Sacado de mec.es
Le propongo un recorrido por su vecindario. Nos asomaremos por las mirillas, escudriñando en los secretos de nuestros vecinos. En todas las casas se encuentran sorpresas, se ocultan secretos.
La primera sorpresa nos la ofrece el propio vecindario. En este barrio todos somos vagabundos, aunque sólo sea de nombre. Se nos conoce por nuestro nombre en griego clásico: "vagabundo" se traduce por la palabra griega "planeta".
Todos deambulamos por el espacio orbitando alrededor de una estrella mediana, que se encuentra en mitad de su vida. Y todos somos muy distintos.
Pero comenzamos por el primer piso. En él se encuentra el vecino más pequeño de todos. Enseguida vemos que algo extraño sucede con él: pesa demasiado.
Mercurio es el segundo planeta más denso del sistema solar, pero es muy pequeño. La única explicación a esta paradoja la encontramos en que su núcleo es una esfera de hierro gigante, posiblemente fundida en sus capas más exteriores. Si el núcleo de hierro líquido fluye alrededor del centro sólido, entonces ello explicaría por qué Mercurio tiene un campo magnético similar al de la Tierra. Su núcleo funciona como una dinamo inmensa.
Este pequeño mundo desolado, en cuya superficie las temperaturas oscilan entre los 400y - 150 grados centígrados, viaja por el espacio a una velocidad de traslación enorme, la mayor de todo el sistema: 167.400 km/h. Sólo necesita 88 días para completar una rotación. Es lo que dura un año en Mercurio: menos de tres meses. Pero su rotación es lenta: tarda 59 días terrestres en dar una vuelta completa sobre su eje. Por tanto, Mercurio necesita menos de dos días para completar un año. ¿Sorprendente?
Venus ocupa el segundo piso, y es el planeta que más brilla. Éste hecho, y su proximidad a la Tierra, hacen que sea posible verlo incluso durante el día.
Este planeta tiene una peculiaridad: su movimiento de rotación es retrógrado; es decir, gira sobre sí mismo en el sentido de las agujas del reloj. ¿Se lo imaginan? Si estuvieran en la superficie de Venus, el sol saldría por la mañana por el oeste, y se pondría por el este.
De todos modos, tendrían que tener paciencia. Venus gira muy despacio, y un día (una rotación completa) dura 243 días terrestres ¡Es asombroso! Y lo es más si tenemos en cuenta que Venus tarda 225 días en girar alrededor del sol (período orbital sideral). En definitiva, ¡en Venus un día es más largo que un año!
La tercera planta de este vecindario tan peculiar la ocupa el planeta más denso del Sistema Solar: la Tierra. Es un lugar sorprendente porque, por el momento, es el único que sostiene vida. Se sospecha incluso que hay vida inteligente, aunque, visto el comportamiento de la especie dominante, esto resulta en ocasiones difícil de creer.
Es un planeta muy liso. Su orografía se desvía de lo que sería un esferoide perfecto en sólo un 0,17%. Cuesta creerlo si se piensa en el Himalaya, pero la Tierra es más lisa que una bola de billar, cuya desviación llega al 0,22%. No es extraño: los vientos, la lluvia, una atmósfera que protege la superficie de meteoritos y la actividad tectónica de placas en la litosfera, son todos fenómenos que acaban borrando las huellas de los accidentes geológicos más significativos, y que hacen de la Tierra un planeta bastante uniforme.
Pero la verdadera rareza de la Tierra se encuentra en su único satélite, la inmensa Luna.
La Luna no debería existir: es enorme. De hecho, muchos consideran el sistema Tierra/Luna como un sistema planetario doble. ¿Cómo pudo crearse un satélite así? Sólo hay una explicación posible: la Luna es el resultado del choque de dos planetas en los inicios del Sistema Solar. Tuvo que ser un espectáculo increíble: un planeta del tamaño de Marte chocando con otro tan grande como Venus. Los restos de este choque, que salieron despedidos de la órbita, acabaron juntándose por efecto de la gravedad formando el enorme satélite.
Lo más probable es que el aumento de tamaño del sol provoque que la Luna se acerque a la órbita de la Tierra, hasta que la gravedad de ésta la destroce, provocando la aparición de unos anillos similares a los de Saturno. Pero todo esto son conjeturas.
Una curiosidad para acabar: en 1953 un avispado abogado chileno, Jenaro Gajardo Vera, publicó 3 avisos en el Diario Oficial, preguntando si alguien declaraba tener algún derecho de propiedad sobre un terreno llamado la Luna. Como nadie respondiera, procedió conforme a la Ley registrando la propiedad a su nombre el 25 de septiembre de 1954, en el Registro de la Propiedad de Bienes Raíces de la ciudad de Talca, pagando 42.000 pesos de la época.
