Angela P.J. nos descubre la trastienda de la venta de libros

Publicado el 21 septiembre 2016 por Delecturaobligada @DelecturaOblig

Esta redactora de una web cultural aspira a ser dueña de su propia librería, al tiempo que busca un género que la defina como escritora

Fuente: @ashadaxa

Durante un tiempo trabajó en una librería, el sueño de muchos amantes de los libros. ¿Cómo recuerda aquella época?
Al principio trabajé al mismo tiempo en una gran franquicia en la sección de libros infantiles y en una pequeña librería de barrio en el centro de Madrid. Con el tiempo pasé a estar solo en la librería madrileña porque me ampliaron el horario y era incompatible. Fueron dos experiencias completamente opuestas, pero enriquecedoras.

En la franquicia disfrutaba muchísimo hablando con los clientes y recomendando libros para todas las edades, ya que a veces tenía que ayudar en otras secciones. Descubrí grandes obras gracias a los propios clientes. La mejor forma de recomendar un buen libro es saber qué lecturas han llenado a la otra persona, había una cierta reciprocidad. Siempre llevaba en el bolsillo un papel y un bolígrafo para apuntarme obras interesantes que habían dejado huella a los clientes. ¿Lo malo del trabajo? La presión por hacer socios. Se basan en que un cliente que se ha hecho socio va a comprar más en la tienda, yo opino que un cliente que se va con una sonrisa vuelve seguro. Los empleados tienen un mínimo de socios obligatorio del que depende su continuidad en la empresa.

En la pequeña librería era diferente. Casi todo el tiempo estaba sola ocupándome de todo: clientes, proveedores, caja, catalogación, etc. El trato con el cliente también era distinto, pero porque simplemente los clientes eran diferentes. Al ser una librería de segunda mano las peticiones eran mucho más selectivas. Los autores pasaron a ser mucho menos conocidos y las obras más complicadas de conseguir. Me encantaba hacer lo posible para que el lector encontrase su libro aunque a veces tuviera que ir a comprarlo yo a otro lugar después de investigar. Por supuesto, también tenía su lado negativo. En este caso no tenía que hacer socios, pero sí tenía que considerar que era perfectamente válido poner precios desorbitados a libros que nos habían donado de manera gratuita. Fue una verdadera vergüenza ver ese negocio desde dentro.

Disfruté trabajando entre libros, descubrí que no todos los negocios son lo que parecen y decidí que con el tiempo sería la dueña y no la empleada. Espero llegar a cumplir ese sueño. Lo más importante es que aprendí muchísimo.

En un tiempo en el que muchas librerías están cerrando, ¿qué perfil nos puede hacer de las personas que siguen fieles a ellas?
Creo que las personas que permanecen fieles a las pequeñas librerías se han convertido en buscadores de tesoros. Muchos no van con un título o un nombre en la cabeza, solo se dejan llevar entre las estanterías hasta que algo llama su atención. Los que buscan y descubren por encima del ruido merecen su propia novela.

De todo lo que podemos encontrar en las librerías, ¿qué es lo que más se vende?
Depende de la librería. Hay personas que solo buscan autores premiados, hay niños que solo quieren algo que haya salido en la televisión o similar, otros solo se interesan por las novedades con renombre…

Es una pregunta compleja. Me entristece un poco pensar que en mi experiencia he visto fundamentalmente dos cosas: en la franquicia se vendían innumerables superventas solo por el impacto visual y, en la librería de barrio, los detallitos para regalar (bolsas, camisetas, pequeñas poesías).

En su opinión, ¿se puede seguir viviendo de los libros sin ser una supercadena comercial?
El amante del libro entra en cualquier librería, pero las grandes cadenas nos eclipsan con su publicidad y su capacidad para abarcarlo todo. Creo que el futuro de la pequeña librería es el cambio, no podemos pretender que un modelo de negocio de hace siglos siga a la orden del día porque es entonces cuando las grandes marcas se hacen con todo el mercado.

Por ejemplo, yo ahora voy a muchísimas librerías de segunda mano porque no puedo comprender los precios de ciertos libros. Quizá una sociedad más preocupada por la cultura no se vería tan sometida por quienes nos dicen qué leer y cuándo nos lo podemos permitir. Me desespero cuando veo una librería con un mueble entero ocupado por un solo título, intentando convencernos de que eso es lo que estamos buscando… ¿Cuántos autores quedan en el olvido? ¿Cuántos posibles lectores se terminan dejando llevar?

Si las pequeñas librerías quieren sobrevivir tienen que ofrecer algo único, ser diferentes y olvidarse de lo establecido.

En su Twitter se define como “escritora por vocación”. Podemos leerle en El bigote obsceno. Para quien no sepa de qué hablamos, ¿qué nos contaría de este medio?
El Bigote Obsceno es una página web cultural monográfica. Cada mes dedicamos todos nuestros esfuerzos a centrarnos en un tema concreto que nos inspira para hablar de exposiciones, obras de teatro, cine, música, historia, literatura…

En esta página verás cosas que quizá no conozcas. La mejor forma de entender el espíritu bigotudo es sumergirse en cada una de nuestras secciones para hacer lo mismo que el lector de librería: buscar y descubrir.

