¡Que viva la música!
Un tono juvenil y desenvuelto enciende una novela cuyo primer ejemplar fue recibido por su autor, Andrés Caicedo, hace precisamente cuarenta años. El cuatro de marzo de mil novecientos setenta y siete. Y exactamente el mismo día que lo recibió, Caicedo decidió suicidarse con una dosis mortal de barbitúricos. Con su portazo a este planeta, Caicedo dio origen a una historia de leyenda que se agranda día tras día.
“Cuando Andrés publicó ¡Que viva la música! –comenta uno de sus mayores estudiosos, el escritor Sandro Romero Rey–, se conocía únicamente en el restaurante Los Turcos. Después en Cali. Más tarde la cosa fue creciendo, hasta llegar a ser un fenómeno nacional en Colombia”.
Hoy en día, su obra está traducida a 6 idiomas y eso no lo logra un autor colombiano moderno con mucha frecuencia…