CC y el PP vienen comiendo de un huevo y dejando el cascaron desde que los socialistas fueron expulsados a las tinieblas exteriores en diciembre de 2016. A los hechos y no a las declaraciones de unos y de otros me remito porque - como dice el castizo -, hechos son amores y no buenas razones. La afinidad ideológica y la comunión de intereses hace que se atraigan como los metales al imán por más que CC también reparta mensajes nacionalistas a su parroquia para guardar las apariencias. Claro que, además de no haber sabido leer correctamente el partido, el error de Ángel Víctor puede haber estado en pretender sustituir al PP como pareja de baile de CC para encontrarse ahora nuevamente desairado.
Es aquí en donde el pisotón en el callo de Torres es más doloroso porque el acuerdo interesadamente filtrado se lleva por delante al socialista Luis Ibarra en la Autoridad Portuaria de Las Palmas para colocar en su lugar al popular Juan José Cardona. Pacto para el reparto de cargos lo ha llamado Ángel Víctor Torres, como si esa no fuera la práctica habitual cuando media un acuerdo político en el que lo que se dirime es qué sillones se reparten los firmantes, se llamen estos Fernando, Asier, Ángel Víctor o Childerico. Y no descarten que el acuerdo portuario no incluya a cambio el mutis del PP por el foro en el acuerdo que mantienen los populares con el PSOE, Podemos y NC sobre la reforma del sistema electoral canario, papa caliente que CC no sabe cómo quitarse de encima sin que se note demasiado.
El enfurruñamiento de Torres le lleva ahora a amenazar con bloquear la renovación de los miembros de la Audiencia de Cuentas, el Consejo Consultivo o el Diputado del Común que, a este paso, bien haría el Parlamento en declararlos vitalicios y acabar con el guineo. Total, para que lo único que consiguiera rascar el PSOE fuera el premio de consolación del Diputado del Común tampoco debería ser como para que Ángel Víctor se rasgue muchos las vestiduras. Casi ocho meses después de acceder a la secretaría general de los socialistas canarios, Torres dista mucho de dar la sensación de tener bien sujetas las riendas del partido. Su debilidad política se agrava por momentos y puede que no tarden mucho en escucharse voces desde el fondo de la sala subiendo poco a poco de tono, nada nuevo por otro lado en un partido de tradición interna levantisca y revoltosa. Así las cosas, es probable que el camino para aspirar dentro de poco a hacerse con la candidatura a la presidencia del Gobierno - a cuyas primarias ya se apresuró a anunciar que concurrirá - se le haya puesto más cuesta arriba que la subida a la Montaña de Arucas.