Mi amigo Ángel Segado Bernal, traductor y cartagenero de pro, insiste en que dedique una entrada al general Aníbal. No estoy nada convencido; ¿qué podría aportar sobre Aníbal que no se haya dicho mil veces ya? El famoso militar, que estuvo en un tris de derrotar a la poderosa Roma, es una de las figuras más conocidas del mundo antiguo ¿Cómo podría sorprender a los lectores de este blog con algo nuevo?
Aníbal
No se me ocurre otra manera que bajar de las alturas del personaje y contar alguna anécdota que, por cotidiana y pequeña, pudiera pasar desapercibida. Ello me llevará a profundizar en la figura de Escipión, el antagonista vencedor de Aníbal. Al final, puede que aparezca alguna sorpresa. Es lo que sucede con estos artículos: uno nunca sabe con certeza hacia dónde le conducirá la senda de una historia.
Comencemos pues a transitarla.
Dos mundos
La lucha de Roma contra Cartago es la continuación de una guerra permanente entre Oriente y Occidente. Si unos siglos antes Grecia se había enfrentado a Persia, ahora Roma se enfrentaba a los herederos de los fenicios ¿Qué hubiese sucedido si Persia o Cartago hubieran vencido? Probablemente, nuestra herencia grecolatina habría dado paso a una cultura diferente, en la que la influencia del Oriente mesopotámico habría sido mayor.
Mileto, ciudad jonia
Pero esto es simple especulación. Además, no debemos perder de vista un aspecto que ya hemos tratado anteriormente: Alejandro Magno había adentrado la influencia griega prácticamente hasta las orillas del Ganges y, por otro lado, corrientes de pensamiento oriental se habían asentado a su vez en el sur de Italia, provenientes de las ciudades jonias, enclaves de Anatolia conocidos como "la Grecia asiática". Lo vimos en otras entradas, al hablar de Parménides o Empédocles. Los cartagineses habían tenido frecuentes contactos - y conflictos - con las ciudades griegas, y habían asimilado buena parte de su cultura y su ciencia; y los romanos, a su vez, habían hecho suyas enseñanzas provenientes de la "Magna Grecia". Un ejemplo de esto último lo tenemos en una anécdota que pasa casi desapercibida, y que tiene por protagonista a Escipión.
Tito Livio
El historiador Tito Livio nos cuenta que el joven Publio Cornelio Escipión era fiel todos los días a un extraño ritual; un hábito que seguiría practicando el resto de sus días. Al amanecer, se dirigía al Capitolio, y una vez dentro se sentaba en silencio y pasaba un tiempo solo. Meditando.Esta costumbre nos recuerda poderosamente a la actitud contemplativa que recomendaba recluirse en el interior de un templo y encerrarse en sí mismo, como forma de encontrar tanto la curación como la sabiduría. Esta práctica tiene un claro origen en Zoroastro y en rituales chamánicos centroeuropeos, que llegaron a través de la influencia mesopotámica y se instauraron en los templos de Apolo, el dios curador.
Polibio
Es importante destacar que esta actitud meditativa de Escipión causó una enorme impresión en sus conciudadanos romanos, menos dados a la introspección, y más al "jolgorio expansivo". De hecho, Escipión se fue labrando una reputación de hombre espiritual, de estirpe divina, cuyos "ensueños" le permitían estar en comunicación con los mismos dioses. Polibio cuenta que en la elección de Escipión como edil curul, a la temprana edad de 22 años, él mismo invocó unos sueños premonitorios que le aseguraban la victoria.Dos años después, una terrible derrota en Hispana puso a Roma frente al abismo. Con Aníbal venciendo en tierras italianas y el frente hispano perdido, Roma se podía considerar irremisiblemente derrotada.
Escipión
Pero entonces, cuando nadie se ofreció a asumir el mando de las tropas en Hispania, el joven Escipión, con 24 años, se subió a la tribuna de oradores y se postuló como procónsul. Fue elegido entre aclamaciones. Seis años después, con el ejército cartaginés hispano derrotado, sería elegido cónsul. Era el Salvador de Roma.
Ese mismo año, el 183 a.C., morirá Aníbal. Su gran enemigo.
Pero volvamos: el joven romano con costumbres orientales y el gran general cartaginés con formación griega iniciaron una lucha enconada que sólo podía acabar con la derrota de uno de ellos. Cartago y Roma tenían a sus héroes, a dos de las principales figuras de la antigüedad clásica. Dos personajes extraordinarios.
El ejército de Aníbal
El ejército cartaginés utilizaba máquinas de guerra de su invención, como la catapulta o la ballesta gigante. Pero mucho mas mortífera resultaba su primera línea de batalla, formada por especialistas capaces de lanzar proyectiles más lejos, más fuerte y con mejor puntería que cualquier otro ejército. Claro que no disparaban flechas, sino piedras; y no utilizaban arcos, sino hondas.
Aníbal admiraba especialmente a sus 2.000 honderos, todos ellos procedentes de las islas Baleares.
Como anécdota, sepan que cuando Roma quiso apoderarse de las islas Baleares tuvo que acorazar sus embarcaciones forrándolas de cuero, porque los honderos, disparando a la línea de flotación desde la orilla, las hundían. ¿Se lo imaginan?; destrozaban barcos a pedradas.
Las legiones romanas tardaron dos largos años en someter las islas.
La ciudad y el faro de Escipión
Pero volvamos con nuestro joven Escipión, y sus éxitos en Hispania.
