No los vende como obras de arte, ni como vajilla para restaurantes ecológicos, ni como sombreros; los vende al por mayor como atrezzo para películas2 y videoclips.
Que provoque una burbuja económica en Hollywood, que los estudios de cine pongan millones de dólares sobre la mesa compitiendo por conseguir la última remesa de nidos de cóndor andino. Y más millones para publicitar que la película cuenta con los últimos nidos de condor andino.
Toda una industria cultural sometida al capricho de un público que solo quiere ver nidos de pájaro.
1A los pájaros los espantaba con un paraguas viejo.
2Alcanzó la fama vendiendo a James Cameron los miles de nidos de pato que usó en la película Avatar.
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