A veces un trayecto en coche desde el colegio hasta casa puede ser tan divertido como una buena canción compartida por todos los que ocupan el coche. Un ambiente relajado y lleno de buenas sensaciones. Otras muchas ocasiones los paseos en coche pueden estar llenos de conversaciones y relatos de que es lo que hemos hecho durante el día.
Ayer sin embargo el camino a casa, después del colegio, estaba lleno de los momentos más temidos por cualquier padre. Estaba lleno de preguntas.
Julio: Mami, ¿Cuántos corazones tiene un pulpo? ¿Ocho como las patas?
Yo: Emmm…pues… la verdad es que... emm…no conozco ningún pulpo y no he tenido la oportunidad de preguntarle… Pero si algún día me encuentro uno le preguntare.
Julio: Mami, no tiene gracia.
Sonreí relajada y sabia que no salí nada airosa de la situación pero en realidad me sentida culpable por mis pocos conocimientos. ¡Uff!
Después de un momento de, incomodo silencio, la conversación vuelve a un tono normal y seguimos animadamente hablando sin mas incidencias.
P.D. lo primero que hice al llegar a casa fue, obviamente preguntarle a Google. Ahora se que un pulpo tiene tres corazones, no es un dato que personalmente me sirva de mucho, pero la próxima vez que mi hijo me lo pregunte sabre contestarle.
Rebecca