Finalmente, una vez sometida Hispania, Escipión decidió atacar la propia patria de Aníbal, y se dirigió hacia el norte de África. Ello obligará a Aníbal a enfrentarse a Escipión en territorio cartaginés. La audaz maniobra de Escipión ha dado resultado: Roma está a salvo.
Pero antes, fijémonos de nuevo en otra anécdota. Durante su estancia en Hispania, antes y después de la guerra, Escipión se ganará el respeto de los habitantes íberos, y a lo largo de su vida promoverá algunas obras públicas de importancia.
Como símbolo, la luz del faro de Chipiona era lo último que se divisaba de la costa española cuando se viajaba al Nuevo Mundo. Hoy en día se utiliza como baliza por los aviones, ya que es uno de los 20 faros aeromarítimos de España.
Terminó sus días en el exilio y despojado de la ciudadanía romana.
Espero que me perdonen mis conciudadanos chipioneros, pero la historia no siempre responde a lo que uno desea.
Los cuatro protagonistas de Zama
Estamos en el norte de Africa. En el 202 a.C. Aníbal y Escipión se enfrentan por primera y ultima vez. Pero algo extraordinario sucede. Pocas horas antes de la batalla Aníbal envía un mensajero a Escipión: quiere entrevistarse con él.
Ambos generales adelantaron sus campamentos para facilitar el encuentro, hasta una distancia de 5 kilómetros. Tito Livio cuenta que "a media distancia entre ambos se eligió un sitio bien visible para que no hubiese lugar a una emboscada. Dejaron los hombres armados a igual distancia y se acercaron" ¿Se imaginan la intensidad del momento? "Guardaron silencio unos instantes, mirándose uno a otro como sobrecogidos de admiración mutua".
Aníbal, que seguro sabía que tenía la batalla perdida, hace un último intento para evitar la debacle: "tengo miedo de tu juventud y de tu ininterrumpida buena estrella, dos cosas que suelen inspirar mayor arrogancia de lo que requiere una negociación serena"
La réplica de Escipión es implacable: "preparados para la guerra, ya que no pudisteis soportar la paz"
Hablo de los cuatro protagonistas de Zama. ¿Por qué cuatro, y no dos?
Una vez más, proponemos un giro a la historia, y dos personajes anónimos aparecen. Se trata de dos profesionales de la traducción, dos intérpretes. Dos colegas de hace 2.200 años.
La batalla de Zama puso fin a la segunda guerra Púnica.
Final: elefantes para una película
Hollywood está rodando una película sobre Aníbal, y se cuenta con un gran presupuesto. El productor le muestra orgulloso al director los 40 elefantes que solicitó para la batalla de Zama.
- ¿De dónde ha sacado tanto elefante? - pregunta el director.
- De zoológicos privados y públicos, circos... ¿Sabe?, Estados Unidos es el país con mayor número de tigres del mundo. Es como para estar orgulloso. Tenemos de todo.
El director se calla su opinión. Tiene los elefantes que quería, y podrá grabar con imágenes reales, no generadas por ordenador. Está satisfecho.
Se dirige a un enjuto personaje que está leyendo el guión sentado en una silla. Es un experto en historia antigua, que les asesora sobre la época. Acaba de llegar al rodaje, y le cae bien; aunque es un tanto excéntrico.
- ¡Qué le parece, profesor! ¡Impresionante!
El anciano levanta la cabeza de la lectura, y observa la enorme concentración de paquidermos.
- Muy bonito, sí. ¿Para qué son?
El director se lo queda mirando, nervioso.
- Son elefantes, profesor ¡Elefantes! ¡Vamos a recrear la batalla de Zama, y hemos reunido 40 elefantes africanos!
- Pero Aníbal no utilizó a estos animales. Sus elefantes eran muy distintos.
- ¿Cómo dice?
El director mira angustiado a los 40 elefantes. El profesor se levanta y le da una amable palmadita al hombro mientras señala el cuaderno del guión.
- Piense además en el asunto del cincel. Yo no estoy seguro de cómo abordarlo. En el guión no se menciona ¿No le parece un problema?
El director lo mira como si se hubiera vuelto loco
- ¿El cincel? ¿Qué cincel?
- No le entiendo.
- Verá. El elefante es un animal imprevisible, sobre todo si no está bien entrenado ni gobernado. A menudo provoca estragos entre sus propias tropas si se desmanda. Por eso lo del cincel.
- Explíquese.
El director siente que se marea.
- No pretenderá que muestre algo así en pantalla. La MPAA nos va a dar una calificación -17. Sería un desastre para la taquilla. En América no matamos así a los animales. No en el cine.
- Pero...
- Y debería cambiar su guión. La noche anterior a la batalla los romanos estuvieron abrillantando sus escudos, corazas y cascos. Escipión les había ordenado bruñir a conciencia todo el metal. Esta batalla se ganó con trapos y cera, no bebiendo junto a una hoguera.
- Eso no puede ser. Los asteros...
- Ah sí, ya he visto a esos actores musculosos que pretende poner en primera línea de batalla. Sepa que en realidad eran hombres muy jóvenes y pobres. ¿Sabe que se ponían plumas en el casco para aparentar ser más altos? Si quiere mostrar la realidad, a los verdaderos héroes de Zama, tendrá que realizar más cambios en el guión ¡Se han olvidado de los músicos!
A estas alturas, el director sólo escucha.
"Un musical", piensa el director; "un musical gore es lo que pretende este tipo".
El productor se acerca.
- Han llamado de Los Ángeles. Que cuándo empezamos a rodar.
- ¿Hay algo más que deba saber?
El anciano reflexiona.
- En realidad, sí....
Antonio Carrillo