Angela Merkel es el nombre de la hija póstuma de Adolf Hitler que dedicó su vida a instaurar el Cuarto Reich en Europa.
Al contrario que sus predecesores, lo hizo disimuladamente y poco a poco.
No nació como lo haría una persona normal, ya que Hitler era asexual.
El doctor Carl Clauberg, conocido en la historia por sus funestos experimentos con humanos en el campo de extermino de Auschwitz, congeló el esperma de Hitler y 9 años después lo usó para clonarlo.
Para ello, buscó a una mujer, que sería la hermana de Eva Braun. La fecundó y de esa fecundación saldría su hija, una niña que fue entregada a la familia Merkel.
Él pensaba que renacería grande y glorioso como su amado Führer, pero algo hizo mal que le salió una Charo con pinta de funcivaga (valga la redundancia).
En 1999 era una joven dirigente política de segunda fila en el CDU, el cual vivía horas bajas después de haber perdido las elecciones el año anterior y Hemut Kohl se veía salpicado por un escándalo de financiación irregular del partido.
A pesar de ser su mentor y le debía todo, se hizo un TDSPTS y le pegó una cuchillada por la espalda publicando en una revista en la que pedía su cabeza en bandeja de plata para impulsar su carrera.
Cabreó a muchos dentro de sus propio partido, Merkel fue poco tiempo después elegida secretaria general de la CDU, a la que en 2005 logró devolver al poder, esta vez con ella de canciller, la primera mujer en el cargo. Europa estaba condenada al Cuarto Reich.
Fue poco a poco y año a año sometiendo a todos los países, obligándoles a bailar al son de su música.
Pero como era una mujer clonada de mala manera, se fue deteriorando y pareciéndose cada día más a Angela Lansbury.
Murió en 2020 entre temblores y terribles sufrimientos. El NWO vio que su plan de instaurar el Cuarto Reich se desmoronaba, la sustituyó por otro clon, pero no coló mucho y la jubilaron.