¿Nos puede contar sobre qué suele escribir?
En El Bigote Obsceno escribo sobre literatura. Intento comentar obras poco conocidas sin dejarme llevar demasiado por mis opiniones personales, aunque a veces es inevitable. Es decir, quiero dar a conocer libros sin que mis gustos afecten a la percepción del lector. No quiero que vayan con unas expectativas altísimas ni que rechacen un título que a mí no me ha gustado. Me gusta pensar que cada uno se lanzará a esas lecturas por diferentes motivos.

Cuando escribo ficción, algo que no ha visto nadie publicado por ahora, no me ciño a ningún tema concreto. Es posible que todavía no haya encontrado el género literario en el que centrarme. Todos los géneros ofrecen un sinfín de posibilidades. ¿Cómo elegir?

Nos centramos un poco más en su amor por la escritura. ¿Cómo descubrió que le gustaba escribir?
Esto va a sonar fatal… Lo descubrí estando muy aburrida en el colegio. Tenía un cuaderno en blanco y un bolígrafo. De golpe me olvidé de dónde estaba y empecé a escribir. Eran pequeñas historias que luego iban de mano en mano entre unos cuantos amigos. Con el paso de los años empecé a escribir en cualquier trozo de papel que encontraba, pero también pasó a ser algo solo para mí.

Timidez, exceso de autocrítica, falta de confianza, podemos poner cualquier excusa para esa transformación. Simplemente nunca me parece suficiente, nunca me siento preparada. Paso tanto tiempo leyendo que cuando releo lo mío no me parece que esté a la altura. Tal vez nunca cumpla mis propias expectativas o puede que un día me deje de tonterías y me lance sin paracaídas. La literatura es mi vida, está en todas partes y, tal vez, mi incapacidad para tirarme de cabeza como escritora solo sea una fase de aprendizaje más.

¿Tiene alguna obra mayor (poemario, novela…) entre manos? De ser así, ¿qué nos puede desvelar?
Siempre hay algo en el tintero. Sí puedo decir que me centro más en la novela, pero últimamente me apetece experimentar con los relatos cortos. Así no siento esa presión a largo plazo para que la historia tenga un final digno de mención. Los relatos ofrecen más inmediatez y, al mismo tiempo, requieren la habilidad de condensar un buen argumento en pocas palabras. Escribir es más difícil de lo que muchos creen.

Ojeando su perfil en Twitter descubrimos a una gran lectora. ¿Qué debe tener un libro para conseguir que se sumerja en él?
Leo prácticamente todo lo que cae en mis manos. Antes me negaba a dejar un libro a medias, ahora veo que la vida es muy corta para todas las grandes obras que hay por leer y me doy cien páginas. ¿No me gusta? Se cierra y a por el siguiente de la extensísima lista.

Para conseguir engancharme tiene que estar escrito con un mínimo de coherencia. No me importa el género, pero sí que puedo rechazar un libro si no ha pasado por una buena corrección, si el autor se basa únicamente en clichés, si los personajes no me aportan nada… A la hora de disfrutar, no me parece tan relevante el argumento en sí como el desarrollo de los personajes.

¿Hay algún autor u obra que le haya marcado especialmente?
El primero que me viene a la cabeza es Ray Bradbury. Supongo que se debe a que fue uno de los primeros autores que consiguió hacerme amar la literatura. La ciencia ficción llegó a mi vida con El hombre ilustrado en la adolescencia y, aunque ya leía antes de eso, marcó un antes y un después.

También debería decir que a los doce o trece años me pasé días soñando con El cementerio de los libros olvidados, un lugar que me hace fantasear a día de hoy. Carlos Ruiz Zafón me dio con La sombra del viento una biblioteca utópica donde podría vivir eternamente.

¿Qué nos puede contar del libro que esté leyendo ahora?
¿Cuál de todos? Nunca leo un solo libro al mismo tiempo porque no tengo en todo momento el mismo estado de ánimo. Ahora mismo estoy leyendo varios para El Bigote Obsceno y otros por mero placer.

Por un lado, Que empiece la fiesta de Niccolò Ammaniti y Lolita de Vladimir Nabokov. Y, por otro lado, La tesis de Nancy de Ramón J. Sender y Magistral de Rubén Martín Giráldez.

Para concluir la entrevista, ¿qué libro recomendaría a nuestros lectores?
Posiblemente una de las preguntas más complicadas. No puedo recomendar uno solo para todos porque cada lector es un mundo. Lo que sí puedo hacer es recomendar que se unan a la iniciativa #LeoAutorasOct. Si crees que lees más libros escritos por hombres que por mujeres, es hora de equilibrar la balanza.

Yo ya estoy preparando una lista de autoras que voy a leer en octubre porque los creadores de #LeoAutorasOct tienen muchísima razón, solo con ver lo que estoy leyendo ahora queda claro.

Me encantaría que después de #LeoAutorasOct llegara algo parecido para fomentar la lectura de autores y editoriales independientes.