Anécdotas de músicos, II (pianistas)

Publicado el 07 marzo 2018 por Agustin @TecleaTeCrea
En una ocasión interpretando la Op. 11 de Schoenberg en Cáceres, las ruedas del piano no estaban bien fijadas y al llegar el tercer movimiento el instrumento comenzó a desplazarse por la ligera pendiente del escenario. Tuve que dejar de tocar y agarrarlo con firmeza para evitar algún disgusto. Después de recolocar la banqueta comenté en voz alta “¡Por lo visto, al piano no le gusta la música de Schoenberg!” ANTONIO NAREJOS
 
En 2006, cuando interpreté la suite Iberia íntegra en Camprodon y recibí la medalla Albéniz, el nieto de Albéniz y fundador de la Fundación Albéniz, Alfonso Alzamora, tenía ya más de noventa años y por sus condiciones de salud delicadas no se supo si podría asistir al concierto hasta momentos antes de empezar el acto. El concierto comenzaba a las diez de la noche y terminaba pasadas las doce, y además aquel verano fue frío en Camprodon, por lo que dijo que quizá no podría asistir a pesar de hacerle mucha ilusión. Pero hizo un trayecto de dos horas en taxi desde Barcelona y se presentó poco antes de empezar la actuación, acompañandóle su nieto y llevando una gabardina y un bastón. Al finalizar del concierto me entregó personalmente la medalla. Ese fue su último concierto. Algunas semanas después me llamó y me regaló una foto de Albéniz enmarcada. Él pintaba por afición, y me contó que mientras pintaba siempre escuchaba mi CD. HISAKO HISEKI
El sábado 13 de Octubre de 2007, a partir de las 19:00h y hasta las 14:00h del domingo 14 de octubre, 42 pianistas colaboramos en la ejecución colectiva integral de Vexations de Erik Satie, "breve" obra de 1893 que dura aproximadamente un minuto de música o poco más, pero acompañada de una anotación que revela un detalle inquietante: "la obra deberá repetirse 840 veces seguidas". Este "happening" se realizó en la Sala Musikeon de Valencia, como concierto inaugural de los Cursos Musikeon 2007-2008 y en esta interpretación participamos profesores del centro, alumnos y ex-alumnos. El organizador indica que " [...] la obra de Satie habla de una determinada manera de tocar y de escuchar: repitiendo, repitiendo y repitiendo... Es puro sarcasmo, la obra de un hombre que entendió la absurdidad de una pedagogía basada en el "sigue estudiando y te saldrá" y tuvo la premonición de lo que supondrá la grabación para la música del futuro: un medio para escuchar lo mismo una vez, y otra, y otra...".
Con esta carta de presentación el evento ya era todo un acontecimiento musical, pero el resultado que "produjimos" ese día nos sorprendió a todos. Ya que nadie esperaba que la obra derivara en lo que finalmente creamos. Empezó todo conforme la monolítica instrucción que la partitura rezaba, repitiendo siempre exactamente lo mismo. Pero a medida que el tiempo avanzaba nos era casi imposible mantener la igualdad exacta de micro-articulaciones y micro-dinámicas entre una repetición y otra, o entre un pianista y otro. Y de repente una nota falsa, por descuido, nos traía a los sufridos oyentes todo un mundo nuevo. Así que los errores por descuido se tornaron en cuidados errores, y a medida que avanzaba la noche las modificaciones iban poseyendo nuestra interpretación de la obra hasta el punto de que cada intervención se convertía en un "concurso de ingenio" de a ver en qué sentido modificábamos cada uno parcial o totalmente las repeticiones que se nos habían adjudicado interpretar. El broche al evento lo protagonizamos algunos pobres pianistas que aguantamos toda la noche sin dormir y aun continuábamos en pié en las últimas repeticiones, donde ya eran todo glosas, variaciones, paráfrasis, sarcasmos e improvisaciones en diferentes estilos habidos y por haber. Y junto a Gerard Pastor (a cuatro manos) y posteriormente con la unión de Luca Chiantore (a seis manos) terminé las últimas 40 "repeticiones supuestas" en uno de los momentos de mayor creatividad y realización personal que recuerdo. JOSÉ LUIS MIRALLES Con esta carta de presentación el evento ya era todo un acontecimiento musical, pero el resultado que "produjimos" ese día nos sorprendió a todos. Ya que nadie esperaba que la obra derivara en lo que finalmente creamos. Empezó todo conforme la monolítica instrucción que la partitura rezaba, repitiendo siempre exactamente lo mismo. Pero a medida que el tiempo avanzaba nos era casi imposible mantener la igualdad exacta de micro-articulaciones y micro-dinámicas entre una repetición y otra, o entre un pianista y otro. Y de repente una nota falsa, por descuido, nos traía a los sufridos oyentes todo un mundo nuevo. Así que los errores por descuido se tornaron en cuidados errores, y a medida que avanzaba la noche las modificaciones iban poseyendo nuestra interpretación de la obra hasta el punto de que cada intervención se convertía en un "concurso de ingenio" de a ver en qué sentido modificábamos cada uno parcial o totalmente las repeticiones que se nos habían adjudicado interpretar. El broche al evento lo protagonizamos algunos pobres pianistas que aguantamos toda la noche sin dormir y aun continuábamos en pié en las últimas repeticiones, donde ya eran todo glosas, variaciones, paráfrasis, sarcasmos e improvisaciones en diferentes estilos habidos y por haber. Y junto a Gerard Pastor (a cuatro manos) y posteriormente con la unión de Luca Chiantore (a seis manos) terminé las últimas 40 "repeticiones supuestas" en uno de los momentos de mayor creatividad y realización personal que recuerdo. JOSÉ LUIS MIRALLES