Lo malo de las hemerotecas es que existen, o eso debe pensar el leonés errante desde su retiro dorado. Entre las numerosas perlas dialécticas que tuvo ocasión de ofrecer durante sus siete años de gobierno, en mi memoria quedan dos destinadas a perdurar por haber salido de la boca de un presidente de gobierno de un país europeo: La tierra es solo del viento y Angela Merkel es una fracasada. Se conoce que la costumbre hispana de denostar al rival político sea del país que sea, incluye calificativos fácilmente olvidables en esta vieja piel de toro, pero de los que la teutona guarda recuerdo imborrable. Ahora se ha convertido en la político más importante de los últimos años en Europa, sosteniendo con mano de hierro un crecimiento continuo de la economía alemana que mantiene porcentajes de paro inferiores al cinco por ciento, mientras en España construimos aeropuertos innecesarios para que los dirigentes se embolsen la comisión correspondiente y a los pocos meses, los operarios vivan de las ayudas oficiales a parados de larga duración. En Alemania no se podría unir una oposición dispersa en votos e ideología, para derrocar a la formación más votada, como sucede en España con Baleares, por poner un ejemplo; resulta paradójico que comunistas y populares unan sus fuerzas con el único fin de impediro al PSOE alcanzar una alcaldía o una Comunidad Autónoma. Pedro G. Cuartango lo resumió de modo magistral hace muy pocos días. No tiene desperdicio:
“Nadie tiene ganas de criticar a los de arriba porque hay miedo a perder los privilegios. Los intelectuales no piensan, los políticos son sumisos, los empresarios están para obtener los favores del poder, los sindicatos sólo se defienden a sí mismos y las élites sólo creen en el dinero.
En este contexto, la falta de ejemplaridad de la clase dirigente es pasmosa. Y hay silencios que resuenan de forma clamorosa, como el de los medios que no han dicho ni una sola palabra sobre el fichaje de Rodrigo Rato por el Santander, difícilmente comprensible tras su gestión en Bankia.
No hay tampoco en los grandes partidos ni la menor voluntad de corregir el inquietante fenómeno de la corrupción. Ahí esta el esperpéntico y ridículo plan que el Gobierno aprobó el viernes y que está colgado en la web de Moncloa. Jamás he visto tamaña tomadura de pelo.
La sensación que tenemos muchos ciudadanos es que los políticos son incapaces de afrontar los enormes retos del momento y que su única preocupación es mantener los notables privilegios de los que disfrutan y a los que se niegan a renunciar. Ahí está la tenaz resistencia del Gobierno a reformar la Administración, verdadero ejemplo de incompetencia y despilfarro.
Lo peor que nos puede pasar es salir de esta durísima crisis sin resolver estos graves problemas por la sencilla razón de que si no somos capaces de desprendernos de ese lastre, estamos condenados a seguir viviendo en un país injusto y atrabiliario, con unas instituciones gravemente desprestigiadas, empezando por la monarquía“.
Y no se puede sospechar que proventa de una publicación ideológicamente alejada de los postulados populares. La capacidad de crítica, como siempre, en los medios de comunicación, resulta sustancialmente distinta en los liberales y los pseudoprogresistas. Pero eso es ya otro tema.