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Una hombre y una mujer se conocen en un avión. No tienen la misma nacionalidad ni hablan la misma lengua. Ella es del Sur, él, del Norte. Tampoco van al mismo destino, de modo que se despiden en el aeropuerto con un beso. Pareciera que ese beso es la puerta a una relación a distancia, con pantallas y viajes constantes. Así, van construyendo una lengua franca, su gramática íntima, un idioma tan titubeante como el amor cuando empieza.
"Apoyo suavemente la yema de los dedos sobre el teclado. Desde aquí te pienso y te escribo, sentado frente al computador, un ojo sin párpado que transmite emociones, noticias, hechos. Su zumbido atraviesa las veinticuatro horas del día de un tiempo con dos relojes. Te dejo mensajes, calculo horas, sigo el panorama climático de una ciudad que no habito."
Pero no es fácil mantener una relación a distancia. Además, el mundo se va interrumpiendo con atentados continuos, lo que encarece el precio de los billetes. La cosa se va complicando a un ritmo acelerado.
Escrita con prosa poética, de frases explosivas y a la vez íntimas, Geografía de la lengua destila un imaginario donde el lenguaje y el cuerpo, en todas sus dimensiones, son llevados a primer plano.