Andando y llorando.

Por Asierolea
Ando, ando y sigo andando,
y mientras camino, mientras deambulo llorando,
las lágrimas caen al suelo.
La única expresión que puedo utilizar
para describir mi situación
es que soy un muñeco,
pues recibo golpes que otros me dan
para desahogarse,
sin saber lo que me harán,
cerrando los ojos.
Ando, ando y sigo andando,
y mientras lloro en silencio
me sigo desesperando.

Y mientras el silencio lo rompen
ruidos de mi boca sollozando
no puedo hacer nada
salvo pararme y mirar al cielo, pensando
y preguntándome cómo,
cómo puedo seguir amando,
cómo puedo aguantar caminando
cuando sólo recibo golpes,
golpes de quienes me quieren,
de quienes dicen que me quieren.
Ando, ando y sigo andando,
y mientras lloro en silencio
me sigo desesperando.

Y mientras sigo caminando,
me pregunto cuándo,
cuándo dejé de vivir,
en qué momento
en estos años he dejado de reír
y he comenzado a llorar,
cuándo comencé a amar
esperando algo a cambio.
Ando, ando y sigo andando,
y mientras lloro en silencio
me sigo desesperando.

Y mientras no dejo de gimotear,
mientras otros me oyen llorar,
sólo siento que al estar sollozando
disminuyo el impacto
de los golpes que me dan,
de las torturas a las que estoy sometido,
de los insultos que llegan a mi oído,
de las canciones que sólo hacen ruido.
Ando, ando y sigo andando,
y mientras lloro en silencio
me sigo desesperando.

Y mientras no dejo de caminar llorando
otros me señalan y exclaman
cosas que temo recordar,
y de pronto soy una canasta,
y me lanzan balones con fuerza,
con rabia.
Ando, ando y sigo andando,
y mientras lloro en silencio
me sigo desesperando.

Ando y lloro sin saber
que el aire que respiro
está formado por odio,
que el barro que piso
es lo mejor que veo cuando miro,
sin saber que el poema que escribo
no es más que basura triste,
escrita por lo mismo que estoy respirando.
Ando, ando y sigo andando,
y mientras lloro en silencio
me sigo desesperando.