Revista Cultura y Ocio

Andrés Trapiello “traduce” El Quijote al castellano actual

Publicado el 08 junio 2015 por Imosver

Andrés Trapiello “traduce” El Quijote al castellano actualYa tenemos en nuestra tienda una sorprendente edición de la obra más representativa de la literatura castellana: Andrés Trapiello, un experto cervantista, ha realizado la primera adaptación de Don Quijote de la Mancha al castellano actual.

La nueva versión trata de adaptar al castellano de hoy el lenguaje que Miguel de Cervantes utilizó hace cuatro siglos, de manera que cualquier lector pueda comprender la obra sin necesidad de consultar constantemente los pies de página.

Trapiello afirma haber tardado catorce años en traducir esta obra maestra de la literatura, y su objetivo es que El Quijote deje de ser el libro que “todo el mundo conoce y nadie lee” y acercarlo a las nuevas generaciones de lectores. A pesar de la incredulidad de los más “puristas”, la obra conserva la esencia cervantina y quiere conducirnos a la lectura del original.

Os dejamos el primer fragmento libro para que podáis comparar, ¿qué os parece?

Versión original: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de entre semana se honraba con su vellorí de lo más fino.”

Versión moderna: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía no hace mucho un hidalgo de los de lanza ya olvidada, escudo antiguo, rocín flaco y galgo corredor. Consumían tres partes de su hacienda una olla con algo más de vaca que carnero, ropa vieja casi todas las noches, huevos con torreznos los sábados, lentejas los viernes y algún palomino de añadidura los domingos. El resto de ella lo concluían un sayo de velarte negro y, para las fiestas, calzas de terciopelo con sus pantuflos a juego, y se honraba entre semana con un traje pardo de lo más fino.”


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