Inmediatamente se presentó ante el notario de Talca César Jiménez Fuenzalida, y pidió dejar constancia de que se declaraba dueño de la Luna. El notario no vio motivos para negarse a una petición formulada en derecho, y la oficializó con estas palabras:
Jenaro Gajardo Vera, abogado, es dueño, desde antes del año 1957, uniendo su posesión a la de sus antecesores, del astro, satélite único de la Tierra, de un diámetro de 3.475 kilómetros, denominada Luna, y cuyos deslindes por ser esferoidal son: Norte, Sur, Oriente y Poniente, espacio sideral. Fija su domicilio en calle 1 oriente 1270 y su estado civil es soltero.
Jenaro Gajardo Vera
Carné 1.487.45-K Ñuñoa
Talca, 25 de septiembre de 1954.
Escritura legalizada
Y ahora, la sorpresa: ¿Sabían que Richard Nixon cumplió la formalidad de pedirle permiso para el alunizaje de la Apolo 11 en 1969? En efecto; envió un comunicado a través de la embajada norteamericana en Santiago. El comunicado rezaba:
"Solicito en nombre del pueblo de los Estados Unidos autorización para el descenso de los astronautas Aldrin, Collins y Armstrong en el satélite lunar que le pertenece".
Richard Nixon, 1969.
A lo que Jenaro Gajardo Vera respondió, galante:
"En nombre de Jefferson, de Washington y del gran poeta Walt Whitman, autorizo el descenso de Aldrin, Collins y Armstrong en el satélite lunar que me pertenece, y lo que más me interesa no es sólo un feliz descenso de los astronautas, de esos valientes, sino también un feliz regreso a su patria. Gracias, señor Presidente".
Jenaro Gajardo Vera, 1969.
Marte habita en la cuarta planta, y es un planeta pequeño. Su satélite más grande, Fobos, orbita el planeta a una distancia muy pequeña (6.000 km). De hecho, se calcula que chocará contra Marte dentro de sólo 30 millones de años.
¿Se podría vivir en Marte, instalar colonias? Si se encuentra agua en cantidades suficientes, es factible; pero el mayor problema lo constituye la radiación solar. Marte no dispone de una capa de ozono que proteja la superficie de los rayos provenientes del sol. Tendríamos, entonces, que vivir bajo tierra.
Júpiter, el vecino del quinto, es el planeta más grande. Es tan inmenso que todos los demás planetas cabrían en su interior (es 318 veces más grande que la Tierra). En sus orígenes, Júpiter era el doble de grande y mucho más caliente que en la actualidad.
Además, es el planeta que gira sobre sí mismo a mayor velocidad; los días duran menos de 10 horas, lo que provoca grandes tormentas en su atmósfera, como la famosa mancha roja, con vientos de hasta 500 km por hora.
En el sexto piso hallamos la joya del sistema solar, Saturno. Sus espectaculares anillos los conforman las partículas heladas de una antigua luna que fue destruida en una colisión hace unos 50 millones de años; algunas miden apenas un metro, otras tienen el tamaño de una casa. Existe una teoría que supone que los anillos de Saturno desaparecerán disueltos en el espacio o serán atraídos por la gravedad del planeta. Si algo estamos aprendiendo con esta visita es que nada es eterno.
Saturno, al igual que Júpiter, gira muy rápidamente sobre su propio eje. Es por esto que el planeta aparece aplanado en los polos. Un día en Saturno dura sólo 10 horas y cuarto.
Este gigante, el segundo planeta más grande del sistema solar, es también el más ligero. Su densidad es tan baja, que si lo situáramos sobre un océano inmenso de agua, flotaría. ¿No le sorprende?
Es el planeta con más satélites. Destaca Titán, el único satélite del sistema solar con una atmósfera espesa. El elemento que más abunda en ella es el nitrógeno, al igual que en la Tierra.
Lo más curioso es su eje: está en un ángulo de 97 grados, lo que significa que orbita alrededor del Sol prácticamente acostado. ¿Por qué? ¿Por una colisión? No podemos estar seguros. Por cierto, todos sus satélites reciben nombres de protagonistas de obras de Shakespeare y Pope.
Y algo más lejos, ya en el ático, Neptuno, el planeta con los vientos más fuertes: vendavales que alcanzan los 2.000 kilómetros por hora. Tiene un satélite extraño: Tritón, que posee un órbita retrógrada; es decir, que gira en dirección contraria al movimiento de rotación del planeta. Es el único satélite que lo hace.
Se sospecha que Tritón es un objeto del cinturón de Kluiper capturado por Neptuno. En los polos se observan géiseres de nitrógeno. La temperatura en superficie es de -235 grados Celsius, la más baja medida en el Sistema Solar.
Acabamos. Ha sido un somero recorrido por el vecindario. Sin duda que vivimos en un lugar apasionante, con vecinos que podrían narrar rodó tipo de historias.
Conviene escuchar. Aprender de ellos. Prestar atención. Y abrir los ojos de la imaginación a tanta maravilla.
Hemos sido los primeros en poder verlos. Disfrutémoslos.
Antonio Carrillo.