La perestroika fue originalmente un programa para reorganizar el sistema socialista de la URSS y prepararlo para que pudiera ser más abierto y próspero, pero la perestroika pronto desató una poderosa corriente de apertura en las mentes que transformó la sociedad, la economía y la política, abriendo la puerta a cambios democráticos que terminaron con la vieja URSS.
A la Andalucía del presente le ocurre algo parecido a lo que le ocurría a la URSS en tiempos de Andropov y Gorbachov: sufre un dominio tan intenso del poder político que paraliza su economía y su progreso. Es la única explicación que encuentran los técnicos para explicar el atraso andaluz, que amenaza con convertirse en endémico, a pesar de que la región reúne las mejores condiciones para que su economía se dispare y crezca más que ninguna otra en el conjunto de España.
Para encontrar otra sociedad donde la presencia del Estado sea tan intensa como en la Andalucía del presente habría que retroceder en la historia de Europa y aterrizar en alguna de las repúblicas soviéticas en tiempos de Breznev, cuando el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) lo dominaba todo.
En la Andalucía actual, el PSOE y la Junta lo dominan todo, incluyendo más de la mitad de la economía, directa o indirectamente. No existe en toda la Unión Europea otro territorio donde la presencia del gobierno sea tan apabullante e intensa. La Junta es la primera empresa de Andalucía, con gran diferencia: la que tiene más empleados contratados, la que más gasta y la que domina todos los recursos y resortes, incluyendo el poder ejecutivo, las leyes, las subvenciones, las inversiones, los impuestos, las prioridades y hasta las rutas hacia el futuro. El control de la economía es tan intenso que es imposible que una empresa importante prospere en Andalucía si no cuenta con el apoyo de la Junta.
La perestroika aliviaría a la sociedad andaluza del dogal que representa un gobierno tan intervencionista y omnipresente, liberando energías y sinergias que hoy están bloqueadas, lo que tendría un efecto refrescante y estimulador de riqueza, alegría y esperanza.
La perestroika andaluza es más necesaria que una lluvia de inversiones, más que miles de millones de euros destinados a subvenciones, más que una red completa de puertos y ferrocarriles de alta velocidad. La perestroika abriría la mente de los andaluces y les aportaría más oxígeno, democracia, prosperidad, creatividad y capacidad emprendedora.
Una perestroika andaluza significaría menos impuestos, más facilidades para las empresas, menos burocracia, una sociedad civil fuerte e independiente, que hoy no existe, y una retirada en toda regla de la Junta de muchos espacios, de las mediocres universidades, de los colegios profesionales, de los medios de comunicación, de la tutela de la patronal y de los sindicatos y de la vida productiva, donde las subvenciones públicas mas que potenciar a las empresas las narcotiza.
Lo mejor de Andalucía es la sociedad, los andaluces, pero estamos lastrados por un poder político que ha aprendido a dominarlo todo con una maestría digna de ser estudiada en las grandes universidades del planeta. Todo está controlado o poderosamente influido en Andalucía por el poder político
Lo más terrible del problema andaluz es que la sociedad lleva tantos años dominada que se ha acostumbrado y siente vértigo ante la libertad. He visto con mis propios ojos cómo un empresario andaluz inmensamente rico se angustiaba porque un consejero no le había saludado en un cóctel y a otro, todavía más millonario, asustado porque la presidenta Susana no le había mirado en un acto público.
Andalucía es una tierra más cargada de futuro de toda España, pero está lastrada por un gobierno tan denso que aprisiona la sociedad como una losa de plomo.
Es probable que el gobierno andaluz crea que lucha por el progreso, pero es incapaz de admitir que es un estorbo, que tiene que ponerse a dieta y adelgazar, si quiere facilitar ese progreso.
¡Andalucía, sin duda, necesita una perestroika!
Artículo de Francisco Rubiales publicado en el Confidencial Andaluz