Los templos de Angkor son la máxima representación de la grandeza el imperio Khmer, que entre los siglos IX y XIII no dejaron de construir templos y más templos con el objetivo de superar en belleza y magestuosidad a los anteriores. Hay que tener en cuenta que los cientos de templos que hoy en día pueden visitarse no son más que los pocos restos de un imperio que abarcaba desde Myanmar (Birmania) hasta Vietnam, y que llegó a tener un millón de ciudadanos cuando en Londres solamente contaban con 50.000.
Lamentablemente, en el siglo XIII, cuando dieron por finalizada esta grandiosa obra, comenzó el declible del imperio y el casi completo olvido de Angkor. La mayoría de templos fueron engullidos por la naturaleza y no fue hasta hace escasos 150 años que los franceses (Camboya fue colonia francesa) comenzaron las tareas de rehabilitación de los templos.
Solamente el templo más importante, el templo de Angkor Wat, siguió mantenido por monjes budistas. El Angkor Wat se ha convertido en un símbolo de Camboya, hasta el punto de figurar en la bandera de su país, pero todo el Angkor es una fuente de orgullo interminable para los camboyanos. Tras las penurias que el país ha sufrido en este último siglo gracias al genocidio camboyano de Pol Pot (os lo contaremos en el siguiente post), los camboyanos encaran su futuro de forma optimista teniendo muy presente las maravillosas obras que sus antepasados fueron capaces de realizar.
Nuestro paso por Angkor fue una mezcla de "alaaaa, ¡esto es enorme!¡qué maravilla", "uix, ¡vuelve a llover!" y "joé, no sé si son chinos, japos o coreanos, ¡pero menuda plaga!". Emociones mezcladas en todos los sentidos...
Dado que las entradas al Angkor no son baratas precisamente (entrada de un día 20$, dos días 40$ y una semana 60$) decidimos que con un día de templos tendríamos suficiente. Además, si compras tu entrada a las 17h, puedes pasar para ver la puesta de sol y el mismo ticket te sirve para recorrer los templos al día siguiente. ¡Perfecto!
Ah, pero, ¿cómo nos movemos? Teníamos idea de alquilar bicicletas pero nada más llegar a Siem Reap, la ciudad más próxima al Angkor, otros viajeros comenzaros a advertirnos de lo graaaande que es aquello (la periferia de la zona central son unos 30km). Así que... Ok, mejor pillamos un tuk-tuk para todo el día y listos. Hay que tener en cuenta que dentro de cada templo puedes estar andando de una a tres horas, así que la idea de tener un tuk-tuk fuera que te lleve al siguiente templo es bastante buena.
Pero vamos por partes... Puesta de sol, "oh, que bien, podremos hacer unas fotos chulas antes del amanecer de mañana." El chico del tuk-tuk (se hacía llamar lady-killer, aunque nosotros nos negábamos y simplemente le llamábamos tío) nos llevó hasta el inicio de una montaña dónde nos aseguró que veríamos el mejor sunset. Ok, comenzamos a subir la montaña junto a otros cientos de guiris y al llegar al templo... "ala, pero si no hay templo, ¡se lo están engullendo los guiris!" Una marea de turistas lo inundaba todo, nuestros primeros gestos de contrariedad aparecieron. En fin, dedicamos una hora y pico a hacer piruetas para conseguir alguna foto de sunset con templo sin cabecitas.
Al día siguiente nos levantamos a las 4.30 para ir a ver el amanecer. Pero... Cuando nos despertamos diluviaba. Grrr... "Bueno, ya tenemos las entradas (ya no sé si fue tan buena idea comprarlas ayer!) así que vamos igualmente." Más gestos de contrariedad ya que los amaneceres son el momento ideal para hacer unas fotos preciosas del templo principal. Jajaja...
Y así pasamos las casi 12h de recorrido por el Angkor; lluvia, ¡ala que bonito!, vienen los guiris ¡corramos al siguiente templo!, ¡la cámara está inundada!, uix, ¡pero si allí hay 3 templos más!, cientos y cientos de fotos, ¡que cansancio!, escaleras arriba, escaleras abajo...
Aunque el tiempo no nos acompañó y nos quedamos sin las fotos que yo tenía en mente, la experiencia fue fantástica y creo que las fotos que conseguimos tampoco están nada mal.
Nota final. El 14 de diciembre de 1992 Angkor fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.