las elecciones, las negociaciones para buscar acuerdos de legislatura entre los distintos grupos parlamentarios no han dado ningún resultado tangible. No se ha producido, hasta la fecha, ningún pacto que facilite la constitución del nuevo Gobierno en una primera votación. Tanto el Partido Popular (33 diputados) como Podemos (15), Ciudadanos (9) e Izquierda Unida (5) se han limitado a escuchar las propuestas de los socialistas y exponer, por respuesta, las diversas condiciones que cada uno de estos partidos pone encima de la mesa para sellar cualquier acuerdo de investidura. En el horizonte de todos ellos figuran las inmediatas elecciones municipales y autonómicas convocadas para el 24 de mayo, además de las generales de final de año, que obligan a preservar las diferencias entre unas formaciones políticas que temen verse perjudicadas por un acuerdo con el PSOE en Andalucía.
Sin embargo, todas estas extraordinarias circunstancias que caracterizan el actual momento político obligan, precisamente, a un diálogo permanente y sin reservas entre los diversos actores que deben hacer viable el mandato de los electores andaluces. Están abocados al diálogo, a un diálogo constructivo en el que han de prevalecer los intereses de Andalucía sobre las estrategias electoralistas y los réditos partidistas. Tanto los socialistas como las demás fuerzas políticas están obligados a conseguir un acuerdo que permita la gobernabilidad en esta región y la constitución de un Ejecutivo que se ocupe de los problemas, muchos y de una gravedad extrema, que afectan a los andaluces. Es lo que demanda la población y es a lo que se comprometieron cuando recabaron el voto de los ciudadanos.
Es un escenario distinto que obliga a comportamientos políticos también distintos. La fragmentación del Parlamento y la emergencia de nuevos interlocutores que representan la diversidad del sentir popular determinan necesariamente otra forma de gobernar. Ahora, sin el rodillo de las mayorías absolutas, habrá que consensuarse cada actuación gubernativa que, desde la diversidad de enfoques y aportaciones, tendrá oportunidad de enriquecerse y perfeccionarse en aras del bien general.
La responsabilidad de los partidos políticos se demuestra en circunstancias como las actuales, en las que se deben sopesar si priorizan sus intereses partidistas o los generales de la población. En función de ese comportamiento responsable, los votantes renovarán su confianza en los partidos o la retirarán en subsiguientes citas electorales. Esa es, precisamente, la gran virtud de la democracia: nada está decidido para siempre y todo depende de la voluntad soberana de los ciudadanos.
De ahí que lo más conveniente sea que el próximo5 ó 7 de mayo surja un nuevo Gobierno en Andalucía, un Gobierno abocado al diálogo en la misma medida que la oposición habrá de ejercer su función también desde el diálogo. Es lo que comprobaremos o deploraremos del pleno que celebre el Parlamento en esas fechas para la investidura del próximo presidente de esta Comunidad Autónoma.